Nos
encontramos con un día de lluvia bastante asqueroso que perjudicaba
notoriamente nuestros planes vespertinos. Nuevamente contratamos una camioneta
que nos llevó hasta el hostal que teníamos reservado, el Maze Backpackers. Por
suerte nos dejaron hacer el check in temprano, ya que en realidad debía ser a
las 14:00 hrs, por lo que guardamos las valijas y salimos a recorrer esta nueva
ciudad.
Si bien
nos dijeron en la recepción que hay un bus gratuito que da vueltas por el
centro de Sydney que nos podría haber servido, preferimos caminar bajo la
molesta aunque leve lluvia para conocer con más detalle el lugar.
A primera
vista, Sydney tiene una estructura similar a la de Auckland, sólo que mucho más
movida. Tal vez sea porque era día de semana, pero vimos muchísima gente
circulando por las calles, ejecutivos de traje y turistas asiáticos para variar
(que ya creemos que están invadiendo el mundo).
Hay mucha
variedad alimenticia, pero abunda la fritura y la comida rápida. Como me
gustaría poder comer un rico pollo a la parrilla o un asado de carne tierna;
acá el pollo es frito y la carne de cordero, pero no la hemos probado como para
emitir opinión. TODO se acompaña con papas fritas y en general la comida es muy
cara comparada con Uruguay.
Siguiendo
nuestro itinerario, caminamos hasta el Acuario del cual tenía altas
expectativas. Debo decir que las cumplió, porque lo disfrutamos mucho. Una vez
más usamos el carnet de estudiantes y obtuvimos un descuento generoso. Nos
aventuramos por los pasillos del lugar donde se puede ver distintas variedades
de peces que habitan en esta región. Algunos llaman mucho la atención por lo
extraños que son dado que su supervivencia depende de poder camuflarse con el
fondo del océano o mar donde viven. Otros son muy coloridos y atractivos, y van
desde los muy pequeños hasta peces realmente ENORMES. Incluso encontramos a
Nemo, con quien estuvimos sacándonos algunas fotitos. También
vimos cangrejos gigantes que eran repugnantes, así como las anguilas y un par
de serpientes. Otros eran tiernos, como los pingüinos, pero el plato fuerte del
lugar son las piscinas con tiburones.
En un
sector en particular, crean unos pasillos de techo redondeado donde uno camina
y tiene el océano nadando por encima. Ahí se puede ver a varias especies de
tiburones y pequeños peces que sólo puedo asumir que son su comida…pobres.
Ver los
tiburones pasarnos por encima de nuestras cabezas, a pocos centímetros de
nuestras manos dando la sensación de estar casi tocándolos fue algo INCREÍBLE.
Realmente recomendable.
Al salir
del acuario buscamos algo que no fuera fritura (en lo posible) como para darle
un descanso al estómago y luego seguimos rumbo al puerto para ver al famoso
Opera House. Sacámos cerca de cien millones de fotos de dicho edificio y del
puente de Sydney. Nos hacía sentir raro el ver que
estábamos tocando un edificio del que hablamos muchísimas veces, buscamos fotos
y espiamos con google earth, viviendo este viaje que planeamos por tanto tiempo
y hoy día a día se va concretando.
Para
finalizar un día AGOTADOR porque arrancó muy temprano, volvimos caminando hasta
el hostel recorriendo diferentes caminos y edificios de la ciudad como la
biblioteca, el hospital y el parlamento. Vimos hermosas plazas, siempre con
mucha gente por doquier, fuera saliendo de sus oficinas, paseando o simplemente
haciendo ejercicio.
Por la
noche la ciudad está muy iluminada por lo que a nuestro criterio es mucho más
linda que durante el día. Hay lugares muy agradables para sentarse a comer algo
y pasar un buen rato, pero nuestro cuerpos necesitaban reposo y descanso
URGENTE, así que se los dimos. Debíamos descansar para poder aprovechar al
máximo nuestro segundo día, en el Taronga zoo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario