Otro día con una hermosa vista al amanecer. Es realmente muy
desestresante desayunar en un gran parque con vista a las montañas y un gran
lago. Es muy extraño ver como la gente acá tiene una moral tan correcta, de
primer mundo. No me quejo, todo lo contrario, pero me hace pensar en lo lejos
que estamos de algo así.
Digo esto porque la entrada al camping y la salida son
libres, por lo que uno podría entrar y quedarse sin pagar nada; nunca se darían
cuenta. En los supermercados hay cajas sin cajeros, donde uno pasa por el
escáner los productos que compra y luego pasa la tarjeta por la ranura
obteniendo así la factura.
Obviamente que a nadie se le pasa por la cabeza
declarar sólo algunos de los productos. Del mismo modo, en las estaciones de
servicio cada uno es su propio pistero. Llegas, elegís el combustible que
quieras, cargas lo que precises y luego vas hasta el minimercado y decís en la
caja que vas a pagar lo que pusiste de combustible. Todo esto lamentablemente
es inaplicable en nuestro querido paisito.
Nuestro itinerario marcaba que hoy debíamos llegar a
Queenstown, y a Queenstown llegamos. El camino hasta dicha ciudad era realmente
hermoso. Capaz que cansa que viva diciendo eso, pero realmente que lo es. Los
paisajes son de postal, con sus montañas, sus lagos y sus árboles de hojas
amarillas por el otoño. Recorrimos la ruta que circula por entre las montañas a
pura curva, pero llegamos enteritos.
Pasamos por varios pueblos muy pintorescos a los que no
entramos, hasta que finalmente desembocamos en las apretadas y congestionadas
calles de Queenstown. Realmente HORRIBLE y ESTRESANTE manejar con la motorhome
por ahí. Además, la ciudad está ubicada en la ladera una montaña, por lo que
las calles tienen subidas impresionantes donde en varias ocasiones pensé que la
casa rodante se iba a quedar e íbamos a tener serios problemas; por suerte no
pasó nada.
Después de varias vueltas conseguimos un parking donde dejar
el vehículo (ya que no lo podemos estacionar en cualquier lado) y fuimos
caminando hasta el centro buscando un lugar para comer algo no muy raro, no muy
caro y tal vez con internet. En otras palabras, un Mcdonalds.
Encontramos uno en un pequeño centro comercial y nos devoramos
con Ro unas ricas Big Mac y logramos subir algunas fotos al blog. Repusimos
algunas cosas que nos faltaban en un pequeño mercado y volvimos a buscar la
motorhome porque teníamos una hora específica para retirarla. Eso significó que
no pudimos recorrer más la ciudad de la que al final vimos muy poquito, pero
teníamos que seguir camino si queríamos cumplir
con el itinerario.
Se hizo de noche y según pudimos averiguar, todavía nos
quedaban 170 kilómetros hasta el siguiente camping. Si bien comenzamos el
camino, tras un largo intercambio de opiniones, por mayoría decidimos cambiar
los planes porque a mi criterio seguir iba a implicar andar corriendo el resto
de los días para llegar a tiempo a devolver la motorhome y tomar el vuelo de
vuelta rumbo a Christchurch.
De este modo, volvimos rumbo al norte y terminamos en un
nuevo camping muy acogedor en la ciudad de Cromwell, para partir luego sí hasta
Franz Josef a 400 kilómetros de distancia.
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