Nuestro tercer día en Sydney fue casi totalmente un
desperdicio. Tras hacer el check out en el hostal a las 10 am, fuimos directo
al aeropuerto donde esperaríamos nuestro vuelo rumbo a Indonesia a las 17:20. Recorrimos
tiendas, usamos el internet gratis, almorzamos un rico plato de pasta como para
despedirnos de la buena comida y ahora si pasar a la fritura absoluta.
Para nuestra grata sorpresa, el vuelo se retrasó DOS veces;
terminamos saliendo a las 19:30, y como eran seis horas de vuelo, descontando
la diferencia horaria, llegamos a Bali a las 23:30. Un verdadero día de
aeropuerto.
En cuanto a Bali, ¿qué no decirles? El primer impacto fue al
bajar del avión, cuando nos abrazó una ola de vapor y calor. La cantidad de
gente es abrumadora. Tras hacer el ingreso en migraciones, nos encontramos con
un pasillo de casas de cambio, llamándonos para que nos acercáramos. Al cruzar
la puerta de salida, montones de taxistas se nos vinieron arriba ofreciendo sus
servicios para llevarnos. Ahí pusimos a prueba nuestros primeros intentos de
regateo, sin éxito. Nos alojamos en el Sayang Maha Mertha Hotel, que está
bastante lindo. Acá somos cerca de veinte compañeros del grupo, cosa que nos
gustó bastante.
La ciudad en sí, es como el Chuy pero unas diez veces más
grande. Al caminar por la calle, los “taksis” te tocan bocina para llevarte.
Hay miles de comercios uno junto al otro vendiendo la misma ropa y nada tiene
precio; depende de las habilidades del comprador en cuánto se podrá adquirir
cada cosa. Marcela logró comprar dos kimonos al precio que originalmente le
querían vender cada uno. Una genia! Otra particularidad es que al caminar por
las veredas, si te detenes frente a un comercio, si miras o siquiera señalas
alguno de los productos que venden, te caen arriba como buitres. Incluso ayer
en frente al hotel nos ofrecieron marihuana.
La desorganización es total. El transito un verdadero caos.
En modo de analogía, imaginen una manada de elefantes caminando hacia adelante
y montones de perros estuvieran avanzando en la misma dirección, corriendo
entre sus piernas. Acá si bien hay una idea general aceptada de circular por la
izquierda, no es muy respetada que digamos. Es un milagro que no haya
accidentes. No hay semáforos, los autos se tiran de todos lados, las motos se
atraviesan y en medio de todo eso, circulan los peatones.
De todos modos, nuestra actitud es la misma de siempre:
sacarle el jugo a estos pocos días en la ciudad de Bali. Por esto, comenzamos
nuestro primer día con un tour a una playa increíble donde hicimos snorkeling y
luego visitamos la isla de tortugas. Nos llevaron en una lancha bastante
adentro hasta un lugar lleno de peces donde nadábamos con ellos a nuestro alrededor.
El agua estaba calentita, verde y cristalina aunque muy salada. Igualmente era
UN PLACER.
En la isla de tortugas pudimos ver varias especies de
animales, tal como pueden ver en las fotos. Tortugas enormes, una suerte de
tucán, una serpiente enorme y asquerosa y un murciélago (a la luz del sol y
soportando los treinta y pico grados de calor que hacía como todo un macho).
Más tarde visitamos una de las playas más pintorescas de la ciudad, la Nusa Dua
Beach, donde nadamos en agua realmente celeste. No estaba tan cristalina, pero
igualmente era paradisíaca.
Por la tarde/noche disfrutamos de la piscina del hotel como
para redondear un día pasados por agua, y salimos a recorrer las calles de
Bali. Terminamos comiendo una rica pizza en un restaurant muy agradable a razón
de unos 3 dólares cada uno.
Con las pocas energías que nos dejó un día como este,
escribimos estas líneas para mantener el blog tan actualizado como sea posible,
subimos las fotos y dimos por concluida la jornada.
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