lunes, 6 de agosto de 2012

Día 115 – Viaje a Londres


Nos levantamos tan silenciosamente como pudimos para no despertar a nuestros compañeros de cuarto. De todos modos, la chica ya nos ganó de mano y se fue antes que nosotros, yo ni me enteré, y nuestro amigo americano no pareció inmutarse. Bajamos desde el tercer piso por la escalera ya que no había ascensor, hicimos el check-out y caminamos hasta la plaza Syntagma desde donde sale el ómnibus que va hasta el aeropuerto. Como todavía faltaban unos minutos para comenzar el viaje, Ro fue a comprar el desayuno a un kiosco, mientras yo sacaba los boletos; gracias a que por casualidad vi un cartel que tenían colocado por ahí, me enteré que el boleto para estudiantes tenía la mitad de costo, ¡woohoo!

El viaje fue bastante rápido y cómodo. Llegamos al aeropuerto más de tres horas antes del vuelo para despachar las valijas y esperar tranquilos; no somos de hacer las cosas a último momento. Grata sorpresa fue enterarnos de que había una falla técnica con el avión y el vuelo se iba a retrasar un par de horas. 

Tuvimos que esperar un largo rato para poder hacer el check-in y librarnos de las valijas. Estuvimos parados en la fila del mostrador cerca de una hora y media, lo que fue devastador. Cuando finalmente nos atendieron, hicimos un pequeño recorrido por el lugar (operación reconocimiento) hasta que encontramos la sala VIP a la que tenemos acceso por ser miembros de Diners club. Ahí mismo nos instalamos, comimos y bebimos a gusto mientras mirábamos las olimpíadas en la televisión y usábamos el wifi.

Una hora antes del vuelo nos acercamos hasta la compuerta correspondiente para abordar al avión en donde nos encontramos con otro compañero del grupo de viaje. Hablando de los planes futuros, nos dimos cuenta de que íbamos a dos hostales diferentes en Londres pero que estaban ubicados a media cuadra de distancia, por lo que nos unimos para resolver el camino hasta allí. El vuelo estuvo bien, sin problemas o sustos, pero se hizo pesado porque hacía tiempo no volábamos por tantas horas. En total fueron tres y media, pero se sintieron.

Ya desde la entrada al espacio aéreo de Londres, todo era hermoso. Al descender por debajo del nivel de las nubes comenzamos a ver las casas y los campos, luego algunos estadios de fútbol y varias canchas más simples. El aeropuerto era enorme pero ya desde que cruzamos la puerta de salida de migraciones, nos encontramos con dos señoras vestidas con chaleco rosado que estaban para ayudar a los turistas. La ayuda e información que proporcionan es enorme. Confirmamos con ellas cómo ir hasta el hostal y nos dio una buena idea, más económica que la que manejábamos originalmente. Luego nos guió hasta la estación de metro.

Tuvimos que hacer combinación para llegar hasta nuestro destino, por lo que estuvimos en vueltas casi una hora y media. Considerando que para todo lo que hacemos tenemos que arrastrar con nuestras valijas, no es nada cómodo. El metro está muy bien organizado y señalizado, por lo que no tuvimos problemas. Al llegar al hostal, hicimos el check-in en nuestra nueva habitación para cuatro personas, dejamos las valijas y salimos a recorrer el barrio. Ya era bastante tarde, y no nos quedaba mucho tiempo de luz solar. Además estábamos bastante cansados.

Estamos en la zona noroeste de Hyde Park, el principal parque de la ciudad. A media cuadra de la avenida Queensway, calle en donde hay de todo, muchísimos locales de comida rápida, bares típicos ingleses, supermercados, tiendas de chucherías y demás. Caminamos un rato y más tarde aprovechamos para cenar algo antes de volver al hotel. Al llegar nos bañamos y decidimos acostarnos para descansar y arrancar la jornada bien temprano al día siguiente. Nos tardamos mucho en dormirnos pero eso era bueno, porque tal vez así pasaran más rápido las horas hasta que finalmente llegara el momento de conocer Londres.

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