Nos levantamos tan silenciosamente
como pudimos para no despertar a nuestros compañeros de cuarto. De todos modos,
la chica ya nos ganó de mano y se fue antes que nosotros, yo ni me enteré, y
nuestro amigo americano no pareció inmutarse. Bajamos desde el tercer piso por
la escalera ya que no había ascensor, hicimos el check-out y caminamos hasta la
plaza Syntagma desde donde sale el ómnibus que va hasta el aeropuerto. Como
todavía faltaban unos minutos para comenzar el viaje, Ro fue a comprar el
desayuno a un kiosco, mientras yo sacaba los boletos; gracias a que por
casualidad vi un cartel que tenían colocado por ahí, me enteré que el boleto
para estudiantes tenía la mitad de costo, ¡woohoo!
El viaje fue bastante rápido y
cómodo. Llegamos al aeropuerto más de tres horas antes del vuelo para despachar
las valijas y esperar tranquilos; no somos de hacer las cosas a último momento.
Grata sorpresa fue enterarnos de que había una falla técnica con el avión y el
vuelo se iba a retrasar un par de horas.
Tuvimos que esperar un largo rato para
poder hacer el check-in y librarnos de las valijas. Estuvimos parados en la
fila del mostrador cerca de una hora y media, lo que fue devastador. Cuando
finalmente nos atendieron, hicimos un pequeño recorrido por el lugar (operación
reconocimiento) hasta que encontramos la sala VIP a la que tenemos acceso por
ser miembros de Diners club. Ahí mismo nos instalamos, comimos y bebimos a
gusto mientras mirábamos las olimpíadas en la televisión y usábamos el wifi.
Una hora antes del vuelo nos
acercamos hasta la compuerta correspondiente para abordar al avión en donde nos
encontramos con otro compañero del grupo de viaje. Hablando de los planes
futuros, nos dimos cuenta de que íbamos a dos hostales diferentes en Londres
pero que estaban ubicados a media cuadra de distancia, por lo que nos unimos
para resolver el camino hasta allí. El vuelo estuvo bien, sin problemas o
sustos, pero se hizo pesado porque hacía tiempo no volábamos por tantas horas.
En total fueron tres y media, pero se sintieron.
Ya desde la entrada al espacio
aéreo de Londres, todo era hermoso. Al descender por debajo del nivel de las
nubes comenzamos a ver las casas y los campos, luego algunos estadios de fútbol
y varias canchas más simples. El aeropuerto era enorme pero ya desde que
cruzamos la puerta de salida de migraciones, nos encontramos con dos señoras
vestidas con chaleco rosado que estaban para ayudar a los turistas. La ayuda e
información que proporcionan es enorme. Confirmamos con ellas cómo ir hasta el
hostal y nos dio una buena idea, más económica que la que manejábamos
originalmente. Luego nos guió hasta la estación de metro.
Tuvimos que hacer combinación para
llegar hasta nuestro destino, por lo que estuvimos en vueltas casi una hora y
media. Considerando que para todo lo que hacemos tenemos que arrastrar con
nuestras valijas, no es nada cómodo. El metro está muy bien organizado y
señalizado, por lo que no tuvimos problemas. Al llegar al hostal, hicimos el
check-in en nuestra nueva habitación para cuatro personas, dejamos las valijas
y salimos a recorrer el barrio. Ya era bastante tarde, y no nos quedaba mucho
tiempo de luz solar. Además estábamos bastante cansados.
Estamos en la zona noroeste de
Hyde Park, el principal parque de la ciudad. A media cuadra de la avenida
Queensway, calle en donde hay de todo, muchísimos locales de comida rápida,
bares típicos ingleses, supermercados, tiendas de chucherías y demás. Caminamos
un rato y más tarde aprovechamos para cenar algo antes de volver al hotel. Al
llegar nos bañamos y decidimos acostarnos para descansar y arrancar la jornada
bien temprano al día siguiente. Nos tardamos mucho en dormirnos pero eso era
bueno, porque tal vez así pasaran más rápido las horas hasta que finalmente
llegara el momento de conocer Londres.
joer que guai, que envidia... felicidades y un saludo!
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