viernes, 24 de agosto de 2012

Días 134 y 135 – Gotemburgo


Otra vez más nos levantamos sin apuro y aprontamos nuestras cosas para dejar el camping. El tiempo seguía siendo un asco, nublado y amenazante de lluvia. El viaje sería de aproximadamente cuatro horas pero lo haríamos sin apuro.

Esta vez el camino no era hermoso entre montañas y lagos, sino que todo fue una aburrida carretera. Hicimos una parada a mitad del camino para almorzar y apenas terminamos se largó a llover. Llegamos a la ciudad a media tarde y como siempre buscamos un camping cercano donde alojarnos.

Estaba frío, muy frío. No era tan tarde pero no teníamos ni un centavo en la moneda local y no había cajeros cerca. Para colmo, nos rebotaron las tarjetas de los dos, no sabemos por qué, por lo que nos salvaron las sobras de moneda noruega con que todavía contábamos y estábamos esperando para cambiar.

Pagamos el camping y compramos algo para cenar. En lo que va del viaje, ya habíamos intentado comer unos ricos panchos al pan en dos ocasiones, ambas terminaron siendo un fracaso ROTUNDO. Esta vez pensamos que por tratarse de Europa y ser una cultura más parecida, íbamos a tener más suerte. No fue el caso.

Compramos un paquete de diez panchos babosos y con una consistencia muy blanda y gusto raro. Ni siquiera tenían olor a pancho. Es muy decepcionante cuando uno se hace la cabeza con el sabor del que está acostumbrado a comer allá en Uruguay y lo que compró es algo no solo distinto, sino que horrible. Igual comí tres para matar el hambre y Ro terminó cenando pan con mayonesa.

Dedicamos el resto de la tarde a usar internet y hablar con nuestras familias. Cuando el frío ya se hizo insoportable, nos refugiamos en la carpa con la esperanza de no sufrir mucho la noche. Por suerte no lo hicimos ya que la temperatura mejoró.

Al día siguiente nos encontramos con un día bastante más lindo y soleado. Arreglamos las cosas y nos fuimos caminando hasta el centro de la ciudad. Esta vez eran casi seis kilómetros de distancia pero con un recorrido muy agradable.

Cuando encontramos los primeros lugares céntricos, entramos (cuándo no) a un McDonald’s para hacer un desayuno-almuerzo. Con eso juntamos las fuerzas necesarias para la caminata de todo el día o al menos parte de él.

Recorrimos los lugares que nos llamaban la atención mientras no seguíamos acercando a la zona principal ya que no teníamos nada en qué guiarnos. Finalmente encontramos un centro de información turística donde nos dieron un mapa y nos sugirieron los principales lugares a visitar.

Caminamos por una de las calles principales con rumbo al puerto en donde estaba muy agradable. Nos quedamos un poco por ahí disfrutando del sol y el calorcito antes de seguir. Luego bordeamos el mismo con dirección a las calles peatonales en donde había varios comercios de ropa y restaurantes.

Lo que más nos llamó la atención, es la cantidad IMPRESIONANTE de personas rubias y de ojos claros. Es como que todos los suecos nacieran así. Obviamente hay algunos que no cumplen con esos criterios, tal vez por tener ascendencia de otras regiones o porque eran turistas, pero estadísticamente seguro son la amplia mayoría.

La ciudad es muy linda, bastante más de lo que esperábamos. Encontramos varias iglesias y museos, algunos parques muy bonitos y caminamos por la orilla de una canal que corta la ciudad y es muy pintoresco. Avanzada la tarde aprovechamos para cenar ahí mismo ya que hacía mucho que no comíamos por ahí (sin contar los McDonald’s) y luego volvimos caminando una vez más hasta el camping.
Fue una corta estadía en Suecia, pero agradable. Seguramente hay mucho más para ver, pero quedará pendiente para otra ocasión u otra vida. Nosotros debemos seguir nuestro camino en lo que es la recta final del viaje.

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