Otra vez más nos levantamos sin
apuro y aprontamos nuestras cosas para dejar el camping. El tiempo seguía
siendo un asco, nublado y amenazante de lluvia. El viaje sería de
aproximadamente cuatro horas pero lo haríamos sin apuro.
Esta vez el camino no era hermoso
entre montañas y lagos, sino que todo fue una aburrida carretera. Hicimos una
parada a mitad del camino para almorzar y apenas terminamos se largó a llover.
Llegamos a la ciudad a media tarde y como siempre buscamos un camping cercano
donde alojarnos.
Estaba frío, muy frío. No era tan
tarde pero no teníamos ni un centavo en la moneda local y no había cajeros
cerca. Para colmo, nos rebotaron las tarjetas de los dos, no sabemos por qué,
por lo que nos salvaron las sobras de moneda noruega con que todavía contábamos
y estábamos esperando para cambiar.
Pagamos el camping y compramos
algo para cenar. En lo que va del viaje, ya habíamos intentado comer unos ricos
panchos al pan en dos ocasiones, ambas terminaron siendo un fracaso ROTUNDO.
Esta vez pensamos que por tratarse de Europa y ser una cultura más parecida,
íbamos a tener más suerte. No fue el caso.
Compramos un paquete de diez
panchos babosos y con una consistencia muy blanda y gusto raro. Ni siquiera
tenían olor a pancho. Es muy decepcionante cuando uno se hace la cabeza con el
sabor del que está acostumbrado a comer allá en Uruguay y lo que compró es algo
no solo distinto, sino que horrible. Igual comí tres para matar el hambre y Ro
terminó cenando pan con mayonesa.
Dedicamos el resto de la tarde a
usar internet y hablar con nuestras familias. Cuando el frío ya se hizo
insoportable, nos refugiamos en la carpa con la esperanza de no sufrir mucho la
noche. Por suerte no lo hicimos ya que la temperatura mejoró.
Al día siguiente nos encontramos
con un día bastante más lindo y soleado. Arreglamos las cosas y nos fuimos
caminando hasta el centro de la ciudad. Esta vez eran casi seis kilómetros de
distancia pero con un recorrido muy agradable.
Cuando encontramos los primeros
lugares céntricos, entramos (cuándo no) a un McDonald’s para hacer un desayuno-almuerzo.
Con eso juntamos las fuerzas necesarias para la caminata de todo el día o al
menos parte de él.
Recorrimos los lugares que nos
llamaban la atención mientras no seguíamos acercando a la zona principal ya que
no teníamos nada en qué guiarnos. Finalmente encontramos un centro de
información turística donde nos dieron un mapa y nos sugirieron los principales
lugares a visitar.
Caminamos por una de las calles
principales con rumbo al puerto en donde estaba muy agradable. Nos quedamos un
poco por ahí disfrutando del sol y el calorcito antes de seguir. Luego
bordeamos el mismo con dirección a las calles peatonales en donde había varios
comercios de ropa y restaurantes.
Lo que más nos llamó la atención,
es la cantidad IMPRESIONANTE de personas rubias y de ojos claros. Es como que
todos los suecos nacieran así. Obviamente hay algunos que no cumplen con esos
criterios, tal vez por tener ascendencia de otras regiones o porque eran
turistas, pero estadísticamente seguro son la amplia mayoría.
La ciudad es muy linda, bastante
más de lo que esperábamos. Encontramos varias iglesias y museos, algunos
parques muy bonitos y caminamos por la orilla de una canal que corta la ciudad
y es muy pintoresco. Avanzada la tarde aprovechamos para cenar ahí mismo ya que
hacía mucho que no comíamos por ahí (sin contar los McDonald’s) y luego
volvimos caminando una vez más hasta el camping.
Fue una corta estadía en Suecia,
pero agradable. Seguramente hay mucho más para ver, pero quedará pendiente para
otra ocasión u otra vida. Nosotros debemos seguir nuestro camino en lo que es
la recta final del viaje.
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