jueves, 30 de agosto de 2012

Día 139 – Berlín


Tras una noche HELADA en la que nos congelamos durmiendo en la carpa, nos levantamos para darnos una ducha calentita y desayunar algo antes de partir. Como estamos bastante lejos, para llegar hasta el centro teníamos que tomar un ómnibus y luego hacer combinación con el metro. No era complicado pero involucraba bastante tiempo. La pareja de españoles que habíamos conocido nos explicaron qué hacer y también nos dieron recomendaciones sobre qué ver y qué no.

Entre las cosas que estuvimos averiguando, encontramos que Berlín tiene el zoológico más visitado de Europa, en el que entre otros muchos animales, se destacan el oso polar y el oso panda. Qué mejor oportunidad para ver un hermoso oso en blanco y negro que esta, ya que no habíamos podido cuando estuvimos en China. Decidimos comenzar con esa visita.

Llegamos sin problemas al lugar y hasta conseguimos descuento con el carnet de estudiantes. Entramos e hicimos un recorrido bastante rápido ya que nuestro objetivo primario eran los osos. Encontramos primero el recinto de los osos polares. Había tres ENORMES animalotes peludos y bien blancos, echados al sol, muy cómodos, durmiendo. Eran realmente DIVINOS y nos hartamos de sacarles fotos. Hasta se levantaron y dieron una vuelta para que los pudiéramos ver mejor. Hermosos animales.



La siguiente parada era el oso panda. Nos costó mucho descifrar el enredado mapa del zoológico hasta llegar a su lugar. Encontramos una jaula, bastante amplia, con carteles del oso panda y cañas de bambú, pero sin oso. Volvimos a mirar y dar una vuelta pero no estaba por ningún lado. Al final encontramos una carta que estaba en alemán la cual obviamente no entendíamos. Cuando una chica se acercó a leerla le pregunté que decía y me contó que el panda había muerto de viejo hacía SEIS DÍAS y que era el más anciano del mundo por lo que era una gran pérdida. ¡NOS QUERÍAMOS MORIR! No podíamos ser TAN desgraciados. Y para peor, Ro había dicho medio en serio, medio bromeando, de preguntar a ver si el panda estaba por las dudas que se hubiera muerto. No pudimos verlo, una vez más. Volveremos a casa con esa gran cuenta pendiente, una lástima.

Dejamos el zoo para comenzar a recorrer la ciudad. Mientras almorzábamos estudiamos bien el mapa con las principales atracciones y las recomendaciones de los españoles. Así marcamos nuestra ruta e intentaríamos cubrir lo más posible en ese día. Como siempre, nos desplazábamos caminando.

Aún cuando ya han pasado bastantes años, la ciudad de Berlín entera es un permanente recordatorio de la segunda guerra mundial. Por todos lados hay memoriales, museos, fotos, exposiciones o alguna que otra cosa referente a la guerra. Entiendo que tal vez sea una fuente importante de turistas, pero a nuestra impresión debe ser una tortura para muchos de los ciudadanos que perdieron parientes y amigos en la misma.

Caminamos por una de las principales avenidas llamada 17 de junio hasta que nos topamos con un monumento enorme que era un memorial. Se exhibía el nombre de algunas de las personas que murieron en la guerra y se mostraban fotos de la ciudad por aquel entonces. Ahí vimos las primeras imágenes alarmantes, con edificios destrozados, soldados golpeando gente y muchísimas personas en muy mal estado.

Continuamos por la misma calle hasta llegar a una zona en donde se encuentra el parlamento, edificio que fue casi totalmente destruido durante los bombardeos de la guerra y hace unos años fue reconstruido y ahora funciona para el gobierno. Es muy lindo, pero lo impactante es ver las fotos de lo que era, como quedó luego de los bombardeos y lo que es ahora.

A unas cuadras de distancia, se encuentra el ícono principal de la ciudad, la famosa puerta de Berlín. Vimos montones de fotos antiguas en donde la misma aparece de fondo, con militares desfilando, nazis formados para discursos u otros momentos. Pasamos por debajo de dicho monumento como lo han hecho millones de personas y desde ahí intentaba imaginar lo que debe haber sido eso durante la guerra. Gran parte de la ciudad fue destruida en aquel entonces y ahora se puede ver que hay muchas construcciones y todos los edificios son modernos. Todo había quedado en ruinas.



Seguimos nuestro tour hasta el monumento en honor a todos los judíos de Europa que fueron asesinados en aquel entonces, a quienes les dedicaron un sitio bastante grande de la ciudad. Basándose en la idea de un arquitecto americano, construyeron este lugar que parecen tumbas de diversas alturas, una junto a la otra. Algunas llegan a ser muy altas y caminar por entre ellas de la impresión de estar en un laberinto. Debajo hay un museo sobre el holocausto al que al final no entramos por estar cortos de tiempo pero que los españoles nos habían recomendado.

Preferimos continuar y llegamos así hasta un sitio denominado “Topografía del terror” en donde una vez más, se exhiben muchas de las monstruosidades realizadas por los nazis durante la guerra. Hablaba sobre las persecuciones a judíos, a quienes les hacía portar la estrella de David con la palabra “Judío” escrita en el centro para que no pasaran desapercibidos y humillarlos, homosexuales y personas impuras. Hay posters reales de la época, testimonios de personas cuya vida fue un infierno durante esos años y muchísimos datos sobre el gobierno y hasta el mismísimo Hitler. Me invadió una vez más la misma sensación de Vietnam, cuando visitamos el museo de la guerra. La impotencia, la injusticia y la falta de lógica detrás de algo que por más que analizo me es imposible de entender. Semejantes atrocidades, tanta maldad y con tanta gente apoyándola es algo inimaginable. Si bien hay muchísima información y fotos por doquier, creo que solo quienes lo vivieron saben realmente la magnitud del horror soportado.

Ahí estuvimos un largo rato leyendo los carteles y junto a restos que permanecen del muro que supo separar a la ciudad. De todos modos, tuvimos tiempo de una visita más antes de volvernos. Llegamos hasta un lugar llamado “Checkpoint”. Este sitio fue un punto de control estrictamente vigilado para el paso entre Berlín del Este y Berlín del Oeste y que permanece en las mismas condiciones como recuerdo la guerra.

Tras todo esto y ya muy cansados, decidimos volvernos al camping que por cierto, estaba muy lejos. Hicimos las combinaciones de metro y ómnibus correspondientes para volver a nuestra carpita, cenar algo y descansar. Nos volvimos a encontrar con nuestros amigos españoles quienes habían dedicado su último día en la ciudad a visitar un campo de concentración, el único que hoy en día tiene algo como para ver en esta zona. Aprovechamos a pedir referencias y decidimos ir nosotros también al día siguiente.

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