jueves, 30 de agosto de 2012

Día 138 – Llegada a Berlín


Alemania es un destino por el que ya estuvimos, pasamos por la ciudad de Bremen en donde nos quedamos una noche y tras un cambio de planes de último momento, llegamos hasta Hamburgo pero decidimos marcharnos. Ahora volvemos para conocer la capital y al terminar saldremos del país pero no sin entrar una vez más hasta la ciudad de Munich. Es que Alemania es un país muy grande y eso hace que circular desde el este al oeste de Europa por vía terrestre haga casi imposible evitarla.

Según la ruta más rápida sugerida por el GPS, teníamos unas cinco horas y media de viaje. Lo que no sabíamos de todo esto, es que teníamos un nuevo ferry en el camino. Justo cuando creíamos que habíamos terminado con esos monstruosos barcos de elevado costo, apareció uno más de la nada. Llegamos hasta el cruce tras una hora y algo de viaje para encontrarnos con una buena y una mala noticia. La buena es que había un ferry que salía justo en ese momento y no teníamos que esperar dos horas hasta el próximo. La mala es que salía un ojo de la cara y una pierna de cada uno. Nos dolió pero era la única opción, así que entregamos la tarjeta de crédito y seguimos por la barrera.

Casi dos horas después, desembarcamos en el puerto alemán. Habíamos buscado un camping cercano a la ciudad y hacía allí nos dirigíamos; todavía quedaban cerca de dos horas de viaje. Al llegar, nos encontramos con un montón de nada. Era claro que ahí no había un camping, pero como el GPS nos había fallado ya antes mandándonos a lugares incorrectos, me bajé del auto para preguntar. Una señora que hablaba muy poquito inglés supo hacerse entender para comunicarme que ese camping ya no existía. ¡Shit!

Buscamos una segunda alternativa con GPS y seguimos sus indicaciones. Para nuestra alegría, otra vez nos llevó a un lugar en donde no había camping alguno, sino que solamente un parque. Volvimos a preguntar a los transeúntes y uno que tampoco hablaba mucho inglés me dijo que había uno cerca; que siguiera hasta el casino y doblara a la derecha. Seguimos derecho y el casino nunca apareció. Volvimos a preguntar y nos dijeron que no existían campings cerca de la ciudad. ¡Aaaahhhh! Tras todo esto yo ya estaba bastante frustrado, enojado y cansado de manejar, pero teníamos que llegar a algún lugar.

Probamos una vez más con el GPS y el siguiente camping estaba a media hora manejando, a más de veinte kilómetros del centro. Manejamos hasta allí y por suerte encontramos un lugar para quedarnos. Incluso dimos de casualidad con una pareja de españoles que se estaban quedando en el mismo lugar y habían tenido los mismos problemas con el GPS. Instalamos nuestra carpita y aprovechamos lo que quedaba del día para lavar ropa. Con la mala suerte que habíamos tenido, ya no podríamos ir hasta el centro.

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