jueves, 2 de agosto de 2012

Día 111 – Perivolos


Dado que uno de los objetivos planteados para nuestra estadía en Grecia era descansar, decidimos destinar esta segunda jornada a la holgazanería. Nos despertamos sin el ruido del despertador, a media mañana. No pretendíamos hacer nada en particular, nada más quedarnos cómodos en la habitación, desayunar tranquilos y recién cerca del mediodía dejamos nuestro aposento. En verdad no hicimos más que trasladar nuestra pereza hasta un una playa.

El día anterior habíamos recorrido toda la isla de sur a norte y para cambiar, esta vez queríamos quedarnos en una sola playa, tirarnos en unas cómodas reposeras a la sombra, tomar sol, bañarnos en el agua cristalina, o sea…hacer nada. Ninguna de las que ya habíamos visto nos había convencido demasiado, así que elegimos una totalmente nueva llamada Perivolos y que aparece como destacada en el mapa. Está muy cerca de la zona de Perissa, lo que no era casualidad; nuestra intención era volver a la panadería de las tartas ricasas donde habíamos almorzado el día anterior. Al llegar estacioné el cuatriciclo a la sombra y caminamos hasta la playa. Había un montón de reposeras libres y por siete euros nos daban dos sillas con toalla, sombrilla y una mesita para dejar las cosas. La alternativa era derretirse al sol, así que pagamos y nos instalamos en primera fila con vista directa al agua. Esto es vida.

Ro se quedó para no perder el lugar mientras yo fui hasta la panadería a buscar nuestro almuerzo. Repetimos el menú del día anterior pero esta vez en la playa. Luego nos acomodamos y ahí nos quedamos, conversando y simplemente disfrutando. La playa de Perivolos es de arena negra también y el agua estaba bastante fría. Igual no estaba mal para sacarse el calor que hacía afuera.

A media tarde, varias horas después, volvimos al hotel para bañarnos, dejar las cosas e irnos a Fira, la zona más hermosa de la isla por su vista espectacular para ver el atardecer. Santorini es muy conocida por la vista sensacional en la puesta del sol. Ahora que lo vimos damos fe de que es así. Ya nos había encantado Fira, pero luego de ver el atardecer y recorrer las calles de adoquines rodeadas de comercios por la noche, nos gustó todavía más. 



Cenamos ahí y por la noche volvimos al hotel para descansar y aprontar las cosas para el día siguiente ya que deberíamos dejar la isla y volar rumbo a nuestro último destino en Grecia, la capital, Atenas.

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