viernes, 24 de agosto de 2012

Días 132 y 133 – Oslo


Sin apuro dejamos el camping y comenzamos nuestro viaje hasta Oslo que iba a ser muy largo; no por la distancia, ya que apenas nos separaban unos trescientos y algo de kilómetros, sino que por el tipo de ruta que une ambos puntos el viaje llevaría unas seis horas y media.

Atravesamos el país de oeste a este, a través de las montañas, con grandes repechos y bajadas en zigzag, hermosos lagos que eran como espejos naturales, colinas verdes cubiertas con rocas y por si fuera poco, muchísimas ovejas sueltas por todo el camino, adornando el paisaje con un tono muy particular. Simpáticas ellas, se acercaban hasta los autos como para saludar. Además, tenían un cencerro en el cuello para alertar su cercanía que las hacía muy graciosas. Realmente fue un placer el camino.

Hicimos una parada para almorzar en un parking en el que cocinamos un rico arroz con atún. Llegamos por la tardecita a un camping próximo a la ciudad de Oslo para dejar el auto, instalarnos y al día siguiente desde allí ir a conocer lo que ésta tenía para ofrecernos. Estába bastante cansado y preferimos descansar el resto de ese día. Cómodos en el camping, armamos la carpa y cenamos antes de acostarnos para ver una película y luego dormir.

Al día siguiente, para no faltar a la costumbre, nos despertamos con un día espantoso, pero al menos no llovía. Tras el desayuno averiguamos la forma más fácil y conveniente de ir hasta la ciudad y para variar, era CARÍSIMO. Como buenos atletas que somos, decidimos ir caminando ya que sólo nos separaban unos cinco kilómetros.
Comenzamos el recorrido por la zona del puerto en donde se encuentra el Opera House. Es un edificio moderno con la particularidad de que el techo tiene varias pendientes que se comunican entre sí y las de los costados de la fachada llegan hasta el suelo de modo que uno puede subir y ver la zona desde lo alto. Así lo hicimos para tener un primer pantallazo.

A continuación pasamos por la Estación Central y caminamos a lo largo de la peatonal, ciudad donde se concentraban la mayoría de comercios importantes. Con el mapa en la mano y siguiendo las sugerencias que habíamos encontrado en internet sobre qué ver, visitamos plazas, parques y edificios principales. Poco después se largó a llover con fuerza y tuvimos que hacer una parada para refugiarnos en el único lugar donde podríamos sentarnos y al menos comer algo rico mientras usábamos el internet gratuito: McDonald’s.

Perdimos así un largo rato hasta que la lluvia amainó y pudimos volver a la calle. Pasamos por el lugar de la fortaleza y cerquita del edificio donde se entregan los premios Nobel o algo relacionado a ellos, no estoy seguro. La ciudad no es muy grande y el resto de la cosas “interesantes” para hacer o al menos las principales atracciones turísticas son pagas y cuestan mucho dinero. Como eso no era una opción, estaba amagando con volver a llover y ya estaba muy frío, preferimos volver al camping.

Estábamos bastante cansados como para caminar todo el trayecto otra vez, así que decidimos tomar el ómnibus por más robo que fuera. De todos modos, y para nuestra fortuna, como no pudimos sacar el ticket en la máquina de la estación porque estaba solo en noruego y el bus ya estaba por irse, nos subimos para sacar el boleto arriba. Cuando le pregunté al conductor si el boleto se sacaba ahí, me respondió “just get in”, invitándonos a un viaje gratuito hasta nuestro destino. O al menos así lo entendimos. No sabíamos bien qué hacer, pero al final nos quedamos calladitos, esperando que no subiera ningún inspector y que llegáramos rápido a la parada para bajarnos cuanto antes. Pensaran que somos unos pichis, pero en verdad nos ahorramos mucha plata.

Cenamos, nos bañamos y al sobre, literalmente hablando ya que dormimos en sobres de dormir. Con esto despedimos Noruega, un destino encantador y muy recomendable. Nos quedamos sin ver muchísimos fiordos más, los paisajes que en invierno y con nieve deben ser mucho más impresionantes aún, y un fenómeno natural tan particular como la aurora boreal que se puede ver más al norte pero con muchísima suerte y tiempo libre. 

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