Una vez más fue el teléfono el que rompió el silencio para
despertarnos a las seis de la mañana. Tras un nuevo desayuno bufet con jugo de
naranja, café con leche, tostadas, fruta y alguna cosita más, partimos a la
actividad del día que era la visita al Museo de Terra-Cota. Tuvimos que viajar
un rato ya que está lejos de nuestro hotel, pero valía la pena ya que era para
conocer un lugar considerado la octava maravilla del mundo.
El nombre de Terra-cota significa tierra cocida. Este lugar
que hoy en día constituye un museo muy popular en la ciudad de Xi´An en China,
no es nada más ni nada menos que una tumba perteneciente al primer emperador de
la China unificada, Qin Sh Huang.
Resulta que dicho personaje, quien se autoproclamó emperador
tras conquistar todos los reinos que componían lo que hoy es China y formar un
solo reino, creía, al igual que todos los chinos, que uno reencarnaba siete
veces. Esto, combinado con otra tradición de esta zona como es el feng-shui,
derivó en que el emperador quiso prepararse una gran tumba en un predio cercano
a las cincuenta hectáreas, ubicado estratégicamente entre una montaña y un
lago. Este detalle no menor, unía la tierra con el cielo (según el feng-shui)
por lo que era un gran lugar para dejar el cuerpo que pasaría a la siguiente
vida.
La tumba estaba acompañada de un ejercito de soldados,
caballos y dos carrozas, que también pasarían con él como su defensa personal
una vez que muriera. De todos modos, no iban a enterrar gente viva para cumplir
con su deseo. En su lugar, utilizó la fuerza y el sudor de cerca de 700.000
personas, muchos de ellos reos o ex convictos, quienes construyeron túneles subterráneos
y un ejército hecho de barro y arcilla, representando a una selección de los
mejores soldados del país.
Cada uno de dichos combatientes estaba hecho en imitación a
un soldado real, por lo que no había dos iguales. Los moldeaban con barro y
arcilla, los secaban en hornos enormes a fuego y los equipaban con armas de
bronce. El trabajo total del cementerio llevó cerca de 38 años; incluso fue
terminado después de que el emperador murió.
Aproximadamente 2000 años después, un grupo de campesinos
inició una perforación en un campo buscando agua subterránea y encontraron
restos de dichos soldados de barro. Tras cinco años se abrió el museo al
público y hasta el día de hoy se siguen realizando excavaciones y encontrando
nuevas cosas.
El predio en total tiene tres fosas más la tumba del
emperador y su familia. Los soldados sin embargo, tuvieron que ser
reconstruidos ya que poco después de la muerte del emperador, un grupo de
rebeldes encontraron el cementerio, rompieron y robaron todo lo que encontraron
a causa del odio que le tenían.
El lugar es realmente impresionante. La fosa uno que es la
más grande, es un predio enorme donde se puede apreciar claramente los túneles
subterráneos y los soldados de terra-cota tal como habían sido diseñados y
colocados. Las armas fueron robadas por lo que solo se tiene suposiciones de
cómo eran y cuántas había. Actualmente hay cerca de 2000 soldados, pero se
presume que luego de las siguientes excavaciones, se podrá tener cerca de 6000.
Visitamos también una pequeña fábrica que hay cerca del
cementerio, donde algunos artesanos fabrican soldados tal como los de aquella
época, y luego son vendidos a los millones de turistas que recibe el lugar como
recuerdo. Hay algunos de tamaño real y otros que no son más que adornos de
mesa. Es impresionante el detalle con que se realizan los trabajos, igual que
los originales.
La visita llevó gran parte del día, por lo que una vez
terminada volvimos al hotel ya que teníamos el resto de la tarde libre. Dado
que no habíamos almorzado aunque era ya media tarde, salimos en busca de algo
de comida al menos pasable; no la encontramos.
Recorrimos los alrededores del hotel y lo mejor que pudimos
conseguir es un paquete de galletas oreo, unas pringles de queso y una sprite.
Luego de esa ingesta digna de reyes o emperadores, volvimos a la habitación.
Poco rato después sí disfrutamos de una buena cena en el hotel y aprontamos las
valijas para un nuevo viaje, esta vez hacia la ciudad de Shanghai, último
destino en China.
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