El segundo día en Singapur no fue una jornada completa, ya
que por la noche tomaríamos el tren rumbo a Malasia. Por esto, debíamos
aprovechar las horas para poder recorrer alguna cosa más.
Hay muchísimas opciones atractivas, y me voy con las ganas
de hacer alguna de ellas como ir al acuario donde se puede ver delfines o el
zoológico nocturno donde se puede apreciar animales de la noche en una forma
bastante interactiva. Tal vez la próxima! Je…
Si bien teníamos que hacer el check-out temprano, la gente
muy simpática y servicial del hostel nos permitió dejar las valijas y mochilas
ahí bajo su custodia para que pudiéramos ir a recorrer otro rato. Así lo
hicimos, y tomamos su consejo de ir a visitar una parte de la ciudad llamada
Sentosa, que es un parque de atracciones al sur de la ciudad. Para ir
utilizamos el metro, servicio que me pareció simplemente formidable. Es cómodo,
fácil de usar y rápido. Incluso hasta podríamos agregarle la condición de
barato.
Ya en Sentosa, en el marco de otro día de calor insoportable
que rajaba las piedras, pagamos la entrada solo de visita de un dólar,
conseguimos un mapa y arrancamos a caminar. Pagando la entrada completa, se puede
acceder a un montón de tours y paseos, pero no teníamos tiempo suficiente.
Estuvimos junto a la plaza central donde nuevamente se encuentra un monumento
enorme a Merlion, el pez/león, conocimos una playa artificial creada por ellos
llamada Siloso y llegamos hasta la entrada a Universal Estudios Singapur, cosa
que hubiera estado buena para conocer, pero era carísima.
Todo esto interrumpido por un corte para un almuerzo muy
sencillo y rápido, que cada vez son más frecuentes y dado que dormimos poco y
caminamos mucho, estamos deseando un día de descanso para recuperar energías. A
media tarde volvimos nuevamente en metro hasta el hostel para recoger las cosas
y hacer un poco de tiempo para luego irnos a la estación de tren.
El viaje en tren a Malasia fue toda una experiencia por sí
sola. De arranque, el taxista que nos tocó a Ro y a mí no sabía donde era el
lugar, por lo que tuvo que llamar a la central para que lo ayudaran y
finalmente con el aporte de todos, llegamos. Partíamos de la estación de
Woodlands, ubicada al norte de Singapur. Desde ahí teníamos que hacer los
trámites de migración de ambos países para luego viajar toda la noche y llegar
a Kuala Lumpur temprano en la mañana.
La estación de Woodlands era la antítesis de todo lo que
habíamos visto de Singapur hasta el momento. Sucia, fea y desorganizada, nos
hizo creer por momentos que estábamos de nuevo en Bali. Esto fue a tal punto,
que mientras esperábamos haciendo cola en un lugar donde luego se nos colaron
casi 50 personas, bromeábamos con lo que podría llegar a ser el tren.
Al final de cuentas, la experiencia fue aceptable. Cada vagón
del tren tenía cuchetas muy sencillas y nosotros dormimos en las camas de arriba. Cada cama tiene una cortina como para quedar oficialmente encerrado en algo parecido a una lata de atún, pero teniendo intimidad. Lo malo, es
que no tiene previsto un lugar para dejar las valijas. Tuvimos que improvisar
algunas soluciones y sacrificar parte del espacio para poner las mochilas.
Además, se les fue un poco la mano con el frío del aire acondicionado, pero
bueno. Entre sacudones y desafiando un poco al ruido para poder conciliar el
sueño, ¡llegamos vivos a Malasia!
No hay comentarios:
Publicar un comentario