miércoles, 16 de mayo de 2012

Día 33 – Templo del Buda de jade


Para nuestro último día de paseo por China, teníamos programada la visita al templo del buda de jade. Temprano por la mañana conocimos el lugar, donde vimos varias estatuas de buda. Así me enteré que la imagen de Buda no es sólo la más conocida de un gordito con una toga caída sentado, sino que hay muchas. Buda significa mayor nivel de consciencia, por lo que cualquiera que lograra algo así, podría serlo.

El templo no es el equivalente a una iglesia para los católicos, ya que los budistas no tienen que ir periódicamente como los cristianos a misa. Los practicantes del budismo acuden a los templos cuando necesitan pedir ayuda, rezan o hacen sus plegarias y después vuelven cuando el mismo se les concede a demostrar su gratitud.

Más tarde en la mañana visitamos el museo de la seda, donde nos explicaron y mostraron todo el proceso de elaboración de productos de seda. Desde la evolución del gusano de seda hasta la formación del capullo y posterior extracción del hilo de seda. Dado que el gusano construye su capullo con un solo hilo de seda continuo, ellos lo matan antes de que se convierta en mariposa para obtener dicha fibra. Con muchísimos de ellos hacen capas enormes de seda que luego se convierten en acolchados, camisas, pañuelos y muchos otros artículos. Esta visita estuvo muy buena e igualmente informativa.

Finalmente, como teníamos la tarde libre para nosotros, yo quería aprovechar la última oportunidad de ir a un zoológico a ver a los osos panda. De todos modos, me tuve que quedar con las ganas porque está bastante alejado de la ciudad y los guías me dijeron que igualmente era difícil verlos porque a veces se esconden en sus cuevas y no salen.

Nos ofrecieron como alternativa llevarnos hasta un nuevo mercado de tiendas para hacer más compras. Ro quería buscar alguna que otra cosita por lo que accedimos. La gracia estaba en que después teníamos que volvernos solos desde allí hasta el hotel. A priori no es tan fácil cuando la gente por la calle no habla inglés y todos los carteles están en chino. De todas maneras, nuestra guía nos sugirió tomar el metro que nos dejaba cerca del hotel, y haciendo combinación de dos líneas podríamos volver en forma rápida y segura.

Ro y yo quedamos solos en el mercado porque el resto del grupo se dividió de acuerdo a lo que preferían hacer de la tarde. Recorrimos el lugar que era mucho más pequeño que el mercado de la seda, pero igualmente compramos algunas cositas. Una vez más disfrutamos de un tremendo almuerzo compuesto por una banana y leche chocolatada para mí, y un paquetito con cuatro panes y una coca para Ro.

Desde ahí empezamos la aventura del metro para regresar al hotel. No tuvimos problemas gracias a lo que habíamos averiguado de antemano y la experiencia del metro que habíamos tenido en Singapur. Nadando en un mar de chinos nos hicimos paso hasta finalmente salir a la plaza cerca del hotel que reconocimos al instante. Armamos una vez más las valijas, cenamos OTRA VEZ en McDonalds y a descansar para un nuevo despertar a las 4 am y posterior partida a Hong Kong, nuestro octavo destino.

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