Para nuestro último día de paseo por China, teníamos
programada la visita al templo del buda de jade. Temprano por la mañana
conocimos el lugar, donde vimos varias estatuas de buda. Así me enteré que la
imagen de Buda no es sólo la más conocida de un gordito con una toga caída sentado,
sino que hay muchas. Buda significa mayor nivel de consciencia, por lo que
cualquiera que lograra algo así, podría serlo.
El templo no es el equivalente a una iglesia para los
católicos, ya que los budistas no tienen que ir periódicamente como los cristianos
a misa. Los practicantes del budismo acuden a los templos cuando necesitan
pedir ayuda, rezan o hacen sus plegarias y después vuelven cuando el mismo se
les concede a demostrar su gratitud.
Más tarde en la mañana visitamos el museo de la seda, donde
nos explicaron y mostraron todo el proceso de elaboración de productos de seda.
Desde la evolución del gusano de seda hasta la formación del capullo y
posterior extracción del hilo de seda. Dado que el gusano construye su capullo
con un solo hilo de seda continuo, ellos lo matan antes de que se convierta en
mariposa para obtener dicha fibra. Con muchísimos de ellos hacen capas enormes
de seda que luego se convierten en acolchados, camisas, pañuelos y muchos otros
artículos. Esta visita estuvo muy buena e igualmente informativa.
Finalmente, como teníamos la tarde libre para nosotros, yo
quería aprovechar la última oportunidad de ir a un zoológico a ver a los osos
panda. De todos modos, me tuve que quedar con las ganas porque está bastante
alejado de la ciudad y los guías me dijeron que igualmente era difícil verlos
porque a veces se esconden en sus cuevas y no salen.
Nos ofrecieron como alternativa llevarnos hasta un nuevo
mercado de tiendas para hacer más compras. Ro quería buscar alguna que otra
cosita por lo que accedimos. La gracia estaba en que después teníamos que
volvernos solos desde allí hasta el hotel. A priori no es tan fácil cuando la
gente por la calle no habla inglés y todos los carteles están en chino. De
todas maneras, nuestra guía nos sugirió tomar el metro que nos dejaba cerca del
hotel, y haciendo combinación de dos líneas podríamos volver en forma rápida y
segura.
Ro y yo quedamos solos en el mercado porque el resto del
grupo se dividió de acuerdo a lo que preferían hacer de la tarde. Recorrimos el
lugar que era mucho más pequeño que el mercado de la seda, pero igualmente
compramos algunas cositas. Una vez más disfrutamos de un tremendo almuerzo
compuesto por una banana y leche chocolatada para mí, y un paquetito con cuatro
panes y una coca para Ro.
Desde ahí empezamos la aventura del metro para regresar al
hotel. No tuvimos problemas gracias a lo que habíamos averiguado de antemano y
la experiencia del metro que habíamos tenido en Singapur. Nadando en un mar de
chinos nos hicimos paso hasta finalmente salir a la plaza cerca del hotel que
reconocimos al instante. Armamos una vez más las valijas, cenamos OTRA VEZ en
McDonalds y a descansar para un nuevo despertar a las 4 am y posterior partida
a Hong Kong, nuestro octavo destino.
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