viernes, 18 de mayo de 2012

Día 37 – Ho Chi Minh, Vietnam


Llegamos a tierras vietnamitas cerca del mediodía. Una vez más cambiamos de guías, quienes nos recibieron en las puertas del aeropuerto y organizaron nuestra salida hasta el hotel. Una vez ahí nos entregaron la llave de una habitación más modesta y sin vista, pero igualmente muy cómoda.

Teníamos el día libre porque se sigue agregando gente al grupo que llegaba hoy en vuelos desde otros lugares, así que decidimos tomarnos un día light. Además, Ro está con tos hace días y yo me desperté con dolor de garganta producto de los diversos aires acondicionados en cada lugar que visitamos.

Buscamos comida en los alrededores del hotel, y terminamos en un restaurante chiquito pero muy prolijo y prometedor. Con miedo de qué pedir, porque cuando no es picante tiene feo gusto, o fea textura, o es agridulce o se come crudo, tomaron nuestra orden. Nada muy jugado, pizza para Ro y pasta para mí. He comido más tallarines en este mes y poco de viaje que en toda mi vida junta. Por suerte todo estaba muy rico, y lo mejor, comida y bebida DE AMBOS por 150 pesos uruguayos más o menos.

Ya estamos oficialmente en zona de riesgo de malaria, así que tenemos que embadurnarnos en repelente. ¡Es un embole!, pero es un mal necesario. Una de cal y otra de arena; el guía nos advirtió que tuviéramos cuidado en la calle porque hay muchos robos, peeero lo bueno es que todo es muy barato. A modo de ejemplo, las latitas de refresco salen 7 pesos uruguayos y el agua embotellada 3,5.

El resto de la tarde la pasamos en el hotel, cuidando nuestra salud. Para rematar la jornada conseguimos pan, queso, lomito y mayonesa (cosas básicas que por estos lares parece que no son tan básicas porque no se consiguen siempre) y tuvimos una cena más típica uruguaya. Al menos para nuestras costumbres.

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