Camboya tiene en total cerca de
1.300 templos desparramados por todo el país, y 300 de ellos se encuentran en
la zona de Siem Reap. Cada templo es una tumba o monumento a algún Rey o
familiar, Ministro, noble o algún otro que se codeara con la realeza.
El templo de Angkor Wat es el
templo más grande de Camboya y del Mundo, siendo incluso uno de los monumentos
finalistas en la selección de las siete maravillas modernas. Se destaca por su
tamaño, su historia y el detalle con el que fue construido. La imagen que lo
destaca es la de cinco torres que se alzan al cielo, siendo la central el punto
más alto de la ciudad.
Recorrimos toda la zona del templo
que si divide en tres niveles. Para llegar al más alto hay que subir por una
escalera MUY empinada, pero que permite tener una vista panorámica muy buena de
todo el predio. Una vez más nos tocó un día de calor abrumador, y volvimos al
hotel chorreando agua tras la visita.
Por la tarde Ro durmió una siestita
mientras yo aproveché un rato de la piscina. Luego dimos una vuelta por el
centro de la ciudad y el mercado, donde compramos algunas remeras por U$S 2
(que deben ser descartables) y poco más. A las 7 pm teníamos la cena despedida
con un baile típico del país.
Volvimos al hotel para salir por la
noche a recorrer un poco más de la ciudad y el mercado nocturno. Conocimos
también el vehículo típico del lugar llamado “tuk-tuk” que significa
“barato-barato” y consiste en una moto que lleva un carrito atrás en lo que
sería una especie de taxi. Nos contaba el guía que originalmente el tuk-tuk
funcionaba con una bici pero tuvieron que cambiar por algo con más potencia y
menos esfuerzo cuando empezaron a venir los turistas europeos que son más
gordos y les implicaba hacer demasiada fuerza.
Otra cosa interesante es que aquí hay
muchísimas casas de masajes sobre las calles para los interesados y una
variación llamado “Dr. Fish” que es una pequeña piscina con un borde ancho para
sentarse y llena de peces; uno se sienta en el borde y mete los pies en la
piscina para que los amigos del mar se encarguen de comerse la piel muerta que
a uno le sobra. Divino, ¿no?
De vuelta en el hotel, preparamos
las valijas y ordenamos el despelote del cuarto para partir al día siguiente a
un nuevo destino.
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