martes, 31 de julio de 2012

Día 110 – Explorando la isla

Nos levantamos siete y poco, como unos campeones, y nos fuimos caminando hasta la rentadora de motos y cuatriciclos que hay cerca del hotel. Eran poco más de las ocho de la mañana y la tienda recién habría.

Elegimos un lindo cuatriciclo rojo, preparamos los papeles y todo listo. Para alquilar cualquiera de estos vehículos piden la libreta y yo solo tengo conmigo la de autos de Uruguay. Igualmente, como está en español no entienden un pomo lo que dice. Cuando me preguntaron cuál era el número de la libreta les dije que el de la cédula de identidad que es el mismo que el pasaporte. La libreta es para todos los vehículos; ¡hasta helicóptero puedo pilotear! Je.

Como nunca había manejado un cuatriciclo, el “tano” que nos lo alquiló me dio las instrucciones y me hizo dar una vuelta con él. En las curvas me decía “piano piano”, para que bajara la velocidad. Igual no sé qué tan despacio quería que fuera si no anda a más de 35 o 40 kilómetros por hora. En fin, una papa de manejar ya que es casi igual a una moto solo que en lugar de acelerar con el puño tiene una palanca que se aprieta con el pulgar derecho. Nuestra primer parada fue un súper para comprar el desayuno.

Santorini es bastante más grande que Paros. Utilizando el mismo “modus operandi” decidimos destinar este primer día para recorrerla en su totalidad y al día siguiente ir a algún punto específico que más nos hubiera gustado. Comenzamos yendo hacia el sur.

Esta isla tiene características muy diferentes a lo que habíamos visto hasta ahora. Es una de las más conocidas y turísticas de Grecia, por lo que hay mucho más movimiento. Su fuerte son los paisajes de la bahía en donde se encuentra la capital, ya que tiene grandes pendientes y la vista desde lo alto es espectacular. Otra principal atracción son las curiosas playas únicas creo que en el mundo, porque tienen arena roja y negra.

Por momentos tuvimos que exigir el máximo el pobre cuatriciclo para que pudiera subir los repechos, pero nunca nos dejó a pata. Llegamos hasta el sur oeste en donde se encuentra una playa llamada “Kokkini”, una de las que tienen arena roja. Claro está, no es arena como la que encontramos en la mayoría de las playas, sino que dado que está ubicada junto a un acantilado de piedra rojiza, la arena que cubre el lugar tiene ese mismo color. Es muy pintoresco y llamativo. Tomamos un camino por las piedras que nos llevaba hasta la costa y caminamos sobre el suelo rojizo. No nos bañamos porque el agua estaba helada y además queríamos seguir recorriendo.



Volvimos a la ruta y nos dirigimos hacia el oeste para llegar a una de las zonas más populares que es Perissa. En dicha zona hay muchas playas que tienen arena negra. Comenzamos el tour por una llamada “Eros” en donde hay un parador con reposeras y cancha de volleyball. Ahí sí ya no me aguanté y me tiré al agua; estaba espectacular. Luego de ahí pasamos por varias playas más en las que no nos detuvimos hasta llegar a la playa de Perissa que es muy similar pero con muchísima más gente. Otro bañito y de nuevo al cuatriciclo.



Al mediodía el calor era bastante intenso, por lo que preferimos hacer un descanso. Encontramos una panadería en donde compramos dos porciones de tarta RIQUISIMAS. Ya con la panza llena viajamos otro poquito hasta el centro de la isla donde se encuentra la capital, Fira. Dejamos el vehículo estacionado y recorrimos el lugar caminando.

Fira es lo más lindo de la isla. Las calles son todas de adoquines y gran parte son peatonales. Ahí se junta muchísima gente y está repleto de comercios, pubs y restaurantes. Hacia un extremo de la ciudad pasa la carretera que comunica el norte con el sur de la isla. Hacia el otro lado, se llega a un punto muy alto desde donde hay una vista INCREIBLE. Ahí hay varios restaurantes y hoteles ubicados en ese lugar privilegiado desde donde se puede apreciar toda la bahía. Nos gustó mucho el lugar, pero debíamos seguir.



Continuamos viajando hacia el norte, descubriendo y disfrutando. Hacia este lado los paisajes eran lindos pero no tanto. Hicimos una nueva parada en otra playa de la costa oeste donde también hay arena negra. Nos quedamos un rato ahí a la sombra para hacer tiempo porque ya habíamos cubierto gran parte de la isla y no teníamos apuro.

En el punto más al norte de Santorini se encuentra la ciudad de Ia, famosa por la vista que tiene desde donde se pueden ver los espectaculares atardeceres. Nuestra intención original era llegar ahí justo para ver la despedida del sol, pero para eso faltaban varias horas y estábamos cansados. Igualmente llegamos hasta la ciudad, recorrimos el lugar que no nos pareció gran cosa y volvimos sobre nuestros pasos hasta Karterados, la ciudad donde está nuestro hotel.

Merendamos en la terraza de la habitación, nos bañamos y bajamos hasta el lobby para usar la computadora, conectarnos con el mundo y actualizar el blog. No nos dieron las fuerzas para volver a salir por la noche como teníamos pensado, así que luego de la cena dimos el día por terminado.

lunes, 30 de julio de 2012

Día 109 – Viaje a Santorini


Sin apuro nos levantamos para hacer las valijas y preparar nuestra retirada. Es que debíamos dejar Paros y volver a tomar un ferry para viajar hasta Santorini, una nueva isla de la que nos habían hablado muy bien. Yo le había pedido al dueño del hotel que nos llevara hasta el puerto y coordinó nuestro viaje. Llegamos con tiempo de sobra para esperar el barco y nos encontramos con un mundo de gente. ¡UN ASCO!

Algunos llegaban y otros estaban esperando para irse, igual que nosotros. Entre todas esas personas se encontraban dos compañeros del viaje que iban hasta Santorini. Intercambiamos anécdotas del viaje y nos reímos un rato. El viaje era de tres horas y media y el barco era a puro lujo. Tenía ocho pisos, salas privadas, televisores donde transmitían las olimpíadas en vivo, restaurantes, terrazas y supongo que mucho más cosas que no llegué a ver. Era monstruosamente grande.

Al llegar a Santorini, última parada del ferry, fuimos a buscar nuestras valijas y prácticamente tuvimos que nadar en un mar de gente que peleaba por un lugar para salir primero. Nuevamente, UN ASCO. Cuando las compuertas se abrieron se formó una especie de estampida donde si frenas te pechan, te tiran y te pasan por arriba. Del otro lado esperaba otro sin fin de personas con carteles ofreciendo hospedaje o esperando por sus huéspedes. Ese era nuestro caso, que ya teníamos coordinado con la gente del hotel para que nos fueran a buscar. Ahí estaba el dueño del hotel con un cartel en donde decía “Melo F.” entre otros dos nombres. Subimos a la camioneta y nos preparamos para una realidad muy diferente.

Santorini es una isla mucho más grande que Paros. Más conocida y con otras características bastante diferentes. Tiene un relieve muy particular con grandes colinas desde donde hay una vista espectacular del mediterráneo. El hotel está ubicado en un pequeño pueblo muy cercano a la capital, casi en la mitad de la isla. Elegimos ese lugar para estar casi a la misma distancia de todas las playas, pero eso sería al día siguiente.

A todo esto ya eran casi las cinco de la tarde y en mis planes estaba ver el partido de Uruguay en un par de horas. En ese tiempo intermedio nos entregaron la habitación, dejamos las cosas y salimos a caminar por el barrio para conocer los alrededores. Hicimos averiguaciones para un nuevo vehículo para los dos días siguientes, pero esta vez, dado que yo estaba antojado, sería ¡un cuatriciclo!

A las siete en punto estábamos en el lobby del hotel donde hay una tele enorme con antena satelital y novecientos y pico de canales. ¡NINGUNO de ellos pasaba el partido! Me quería matar. Evaluamos alternativas hasta que finalmente logramos encontrarlo en una página web en donde se veía aceptable. Corría el minuto cuarenta del primer tiempo, Uruguay perdía 2 a 0 y pintaba feo. Al menos pude ver todo el segundo tiempo como para calentarme bastante y amargarme un poco.

Tras el penoso partido volvimos a la habitación y tuvimos una cena “light” en base de frutas en el balcón de la habitación. Estábamos bastante cansados por lo que decidimos acostarnos y arrancar el día siguiente desde bien tempranito. Bastante antes de la medianoche ya estábamos roncando.

Día 108 – Enamorados de Paros


Madrugamos una vez más, solo que esta vez fue porque queríamos y no porque estuviéramos obligados. Es que habíamos alquilado la moto por 24 horas por lo que preferimos aprovechar la mañana para una última recorrida antes de devolverla al mediodía.

Luego de desayunar en la terraza del hotel, aprontamos nuestras cosas, subimos a la motito y partimos rumbo al norte de la isla, más precisamente a una de las playas en la que ya habíamos estado pero nos había gustado mucho: Kolimbithres. El camino fue nuevamente espectacular pero a diferencia del día anterior, estaba más ventoso y por ende menos bonito. Llegamos tan temprano que casi no había gente. Nos instalamos en una de las playas durante un rato pero como estaba fría y un poco ventoso, decidimos marcharnos a otra.

Terminamos así en la playa de Naoussa, que el día anterior solo la habíamos visto desde lejos porque estaba llena de gente. Esta vez bajamos hasta la arena y nos instalamos cómodamente debajo de una sombrilla de un hotel esperando a que nos corrieran. Estábamos nosotros, una señora que llegó casi al mismo tiempo, cuatro chicas jóvenes que estarían hace poco rato y una banda de chicos dormidos tirados en la arena que daba toda la impresión había caído por ahí en la madrugada luego de muuuucho alcohol y todavía no se habían despertado. Uno de ellos estaba en calzoncillos y con el short en la cabeza para cubrirse la luz en los ojos.

Disfrutamos del lugar durante casi una hora y media. El agua estaba muy linda y con olas. Luego cerca del mediodía empezamos a acercarnos al puerto para devolver la moto. Como llegamos sobrados de tiempo, continuamos un poco más hacia el sur y encontramos un par de playas muy buenas en donde obviamente me volví a bañar. Al rato regresamos a la zona del puerto y recorrimos otro poco. Llegamos hasta un supermercado para abastecernos y terminamos nuestro paseo matutino entregando la moto en la rentadora. Ya sin vehículo caminamos el resto del trayecto hasta el hotel.

Nos tomamos nuestro tiempo para almorzar en el balcón de la habitación, miramos un poco de televisión y un par de horas más tarde fuimos hasta la playa que está a una cuadra del hotel.  Es la misma playa espectacular de agua cristalina a la que teníamos vichada desde que llegamos pero que habíamos dejado para el final por su proximidad a nuestra humilde morada. Esta vez le caímos de pies juntos. ¡DIVINA! Esto de tener una playa tan linda a solamente una cuadra de distancia es impagable. Ahí permanecimos largo rato y a media tarde volvimos al hotel.

Al atardecer regresamos a la rambla para ver el atardecer tirados en la arena. Me aburrí de sacar fotos a ese escenario sin igual. Una vez que el sol se había ido a dormir paseamos por la rambla hasta la zona del puerto, chusmeando los comercios para turistas en busca de ofertas. No hay, o mejor dicho, hay ofertas para europeos, que no lo son para nosotros. El paseo por sí solo era más que agradable en una noche calurosa de cielo despejado. Cenamos en la misma rambla con vista al puerto mientras pasaban diferentes competiciones de las olimpíadas en la televisión.



Ya casi a medianoche regresamos al hotel bastante cansados pero enamorados de esta magnífica isla que nos dio todo lo que buscábamos y más. Al día siguiente ya nos despediríamos para explorar nuevos horizontes.

sábado, 28 de julio de 2012

Día 107 - Paros


Bajamos del ferry en Syros y nos dejaron en una especie de corral con techo en donde había bancos de piedra para sentarse. Nos acomodamos ahí mismo porque el resto de la ciudad estaba durmiendo hacía rato como correspondía, así que teníamos escasas opciones. Finalmente nos volvimos a acomodar como pudimos y nos dormimos. Luego de esto sí me desperté con un dolor de espalda mortal. Estábamos cansados y nos sentíamos sucios, pero todavía faltaba un último viaje para llegar a Paros.

Subimos al tercer ferry y comenzamos el viaje mientras se veía el amanecer desde la borda. Este viaje no fue tan pesado y aprovechamos para leer, escuchar música y disfrutar del paisaje. Casi dos horas después, más de veinticuatro desde que salimos de Kusadasi, llegamos al puerto de Paros en donde no teníamos alojamiento.

Al bajar del barco nos esperaban tres o cuatro hombres ofreciendo estadía. Conversamos con ellos, vimos lo que ofrecían y terminamos eligiendo uno que parecía bueno. Nos llevó hasta el lugar y nos gustó. Tampoco queríamos seguir recorriendo con las valijas a cuestas. Pagamos las dos noches por adelantado, nos entregaron el cuarto y poco después salimos en busca de un rico almuerzo. Vale destacar que no habíamos cenado la noche anterior ni desayunado ese día.



Dado que los precios no variaban mucho de un lugar a otro, elegimos uno ubicado en frente a una hermosa playa de agua cristalina y con piedras en el fondo. Nos sentamos en una mesa que estaba sobre la arena bajo la sombra de sombrillas de paja, muy bien ambientado. Parecía que Paros había sido una buena decisión después de todo. Con ganas de recorrer la pequeña isla, alquilamos una moto por veinticuatro horas y comenzamos el tour.



Nosotros estamos alojados en Parikia, la capital de la isla. Desde ahí comenzamos nuestro recorrido de la mitad norte de Paros. Ya de arranque nos dimos cuenta que estábamos en lugar paradisíaco. Nos detuvimos por primera vez en la zona de Kolimbithres, en donde hay varias playas SOÑADAS. Con agua tibia, cristalina, arena fina y poca gente, este parece ser el lugar ideal para quienes quieren descansar y desenchufarse de todo. Me bañé en una de ellas para comprobar la espectacularidad del agua y luego seguimos. Llegamos hasta el extremo norte de la isla y luego volvimos sobre nuestros pasos hasta uno de los lugares más conocidos de Paros, Naoussa. Este lugar tiene una ciudad muy movida, con varios restaurantes, pubs y concentra a la gente joven según pudimos ver. Tiene una muy buena playa ubicada en una bahía que se puede apreciar desde un barranco. Sacamos un par de fotos pero no bajamos; seguimos nuestro camino  por la costa este hasta una playa llamda Punda.



Punda es el “pequeño Mykonos” de la isla. Aquí hay un parador donde se junta muchísima gente joven, ponen música para bailar, se hacen desfiles en traje de baño y tiene toda la pinta que es zona de levante. Queríamos ver cómo era estar ahí ya que no íbamos a ir a Mykonos. Tal vez porque no es la época más concurrida o porque no era la mejor hora, pero no era la locura que esperaba. Es un parador muy bonito donde se juntan los jóvenes, hay música, reposeras, piscina y una barra para comprar bebidas, pero el ambiente era muy lindo y tranquilo. El agua era igual de espectacular que todas las demás vistas hasta ahora. Me bañé un par de veces y luego nos fuimos para terminar el recorrido.

Volvimos hasta el hotel en Parika pero por una ruta diferente. Esta vez cruzamos la isla de este a oeste con una vista espectacular desde lo alto de las sierras de toda la isla, las diferentes costas y los pueblos que se encuentran desperdigados por todo el territorio. Vimos muchas banderas griegas o las casas que son un símbolo de este país, blancas con una cúpula en el techo pintada de azul, al igual que las puertas y los postigones de las ventanas. HERMOSO lugar, la verdad que por suerte Paros nos sorprendió para bien.
Nos detuvimos en un supermercado para comprar la cena, la cual sería refuerzos de jamón y queso.

Encontré chocolatada, cosa que me hizo muy feliz, compramos frutas varias y nos fuimos. Llegué al hotel con lo que se conoce como el “bronceado de camionero”; los brazos achicharrados desde donde termina la manga hasta la muñeca. Culpa de la moto. Dejamos nuestro súper vehículo estacionado y volvimos a la terraza de nuestra habitación para merendar. ¡Esto es vida!

Si bien los planes originales para el resto del día eran volver a salir y recorrer, Ro se acostó y se durmió al toque y yo aproveché para ponerme al día con el blog, luego me tiré en la cama a leer un rato y ahí quedé. Me desperté cerca de las once de la noche, miré la hora y me volví a dormir.

Día 106 – Samos


A los efectos de comenzar esta tercera etapa con algunos pormenores resueltos de antemano, decidimos hacer las reservas de algunos de los hoteles. Nuestro itinerario original era pasar una noche en Samos al llegar, luego viajar hasta Mykonos y quedarnos las siguientes dos noches, tomar un nuevo ferry hasta Santorini y quedarnos ahí tres noches y finalmente volar a Atenas para completar la estadía. Para no llegar al puerto y tener que andar cargando con las valijas, buscando un sitio para alojarnos, hicimos reserva en Samos y en Santorini. No así en Mykonos porque lo que encontramos en internet era todo muy caro y además para tener dos días de margen por las dudas.

Salimos a las nueve de la mañana en el ferry desde Kusadasi con rumbo a Samos en un viaje de dos horas. El día estaba soleado y caluroso, el agua azul y limpia, todo era perfecto. Perfecto hasta que llegamos al puerto.

Luego de hacer el trámite de migración en la aduana, fuimos caminando tirando de las valijas hasta las oficinas de ferrys que se encuentran en frente al puerto. En total éramos cerca de treinta personas del grupo que habíamos llegado juntos. Algunos con intenciones de irse directamente hasta Mykonos, otros a Santorini y otros quedarse en Samos, igual que nosotros. Nuestra intención para ese momento era reservar lugar en el ferry del día siguiente rumbo a Mykonos. Resulta que solamente había servicio de ferry para ese mismo día y el domingo siguiente. Por lo tanto, debíamos elegir entre irnos esa misma tarde y perder la reserva ya paga del hotel de Samos, o quedarnos hasta el domingo, renunciar a Mykonos e igualmente perder un día de la reserva ya hecha en Santorini. ¡Arrancamos mal!

Obviamente que a mí se me vino el alma al piso y me re amargué. Odio tirar la plata y eso era lo que nos estaba pasando. Ro que toma una postura mucho mejor que yo para esto se mantuvo calma y me consolaba a mí. Esta vez la suerte no estaba de nuestro lado. Al final decidimos perder la reserva del día y partir en el ferry de la tarde junto a casi todos nuestros compañeros rumbo a la isla de Syros; ahí tendríamos que hacer escala y tomar otro ferry para continuar nuestro camino.

La señora que nos atendió se portó re bien, busco todas las alternativas posibles pero todas tenían su lado negativo. Hicimos la cola para comprar los boletos y mientras esperábamos un compañero nos comentó que algunos habían cambiado los planes y en vez de irse a Mykonos se iban a otra isla llamada Paros. La razón era que es menos turística que Mykonos, o al menos no tan cosmopolita, más tranquila, más barata pero igualmente muy hermosa. Lo pensamos con Ro y a último momento decidimos cambiar nuestro itinerario; tal vez con ello cambiaríamos también nuestra suerte. Queríamos evitar tener que llegar a Mykonos y pagar una fortuna por cada noche de hotel.

Para llegar a Paros entonces, debíamos esperar hasta las seis de la tarde y ahí tomar el ferry hasta Syros; dicho viaje duraba NUEVE horas. Llegábamos a nuestro destino transitorio a las tres de la mañana y el siguiente ferry partía recién a las SIETE. Eso implicaba que teníamos que esperar por ahí, en la calle, hasta que fueran al menos las seis para poder subir al barco. Ese segundo viaje duraría una hora y media para luego al fin llegar a Paros. Todo indicaba que las siguientes horas iban a ser DURAS.

Tras sacar todos los boletos restantes, con el objetivo de evitar más problemas, fuimos a comer a un restaurante con vista al puerto. Aprovechamos que tenía wifi para mandar un mail al hotel y avisar que no íbamos a poder alojarnos ese día. Tal vez con eso lográramos algo. Almorzamos algo rico pero ya no barato e hicimos un poco de tiempo. Teníamos que esperar hasta las cinco para poder ahí recién subir al barco. Muy aburridos en una ciudad que parece muy acogedora, salímos a caminar por la rambla para conocer algo durante nuestro tiempo ocioso. FUE IMPOSIBLE. El calor era abrumador y no se aguantaba. Desconozco la temperatura exacta pero superaba los cuarenta grados. Al final nos sentamos a la sombra en un callejón para esperar.

Finalmente llegó la hora de irnos. El ferry era un barco ENORME en donde no solo viajan personas, sino que también llevan autos, camiones, containers con mercadería y quien sabe cuántas cosas más. ¡Tenía cuatro pisos! Intentamos subir entre los primeros para conseguir sillones cómodos que hicieran menos sufridas las horas venideras. Conseguimos uno bastante grande y lo rodeamos con nuestras mochilas para ahuyentar al resto de los viajeros. Lo logramos.

Las primeras horas de viaje se hicieron bastante largas. Hacíamos lo que podíamos para no morirnos del aburrimiento, pero costaba. Al final el cansancio pudo más que nosotros y nos dormimos arrollados en el sillón durante las últimas dos o tres horas. Obviamente no fueron de sueño continuo y relativamente profundo. Es imposible descansar en esa posición y nos levantamos totalmente contracturados. Llegamos a destino, el primero de ellos. Estábamos más cerca.

Destino 17: Grecia


Las paradisíacas islas griegas son nuestro primer destino de esta nueva etapa. Permaneceremos en ellas diez días en los que vamos a recorrer tres diferentes islas hasta llegar a la capital, Atenas.

Comenzando por la isla de Samos, a la que llegaremos en Ferry desde Kusadasi en Turquía. Desde ahí partiremos luego hacia la isla de Syros en donde haremos escala unas horas para luego tomar otro ferry hasta Paros. En esa isla tranquila y desconocida para nosotros estaremos dos noches y luego haremos un último viaje en barco hasta la popular isla Santorini ubicada al sur del país. Luego de tres noches más abordaremos un nuevo avión que nos llevará hasta Atenas en donde visitaremos entre otras cosas, el antiguo Partenón.

Finalmente, abandonaremos el país y volaremos una vez más en lo que será nuestro antepenúltimo vuelo para aterrizar en la ciudad olímpica, Londres.


Tercera etapa: Solos por Europa


Finalizamos la segunda etapa de este viaje, dos meses y medio con el grupo. Conocimos muchísimo, disfrutamos un montón e hicimos varios amigos nuevos, afectas que vamos a extrañar en los próximos meses. De todas maneras, empieza ahora un tercer capítulo de esta historia, nuestro viaje por Europa.

Comenzamos recorriendo las islas griegas, desde ahí viajaremos en avión hasta Londres, luego parís y ahí nos entregarán la camioneta con la que recorreremos gran parte del viejo continente. Haremos un circuito que termina en el sur de Francia en donde debemos devolver el vehículo y continuamos en tren por España hasta volver a casa después de tanto tiempo.

Será todo un desafío porque ahora seremos Ro y yo solos, resolviendo adversidades y superando obstáculos. Tenemos muchas ganas, soñamos con esto durante mucho tiempo y parece mentira que ya esté comenzando. Ahora solo resta vivirlo y disfrutarlo al máximo.

Tercera etapa: Solos por Europa


Finalizamos la segunda etapa de este viaje, dos meses y medio con el grupo. Conocimos muchísimo, disfrutamos un montón e hicimos varios amigos nuevos, afectas que vamos a extrañar en los próximos meses. De todas maneras, empieza ahora un tercer capítulo de esta historia, nuestro viaje por Europa.

Comenzamos recorriendo las islas griegas, desde ahí viajaremos en avión hasta Londres, luego parís y ahí nos entregarán la camioneta con la que recorreremos gran parte del viejo continente. Haremos un circuito que termina en el sur de Francia en donde debemos devolver el vehículo y continuamos en tren por España hasta volver a casa después de tanto tiempo.

Será todo un desafío porque ahora seremos Ro y yo solos, resolviendo adversidades y superando obstáculos. Tenemos muchas ganas, soñamos con esto durante mucho tiempo y parece mentira que ya esté comenzando. Ahora solo resta vivirlo y disfrutarlo al máximo.

Día 105 – Ruinas de Efeso, Basílica de San Juan y Kusadasi


Dejamos el hotel a eso de las siete de la mañana y comenzamos un nuevo viaje por las tierras turcas. Esta vez iríamos hasta la antigua ciudad de Efeso para un par de visitas muy interesantes y finalmente llegaríamos hasta la ciudad de Kusadasi donde pasaríamos la noche.

Luego de tres horas más de viaje en ómnibus, lo que totaliza cerca de mil millones de horas de viaje en ómnibus para esta semana, llegamos a Efeso. Aquí y como para romper el hielo, visitamos la casa donde vivió la Virgen María hasta el día de su muerte. Vale aclarar que no se puede probar científicamente que esa fue su casa. Se cree que dicha hipótesis es correcta en base a ciertas premisas. Entre ellas, que el evangelista San Juan huyó de Jerusalén a causa de la persecución a los cristianos y se llevó con ella a la Madre María. En esta misma ciudad se encuentra la tumba de San Juan en donde hay escrituras del siglo uno en donde dice que ellos vivieron en Efeso.

La casa fue encontrada gracias a una visión que tuvo una religiosa alemana llamada Catalina Emmerich en la cual vio a la Virgen María en esta casa en el transcurso de sus últimos años de vida y la colina donde se encontraba ubicada. Esto fue publicado en un libro y despertó la atención de algunos científicos que lograron encontrar la colina y la casa tal como eran descriptas por la visión. La religiosa alemana nunca había estado en el lugar pero los detalles de su descripción eran impresionantes. Queda en cada uno creer o no.



Actualmente es un templo en donde se hacen misas y mucha gente va a rezar y pedir deseos. Incluso hay una pared de piedra en donde dejan papeles atados con sus deseos. Había MUCHISIMOS. Además, es un punto de interés turístico, tanto internacional como local, ya que si bien los turcos en su mayoría son musulmanes, para estos María también existió y fue la madre de Jesús. La diferencia que tienen con los cristianos es que ellos no creen en que Jesús era el hijo de Dios, sino que era un profeta más, al igual que Mahoma, y que María era su madre pero no era Virgen ya que estaba casada.

La casa está ubicada en la cima de una colina, muy cercana a las ruinas de la antigua ciudad de Efeso. Esta fue la tercera construida por los griegos que habitaron esta zona. La primera se desconoce dónde estaba ubicada. La segunda estaba muy cercana a la tercera pero fue abandonada por sus habitantes ya que había sido construida sobre el mar y tenía un importante puerto y éste fue retrocediendo con el paso del tiempo. Así construyeron la tercera ciudad de Efeso, nuevamente cerca del mar.

Se sabe que era una ciudad enorme y que los restos que hasta hoy se han encontrado no representan más que el 20% de lo construido. La ciudad estaba ubicada en un valle entre dos colinas; una de ellas es la misma en la que se encontraba la casa de la Virgen María. Hicimos el recorrido desde lo alto hasta la zona donde una vez estuvo ubicado el puerto.

La zona más alta era la dedicada a los asuntos políticos. Entre otras edificaciones, ahí se encontraba el parlamento en donde se discutían diferentes temas. Era algo parecido a un anfiteatro, con forma de semicírculo y un escenario. Continuamos descendiendo por el camino y pasamos por la puerta de Heracles, que era una puerta por donde solo pasaban los políticos y estaba restringido al resto del pueblo. Vimos ahí también entre los restos una figura de la Diosa griega Nike, de donde surge la hoy en día popular marca deportiva. Una curiosidad del camino que lleva hasta la puerta de Heracles es que el mismo estaba adornado con estatuas del emperador. Cuando se cambiaba de autoridad suprema, éstos querían sacar esas estatuas y poner nuevas de ellos, pero como eran muy pesadas y difíciles de mover porque eran de mármol, les cortaban la cabeza y dejaban la estatua del cuerpo.

Desembocamos por ese camino en la gran biblioteca de la ciudad, una de las imágenes características de Efeso. Es conocida por su enorme y espectacular fachada con altos pilares. Finalmente entramos en la zona del teatro e ingresamos al mismo por la entrada que usaban los actores, directo al escenario. También caminamos por las grades del enorme y majestuoso lugar, imaginando como sería hace miles de años en su época de mayor esplendor.



Al terminar el recorrido de casi dos horas, ya era pasado el mediodía y el calor era AGOBIANTE. Incluso vimos un par de turistas asiáticos que se desmayaron y debieron ser atendidos por una ambulancia. Volvimos al autobús  y nos llevaron hasta el restaurante donde tendríamos el último almuerzo con el grupo. 

Por la tarde visitamos la basílica de San Juan, o mejor dicho, lo que queda de ella. Está ubicada en un lugar muy alto con una gran vista y dentro está la tumba donde yacen los restos del famoso evangelista católico.

Con eso terminamos las visitas del grupo. Volvimos al bus y en él fuimos hasta el hotel en Kusadasi. En esa ciudad terminamos esta segunda etapa del viaje con el grupo. Al día siguiente tomaríamos el ferry hacia la isla de Samos en Grecia para comenzar así la tercer y última parte de este viaje, solos Ro y yo por Europa.

Día 104 – Castillo de algodón, Pamukkale

Nuestro EXTREMADAMENTE movido itinerario indicaba que para el día de hoy visitaríamos la ciudad de Pamukkale, pero especialmente las piscinas termales naturales.

Para variar nos despertamos muy temprano para aprovechar el día al máximo, ya que teníamos aproximadamente siete horas de viaje en ómnibus desde Konya donde nos estábamos alojando. Obviamente me dormí en cuanto comenzamos el viaje y recién me desperté dos horas después cuando hicimos la parada técnica en los baños.

El viaje es soportable al hacerlo durmiendo aunque cada vez estamos más acalambrados de los asientos del bus. Así continuamos nuestro camino en tandas; la segunda parada fue para almorzar en un restaurante en la carretera. Luego volvimos a la ruta un par de horas más antes de llegar a nuestro destino.

Pamukkale significa literalmente “Castillo de algodón”, nombre que le dieron sus descubridores justamente por el aspecto que tienen las formaciones rocosas. En la ciudad hay aguas termales con alto contenido en ciertos minerales que con el paso del tiempo dejaron los residuos que les dieron a las rocas el color blanco que tienen hoy en día. Además, el agua que corre por la colina en forma permanente provocó la erosión que simula la suave forma del algodón y la formación de las piscinas naturales.



En pocas palabras, Pamukkale es algo IMPRESIONANTE. De lejos parece una colina cubierta de nieve y recién al pisarla y sentir el contacto con la piedra dura y áspera uno cae en la realidad del tipo del suelo sobre el que se está. Cuesta creer que las piscinas sean naturales pero bueno, supongo que la naturaleza quiso darse un gustito por esta zona del mundo.

El castillo de algodón está ubicado en la antigua ciudad de Hierápolis. Aún se puede apreciar algunas ruinas que permanecen bastante conservadas como un teatro y columnas de algunos edificios. Las piscinas son abiertas al público y uno puede bañarse en ellas libremente aunque son muy llanitas. Para conservar el color fantástico de la piedra sólo se puede pisar descalzo. También hay una piscina muy grande con la misma agua y ambientada para el turismo en la cual se puede bañar pero hay que pagar y no es barata.

Caminamos por las aguas termales de las piscinas que son bastante turbias, lo que las hace más extrañas todavía. La vista desde la cima es espectacular al igual que todo; lo único en contra eran el calor impresionante y el resplandor. Pasamos ahí dos horas y media para luego irnos al hotel.




Nos alojamos nuevamente en un cinco estrellas (aunque no era la gran cosa) y como llegamos temprano fuimos directo a la piscina. Nos acompañó el guía que además pidió que pusieran música movida que acompañara; era una fiesta. Se nos fueron las horas conversando con los compañeros y luego a la noche disfrutamos de una rica cena, con una temperatura envidiable, al aire libre y bajo el cielo estrellado, al costado de la piscina y con música en vivo. Y por si todo esto no alcanza, en la cena había ¡pollo a la plancha con puré de papas y mayonesa! Comí hasta morir, pero…como dice el dicho, “panza llena, corazón contento”. Así culminamos otro día con una largo viaje pero habiendo conocido otra pequeña maravillosa parte del mundo.

jueves, 26 de julio de 2012

Día 103 – Museo de Goreme, las chimeneas de las Hadas, Ciudad de Avanos y llegada a Konya


Comenzamos una nueva jornada en este muy lindo país, en el que nuevamente tendríamos que hacer un viaje de varias horas hasta la ciudad de Konya. De todos modos, primero haríamos un recorrido por Cappadocia, famosa por las formaciones muy particulares de rocas originadas con antiguas erupciones volcánicas.

Según nos contaban, todos los días se elevan temprano montones de globos con cerca de veinte personas cada uno para hacer un recorrido por la zona y ver el amanecer. Seguramente es algo hermoso de ver, pero muy caro y no teníamos tiempo en nuestro apretado itinerario. Al menos cuando nos levantamos para ir desayunar vi pasar algunos a los lejos en el horizonte y pude sacarles algunas fotos.



Tras el desayuno hicimos el check-out en el hotel, y viajamos pocos minutos hasta llegar al denominado Valle de los Monjes. Este lugar está construido enteramente en las piedras de “tuba” en donde hicieron capillas, dormitorios, cocinas, almacenes. Tallado directamente en la roca por la poca resistencia que ésta opone y aún siendo suficientemente dura y confiable, armaron en ese valle una ciudad en donde vivían monjes. Está muy bueno ver la forma en que esculpieron puertas, ventanas, altares en las capillas y hasta una gran mesa en la cocina. Caminamos por la ciudad observando los distintos lugares y al rato seguimos con la segunda visita.

La siguiente parada fue en las chimeneas de las hadas como se le conoce, que es un lugar con picos de la misma piedra con formas muy particulares; el arte caprichoso de la naturaleza. Si bien tiene ese nombre las formas son como de techos empinados o simplemente picos. Es muy curioso que con la erosión y el paso del tiempo hayan terminado así, pero es muy agradable de ver. Caminamos a los pies de los altos picos y nos metimos en algunas de las cuevas de la zona. 



En tercer lugar nos detuvimos en un mirador desde donde se puede ver más formaciones rocosas extrañas pero además una muy particular conocida como “el camello”. Es que dicen que se parece a dicho animal aunque en verdad es más similar a un caracol, pero bueno. Alguien llegó primero que nosotros y la bautizó el camello así que poco importa cómo nosotros interpretemos su figura.



Para ir redondeando la mañana, continuamos viaje hasta una ciudad llamada Avanos famosa por sus artesanías de arcilla. Además, por ella pasa un río al que se le conoce como el río rojo porque la arcilla que se puede obtener de él tiene un color rojizo con el que hacen dichas artesanías. En poco más de media hora que estuvimos en el lugar hicimos un pequeño recorrido. Es un muy bonito pueblo, totalmente diferente a Estambul. Tal como nos dijo el guía en una oportunidad, es como si Estambul fuera un país con una realidad y el resto de Turquía otro totalmente diferente. Estambul concentra muchísima gente y es una ciudad muy activa que parece nunca descansar. El resto del país es mucho más tranquilo, con hermosos paisajes naturales, campos con cultivos y pueblos pequeños muy humildes y sencillos.

Ya al mediodía hicimos una última parada en un mirador para tener un último panorama de las formaciones única de Cappadocia antes de detenernos para almorzar. Hicimos un corte de una hora para alimentar nuestros cansados cuerpitos en un restaurante local. Nos sirvieron sopa, pan con queso, ensalada mixta y una especia de guiso liviano con carne. Estaba rico, nada del otro mundo, pero cumplió con su fin. Volvimos al ómnibus y a la carretera para viajar cerca de tres horas y media más hasta llegar a la ciudad de Konya donde pasaríamos la noche.



Volví a dormirme en el viaje, cosa que no me resulta nada inconveniente ya que así las horas parecen un poco más cortas. Sin paradas en el medio llegamos a dicha ciudad en donde antes de ir al hotel hicimos la última visita del día, la mezquita de Mevlana. Mevlana es un hombre quien creó una secta hace muchísimos años cuya base fundamental está en recibir y dar a los demás fomentando la ayuda y el amor al prójimo. Algo así. No es algo muy relevante para nosotros o la historia del país en donde hoy en día las sectas están prohibidas aunque el Estado en sí no tiene una religión oficial. El lugar es una mezquita y además la tumba del fundador de la secta y sus familiares. Los mevlana tienen un baile típico que luego pasó a ser casi ceremonial en el cual utilizan unos trajes holgados largos y blancos y giran sobre un mismo lugar durante mucho rato sin marearse. Bastante extraño.

Finalmente llegamos al hotel cinco estrellas donde dormiríamos pero era ya bastante tarde como para poder aprovechar la mayoría de los servicios que ofrece el mismo. Nos recomendaron cenar temprano porque la ciudad de Konya es muy tradicional y se respeta mucho el mes de Rammadam en el que nos encontramos ahora mismo. De acuerdo a él, los musulmanes hacen ayuno desde que sale el sol hasta que se pone en la tarde. Hicimos caso a la sugerencia y ya luego de la cena volvimos a la habitación para descansar un poco y luego dormir. Al día siguiente tendríamos nuevamente varias horas de viaje hasta una nueva ciudad.

lunes, 23 de julio de 2012

Día 102 – Camino a Cappadocia y Ciudad subterránea


El despertador sonó a las cuatro y media de la mañana y me levanté en seguida, porque sabía que si me quedaba en la cama me iba a volver a dormir. Subimos a desayunar al noveno piso del hotel con tiempo para comer tranquilos. A las seis y cuarto el bus partió desde el hotel. Para este día teníamos programado llegar hasta la ciudad de Cappadocia, pasando primero por la capital del país, Ankara. En total, unos SETECIENTOS CINCUENTA KILÓMETROS, cuatrocientos cincuenta hasta Ankara y trescientos más hasta Cappadocia. ¡MORTAL!

Las primeras dos horas prácticamente no las sentí porque estaba tan cansado que me dormí en cuanto el ómnibus arrancó. Hicimos una parada técnica para ir al baño y luego seguimos nuestro camino. El ómnibus volvió a arrancar y yo me volví a dormir casi instantáneamente de las formas que podía en la incómoda butaca. No hace falta aclarar que quedé acalambrado.

En algún momento durante el trayecto, el bus empezó a fallar. No tengo ni idea qué era lo que pasaba porque el chofer hablaba con alguien que lo auxiliaba por teléfono en turco y el guía tampoco supo del todo dónde estaba el problema; algo con el motor. Estuvimos detenidos un rato hasta que de alguna manera lo arreglaron y reanudamos nuestro camino.

Al llegar a Ankara no hicimos un paseo por la ciudad y capital del país, sino que simplemente visitamos el Mausoleo de Ataturk, padre de la patria y héroe nacional. Fue el primer presidente de la Turquía democrática una vez que consiguieron la independencia en 1923 y contribuyó muchísimo a sacar el país adelante. Ankara es la segunda ciudad más importante aunque es mucho menos poblada que Estambul con cuatro millones y medio de habitantes.

Luego de esa corta visita viajamos casi una hora más hasta el restaurante donde almorzaríamos. Sirvió también para estirar las piernas pero no por mucho porque al ratito ya estábamos de nuevo en la ruta. Pasamos por la segunda laguna más grande del país que tiene la particularidad de que es sumamente salada, tanto que durante el verano la mayor parte del agua se evapora y se puede ver una capa de sal de hasta treinta centímetros de espesor que le da un aspecto blanco. No pudimos bajar para verla de cerca, pero era algo muy llamativo porque tiene aproximadamente 160.000 kilómetros cuadrados en los cuales el suelo era blanco. Otros turistas sí bajaron hasta ella y caminaban por encima del residuo salino, una locura. De esta laguna se abastecen muchísimas industrias de la zona que producen cerca del 75% de la sal consumida en todo el país.

Intenté volver a dormirme para así acortar el camino y lo logré. Igualmente pasaron cerca de dos horas y todavía estábamos lejos del destino. El último tramo lo aproveché admirando los espectaculares paisajes de la campiña turca con sus montañas, campos verdes y pueblos muy sencillos en donde la agricultura es la base de la vida.

El ómnibus cada tanto seguía fallando cada tanto pero siempre retomábamos el camino. Finalmente llegamos a Cappadocia, en donde visitamos la antigua ciudad subterránea antes de ir al hotel. Resulta que en este lugar hay un volcán muy grande que ya no está activo, pero que hace muchos años dejó formaciones rocosas en la zona con la lava que secaba y la erosión con el paso del tiempo. Se formó así una montaña de una piedra llamada “tuba” que es muy blanda y se podía trabajar fácilmente. Esto fue descubierto y aprovechado por los lugareños y en épocas de guerra varias civilizaciones comenzaron a construir una ciudad escondida en la montaña para evitar ser asesinados. Poco a poco la iban ampliando hasta que llegó a tener ocho pisos subterráneos en donde vivieron hasta ocho mil personas. Ingresamos en la ciudad subterránea y descendimos hasta el cuarto nivel. Es inimaginable la vida ahí adentro pero después de lo visto en los túneles de Cu Chi en Vietnam, no me extraña tanto.

Al concluir el recorrido partimos por fin al hotel al cual llegamos más de trece horas después de haber salido desde Estambul. Lógicamente estábamos agotados y acalambrados por tantas horas de viaje. Cenamos en seguida y luego nos fuimos a dormir porque al día siguiente volveríamos a irnos muy temprano.

Día 101 – Charla académica, Torre Galata y mucha caminata


Nos levantamos temprano, sin ganas y con sueño, para ir a la charla académica que por suerte la agencia había organizado para nosotros. A lo largo de una hora, primero nos hablaron un poco de la historia del país para llegar a ser lo que son hoy y luego un economista hizo lo propio con la economía actual turca. Al fin de cuentas no estuvo tan mal después de todo.

Terminada la charla volvimos a la habitación para resolver cómo íbamos a aprovechar el día. Al final, dado que nos dormíamos sentados suponemos que por el cansancio acumulado, hicimos una “siesta” hasta pasado el mediodía. Recién ahí sí nos despertamos un poco más recuperados y salimos del hotel. Volvimos a las caminatas, tal como en los viejos tiempos. Nuestra intención era llegar hasta la Torre de Galata que no teníamos mucha idea de qué era; solo que era una torre y que aparecía destacada en el mapa. Si valía la pena o no, lo sabríamos al llegar.

Llegamos hasta la peatonal e hicimos una pequeña parada técnica en la misma tienda de ropa que habíamos estado el día anterior para una última pasada por si se nos había escapado algo que valiera la pena. Vimos que no, por lo que nos fuimos en busca de algo para almorzar. Vaya sorpresa, encontramos un restaurante en donde comí una pata de pollo al horno con arroz y ensalada rusa. No solo estaba buenasa, sino que además era muy similar a lo que se consigue en Uruguay. ¡Casi me pongo a llorar de la emoción!

Ya con la panza llena arrancamos la caminata por la peatonal. La recorrimos en toda su extensión y seguimos el camino indicado al final con el que derivamos directo a los pies de la Torre. ¿Cómo no verla? Es una muy linda torre, bastante grande, más ancha que alta. Se puede subir hasta la cima en donde hay un mirador y un restaurante, pero como había que pagar bastante, nos conformamos con la vista desde afuera.



Cuando decidimos que habíamos visto suficiente, todavía era muy temprano como para volver, por lo que seguimos caminando. Estábamos bastante cerca del Bazar Egipcio en donde habíamos estado unos días antes. Cruzamos uno de los puentes que comunican la parte moderna de la ciudad con la antigua. En la parte de arriba del mismo, sobre la vereda al costado de la carretera, había montones de pescadores con más ganas intenciones de pescar que lo realmente conseguido. Por debajo del mismo hay otro piso con muchos restaurantes en donde se puede comer pescado fresco o el fish sanwdich (sándwich de pescado) que nos ofrecieron varias veces.



No entramos al Bazar, sino que nos mantuvimos en la periferia. Recorrimos un poco la zona hasta que finalmente nos sentamos en una pequeña cafetería porque estábamos bastante cansados. Juntamos fuerzas y comenzamos el retorno que cronometrado fue algo más de una hora aunque lo hicimos a ritmo de paseo. Lo más complicado era la zona de la Torre que tiene calles con grandes subidas verdaderamente MATADORAS.

En la peatonal hay varios puestitos de helados típicos del país que según estuve averiguando, se hacen con leche de cabra y tienen chicle adentro. Yo no sabía esta información por lo que decidí probarlos, ya que llama la atención porque los preparan ahí mismo y hacen todo un “acting” para servirlos bastante cómico. No era muy rico, bastante chicloso y raro, pero al menos es otra comida típica menos a probar.



Llegamos al hotel por la tardecita bastante fundidos pero con las intenciones de descansar un poco y volver a salir por la noche. Todo eso quedó en las intenciones, porque luego de estar un rato con la computadora actualizando el blog, nos bañamos y cenamos algo de fruta que habíamos comprado el día anterior para no tener que salir. Preferimos aprovechar para acostarnos temprano y descansar porque al día siguiente partiríamos muy temprano rumbo a Cappadocia.

sábado, 21 de julio de 2012

Día 100 – ¡Un centenar de días de aventura!


Llegamos a los cien días de viaje, ¡qué locura! Por un lado nos parece que fue hace poco tiempo que partimos desde el aeropuerto de Carrasco y por el otro Nueva Zelanda (nuestro primer destino) se siente tan lejos. Es contradictorio pero real. No es mucho, lo que dura una estación en el año, pero cuando vemos hacia atrás todo lo ya recorrido se siente realmente INCREÍBLE.

Como teníamos el día libre para recorrer a piaccere, elegimos no madrugar y levantarnos con tiempo apenas suficiente como para no perdernos el desayuno. Cuando llegamos al restaurante nos dimos cuenta que prácticamente TODOS habían tomado la misma elección; se está sintiendo el cansancio del trajín diario y esas “paradas técnicas” son fundamentales.

Arrancamos entonces recién a media mañana, sin apuro y la verdad que sin rumbo. Nuestro objetivo primario para el día era conseguir una valija suplente para mí porque la titular comprada hace tres meses en Uruguay está bastante maltrecha. Es raro porque la gente de los aeropuertos las RE cuidan y las tratan con cariño. No sé qué habrá sido. No podía seguir con esa así y no tengo cómo arreglarla por estos lares, así que hubo que ponerse. Obviamente acá no está Tienda Inglesa para salvarnos con algo bueno, bonito y barato, así que, como diría mi buen amigo Bruno, “me desplumaron”. Costó sus buenos pesos pero era imprescindible. Espero que dure por lo menos hasta que cumpla 85 años.

Luego de eso dejamos la valija en el hotel y volvimos a la zona de la peatonal con la idea de caminar hasta su final, pero no lo logramos. Sucede que en el medio nos encontramos con una tienda de ropa femenina a liquidación del 70%. Ahí nos encontramos con casi todas las chicas del grupo de viaje. Revolvimos TODO y encontramos bastantes cositas lindas para Ro. Lo fundamental y a la vez increíble es que entre las ocho cosas que compramos (estamos hablando de ropa buena y de marca, no imitaciones) gastamos aproximadamente mil doscientos pesos uruguayos. Ustedes dirán “¡What?!”. Créanlo, era más barato que los mercados que fuimos los días anteriores y la calidad muy superior. De todos modos, esto solo aplica a la ropa en liquidación, pero en una tienda de cuatro pisos, es MUCHÍSIMA.

Al salir de la tienda estábamos como locos y recorrimos un poco más de tiendas en busca de ofertas similares pero no las encontramos. Cansados de caminar decidimos hacer un corte para almorzar que era más que necesario. Para cuando había comenzado el proceso digestivo las fuerzas habían mermado de manera importante así que volvimos a nuestro recinto hotelero.

Por la tardecita volvimos a las calles, con ganas de cenar algo rico pero sin saber concretamente qué, fuimos de aquí para allá analizando alternativas hasta que terminamos en…McDonald’s. Sip, volvimos a caer en las garras de esta empresa multinacional de hamburguesas ricasas que simplemente me pueden. Si vale de algo, al mediodía almorcé una ensalada como para desintoxicarme y de postre en la noche comí fruta.

La noche estaba muy agradable, como todas, así que volvimos paseando y sin apuro hasta el hotel. Disfrutamos de las comodidades de la habitación de un hotel de tres estrellas (o no sé cuántas tiene) porque sabemos que nos queda poco de esto. Finalmente a descansar porque al día siguiente tempranito teníamos una charla académica…puaj.

Día 99 – Iglesia de Chora, Mezquita nueva, Bazar de las especias y paseo en barco por el estrecho de Bósforo


Subimos hasta el noveno piso del hotel en donde se encuentra el restaurante para desayunar. Ya con la panza llena bajamos hasta el lobby y luego subimos al bus para comenzar con los paseos de la jornada.

Volvimos hasta la zona de la denominada “Estambul antigua” y entramos a la Iglesia de Chora. Con una historia similar a la contada para la Iglesia de Santa Sofía, fue construida por los romanos y luego marginada por los musulmanes, hoy en día es un museo para los turistas. Es muy famosa porque tiene grandes mosaicos que cuentan historias de la Biblia que están muy bien conservados. Los mosaicos no son pinturas, sino que se forman con pequeñas piedras colocadas una junto a la otra y logrando así formar la imagen deseada. 
Algo muy lindo de ver y me resulta inimaginable las horas de trabajo que hay detrás de cada uno.



La siguiente parada fue junto a “El cuerno de oro”. En una de sus orillas y junto a uno de los puentes que cruzan el estrecho uniendo la parte antigua con la moderna de la ciudad, está ubicada la Mezquita Nueva. Es bastante más pequeña que la que habíamos visitado el día anterior pero con un formato muy similar. Hicimos un recorrido por su interior contemplando su arquitectura aunque no varía mucho con respecto a todas las mezquitas que vimos antes.



Para nuestra tercera visita solamente teníamos que caminar unos pocos pasos, ya que ahí al lado se encuentra el Mercado Egipcio o Mercado de las especias. Este lugar es un centro comercial bastante más pequeño que el Gran Bazar en donde se venden muchos condimentos, yuyos para té, miel y productos artesanales. Por fuera del reciento pero al lado del Mercado hay montones de tiendas en donde venden frutas, comidas y muchas cosas más. Nos dieron cerca de tres horas para recorrer (cosa que para nosotros era demasiado) y eso hicimos.

Comenzamos por el interior del Mercado. En uno de los comercios probamos té de manzana (muy rico) y unas golosinas típicas de aquí cuyo nombre no me acuerdo pero era similar al turrón que comemos en las fiestas sólo que mucho más blando. Si de algo sirve, puedo decir que estaba rico. Nos ofrecieron miles de cosas, azafrán de buena calidad (según ellos, no tengo ni idea de cómo se mide la calidad del azafrán), diferentes tipos de té, manzana, naranja, hibisco, menta, granada y otros más. Incluso nos ofrecieron un polvito para llevar de regalo a nuestros amigos y hacerles una bromita que era viagra natural bastante concentrado. Igualmente quédense tranquilos que no llevamos eso de regalo para nadie, pueden aceptar nuestra oferta de té o café tranquilos cuando la hagamos.



Como el mercado es grande pero muy repetitivo, nos cansamos y aburrimos al rato y todavía nos quedaba mucho tiempo libre. Hicimos una recorrida por los alrededores y encontramos un lugar muy lindo para comer en donde me probé el famoso Donar Kebab, la típica comida turca. Es pollo cortado en fetas y cocinado en unos pinchos enormes que se sirve en algo similar al pan de pita con tomate, lechuga, mayonesa y aceitunas. Al menos así era el que yo comí que estaba BUENASASO. Ro no se la jugó y optó por un menú más tradicional con un refuerzo.

Al terminar la recorrida volvimos al punto de encuentro para nuestro último paseo del día; caminamos hasta el puerto y subimos a un barco enorme que nos haría un tour por el cuerno de oro y luego por el estrecho de Bósforo. Desde ahí se puede apreciar la ciudad dividida en dos continentes (Asia y Europa) y ver las casas de algunos millonarios a las orillas del estrecho. El paseo estuvo muy lindo aunque estaba re ventoso y por momentos hasta recordamos aquella vieja sensación que hacía tiempo nos sentíamos…el frío.


El paseo duró una hora y media en total, por lo que al volver al hotel ya era bastante tarde aunque todavía no de noche. Nos quedamos un rato en la habitación descansando y volvimos a salir recién por la noche, para dar una vuelta y comer algo rico en esta bella ciudad antes de dar por concluido el día. 



jueves, 19 de julio de 2012

Día 98 – Palacio de Topkapi, Iglesia de Santa Sofía, Cisterna de Yerebatan, Mezquita azul, Hipódromo Bizantino y el Gran Bazar


Por primera vez en lo que va de esta segunda etapa, salimos en hora a los paseos. Tanto fue así que dos chicas que se demoraron quedaron en el hotel y tuvieron que tomar un taxi para encontrarse con nosotros. Como nosotros estamos alojados en la parte moderna de Estambul y nuestros puntos de interés están en la ciudad vieja, nos trasladamos hasta allí en ómnibus. De todos modos, todos están cerquita uno del otro por lo que luego del primero nos trasladábamos al siguiente a pie.

Estambul es una ciudad muy poblada con 15 millones de habitantes. Es también muy antigua, ya que fue fundada por los griegos hace muchísimos años y luego invadida por los romanos bajo el mando del emperador Constantino. Este último la denominó segunda capital de su imperio y nombró a la ciudad como Constantinopla. Tras un largo período de reinado los romanos fueron atacados por los Otomanos quienes tomaron el control de ahí en más. Si bien actualmente no es la capital del país, es la ciudad más habitada e importante desde el punto de vista comercial.

Nuestra primera visita fue al Palacio de Topkapi, uno de los sultanes que tuvo este país. Está ubicado estratégicamente en la ciudad con una vista panorámica muy buena del estrecho de Bósforo y una entrada de agua a la ciudad conocida como “el cuerno de oro”. Es muy grande el predio en donde se encuentra y dentro tiene varias edificaciones, para comer, para dormir, para reunirse y para relajarse. Hicimos una recorrida por todo el lugar y vimos  las joyas de la corona utilizadas en aquel entonces entre las cuales destacan un diamante de 38 quilates impresionante y una daga de oro con cuatro piedras preciosas incrustadas que eran espectaculares. También tuvimos suerte porque justo era el día en que se escenifica una marcha de guerra tal como se hacía originalmente con trompetas y tambores.

Al salir del Palacio caminamos hasta la Iglesia de Santa Sofía a pocos metros. Dicha Iglesia es muy famosa porque fue la primera Iglesia Católica que se construyó en la ciudad ya bajo el poder de los romanos, cuando cambiaron de religión del paganismo al catolicismo. Es la tercera construida con el mismo nombre ya que las dos anteriores fueron destruidas por un terremoto y por guerras. Es muy grande y HERMOSA, creo que la más linda que he visto en mi corta vida. Con la invasión de los Otomanos que eran musulmanes fue convertida en mezquita. Por suerte no tenían la concepción destructora de otras civilizaciones y en lugar de romper los murales o símbolos católicos que tuviera la misma, los taparon, por lo que hoy en día todo se encuentra muy bien conservado. Actualmente no funciona como Iglesia ni como Mezquita, sino que es simplemente un museo o un punto de interés turístico.



Salimos de ahí y nos trasladamos caminando una vez más hasta un lugar conocido como la cisterna de Yerebatan. Si bien el nombre puede resultar confuso y traer a la imaginación una cisterna como la que hay en los baños pero gigante, no es así. Esta cisterna, al igual que las muchas otras que había en la ciudad, fueron construidas por los romanos para como mecanismo de supervivencia. Es que en aquella época recibían muchas invasiones para conquistar la tierra y uno de los métodos para matar a sus rivales era cortando los suministros de agua a la ciudad. Para evitar esto, los romanos construyeron estas “cisternas” que en verdad eran tanques o depósitos ENORMES de agua como respaldo.

Al igual que la Iglesia, hoy en día no cumplen con su cometido, sino que son puntos turísticos. La cisterna de Yerbatan se destaca de las otras porque es muy grande, pero además porque durante su construcción se utilizaron columnas recicladas de otros Templos o edificios por lo que son todas distintas y para nada uniformes. Tal es así que una zona los romanos tuvieron que utilizar en dos oportunidades la cabeza de unas estatuas del antiguo Dios pagano Medusa para complementar las columnas que tenían cuya altura no era suficiente. Hoy en día se puede caminar dentro de la cisterna que fue reacondicionada y llegar hasta las cabezas de medusa. Se sabe que su única función era esa y no fueron utilizadas como símbolo de una diosa porque una está colocada al revés y la otra de costado ya que esos eran los tamaños que precisaban. Muy interesante, je.

Al mediodía nos dieron tiempo libre para almorzar y así lo hicimos. Si bien la oferta gastronómica es muy amplia, terminamos en el viejo y querido Mcdonald’s que al menos tenía un lugar al aire libre muy acogedor donde nos sentamos. Damos fe de que este restaurante es prácticamente igual en todas partes del mundo; lo hemos puesto a prueba.

Tras el almuerzo retomamos con la visita a la Mezquita conocida como La Mezquita Azul. Se le conoce así porque por dentro tiene montones de azulejos pintados a mano entro los cuales predomina ampliamente el color azul. Es un gran templo musulmán visitado por muchos turistas de todas partes del mundo pero que también es usado para ir a rezar. Era muy linda aunque similar a las otras mezquitas que ya hemos visitado. Para no ser menos que las otras, nos hicieron taparnos para poder ingresar; a Ro las piernas y los hombros y a mi solo las piernas.

Al salir caminamos un par de cuadras hasta la zona donde en la época de los romanos se encontraba el hipódromo. Allí se hacían las carreras de caballos que eran la principal atracción para el pueblo. Actualmente sólo quedan tres pilares que se sabe estaban ubicados en el medio de la arena y corrían alrededor de ellos. Todo el resto del predio hoy está tapado por las calles y veredas de la ciudad.
Para terminar los paseos fuimos caminando hasta la zona comercial conocida como el Gran Bazar. Es una edificación ENORME con más de cuatro mil tiendas en donde venden de todo. Con la premisa de regatear antes de comprar, ahí se encuentran miles de turistas cada día ya que es el público al que se apunta. 



Recorrimos gran parte del recinto y compramos algunas cositas aunque no mucho. La mayoría de los artículos se repiten de una tienda a la otra y si bien hay cosas muy lindas, somos conscientes de que todavía nos queda mucho viaje por delante como para complicarnos de manera innecesaria con más objetos.

Volvimos al hotel un par de horas después y fuimos derechito a la habitación para descansar un poco. No lo hice porque para variar me enganché con la computadora y el internet y se me fue todo el tiempo. Al rato volvimos a salir en busca de una rica cena. Había muchísimo movimiento en la calle una vez más, montones de locales abiertos y turistas comprando o cenando. Finalizamos así una larga pero muy agradable jornada por la ciudad de Estambul que es muy agradable.

Día 97 – Un cuarto de siglo en dos países


Llegó el 17 de julio, mí día en el año, mi cumpleaños. Sabía que iba a ser un día especial porque estamos en el extranjero, viajando, disfrutando mucho y porque iba a ser la primera vez EN MI VIDA que iba a pasar mi cumpleaños con calor, vistiendo short y remera.

Como justo nos tocaba viajar y por suerte quedamos en el vuelo de la mañana, nos levantaron tempranito para desayunar, aprontar todo e irnos al aeropuerto. Hicimos todo el tramiterío correspondiente y subimos al avión; dos horas y algo más tarde estábamos aterrizando en Estambul, Turquía, en donde tendríamos el resto del día libre para pasear.

Luego de dejar las cosas en el hotel y conseguir un mapa de la ciudad, salimos a caminar por el barrio. Cambiamos las libras egipcias que nos habían sobrado y con eso almorzamos un rica pasta. El lugar donde nos estamos quedando es muy lindo y pintoresco, en lo que se conoce como la nueva Estambul. Está repleto de turistas de todas partes del mundo, sobre todo europeos.




En dicha zona céntrica hay toneladas de restaurants y comercios; se encuentra además una gran calle peatonal de 2,5 kms de largo en donde se puede encontrar muchísimas tiendas de marcas internacionales. No completamos todo el recorrido pero sí hicimos bastante. Buscamos ofertas pero nada nos llamó demasiado la atención como para comprarlo. Al menos conocimos y sacamos bastantes fotos. El clima es espectacular porque ya no hace el mismo calor sofocante de países anteriores, sino que si bien hace calor como para andar de remera, temprano o por la tarde el cuerpo pide un poco más de abrigo.



Luego de tanta caminata volvimos al hotel para descansar un poco. Nuestra intención era volver a salir por la noche que es también muy movidita y buscar alguna de las tantas cefeterías para comprar mi torta de cumpleaños. Salimos un par de horas después y volvimos hasta la peatonal. Comimos torta en la terraza de una cafetería de tres pisos con una vista espectacular bajo el cielo estrellado. Pasamos re lindo.



Al rato volvimos al hotel recorriendo un poco más la zona y los montones de comercios que abundan en las calles. Ya era lo suficientemente tarde por estos lares como para poder hablar a casa con la familia y redondear así un cumpleaños sin lugar a dudas inolvidable.

Destino 16: Turquía


Nuestro último destino de esta segunda etapa será Turquía. Es el país más indicado para una transición de este tipo porque su territorio está parte en Europa y parte en Asia. Aquí nos despedimos de nuestros compañeros y de los hoteles de lujo para volver pasar a viajar solos y alojarnos en hostales, campings o lo que podamos encontrar.

Permaneceremos en este país un total de nueve días en los que recorreremos las ciudades de Estambul, Ankara, Cappadocia, Konya, Pamukkale y Kusadasi. Todos estos traslados serán en ómnibus, abandonando los aviones hasta que tengamos que ir a Atenas dentro de unas semanas.

Recorreremos como siempre las principales atracciones de cada lugar como para irnos de aquí con una idea bastante clara de lo más representativo; entre otras cosas, la Iglesia de Santa Sofía en Estambul, el gran bazar y el mercado de especias y navegaremos por el estrecho de Bósforo en Estambul, Ankara la capital del país, el denominado "castillo de algodón" en Pamukkale y la casa de la Virgen María en Kusadasi.
Luego de esto quedaremos totalmente libres para elegir nuestro camino comenzando así la tercera y última etapa de este maravilloso viaje cuando recorramos Europa en auto.


lunes, 16 de julio de 2012

Día 96 – Vuelta a El Cairo


Nos levantamos relativamente temprano, aprontamos todo y dejamos el hotel. Los que quedamos, fuera para seguir por Turquía, salir del grupo y seguir camino solos o volver a Uruguay, viajaríamos a la capital egipcia en dos horarios diferentes. Nosotros estábamos en el primer grupo.

El vuelo fue corto y con algo de turbulencias pero sin mayores problemas. Volvimos al hotel donde ya nos habíamos quedado en El Cairo. Dejamos nuestras cosas y fuimos al shopping que se encuentra al lado para almorzar y recorrer un rato. Era tanta la gente que había que tuvimos que comer parados casi la totalidad de nuestro almuerzo hasta que nos cedieron un par de sillas. Luego compramos algunas cosas en el supermercado, entramos a chusmear los precios de varias tiendas y volvimos al hotel.

Aproveché para ponerme al día con las publicaciones y hablar un rato a casa. Después de todo, al día siguiente viajaríamos temprano hacia un nuevo destino en donde pasaría un nuevo cumpleaños, especial sin lugar a dudas, alcanzando la nada despreciable suma de veinticinco años.

Días 94 y 95 – Más de Sharm El Sheikh y despedida


Para nuestro segundo día repetimos gran parte de lo hecho la jornada anterior. Nos levantamos temprano, desayunamos y nos fuimos al muelle. Luego un rato a la piscina de los toboganes y finalmente a los chorros de hidromasaje. Tras todo esto ya era pasado el mediodía y de estar tanto rato al sol sin protector solar quedamos rojos cual camarones y un poco insolados. Por suerte el efecto es menos nocivo que en Uruguay, sino hubiéramos lamentado seriamente nuestra irresponsabilidad.

Almorzamos refuerzos como estaba planeado y por la tarde aproveché para lavar ropa y leer un rato. Esta vez no fuimos al centro tan temprano, sino que nos quedamos en el hotel para aprovechar el día y nos anotamos para el bus de la noche. Esta noche teníamos el último evento del grupo de viaje en un salón del hotel a donde iríamos al volver.

Cenamos en el centro, más precisamente un Pizza Hut. La idea en parte era hacer un festejo anticipado de mi cumpleaños ya que el mismo día ya no estaríamos todos juntos. Luego remataríamos la celebración en el evento bailoteando un rato. En total éramos seis, Bruno, Matías, Marcela, Ceci, Ro y yo. Recorrimos las tiendas esquivando turistas europeos en su mayoría y cerca de la media noche volvimos al hotel.

El evento no fue la gran cosa. Cuando llegamos nos acomodamos en la pista y arrancamos a mostrar nuestro repertorio de pasos de los que hasta John Travolta sentiría envidia, pero se empezó a llenar rápidamente y cada vez estábamos más apretados. Nos íbamos corriendo mientras podíamos pero eso implicaba irnos separando del resto de nuestros amigos. Luego de un rato cuando ya la música no atraía y el lugar estaba copado por los inadaptados de siempre alcoholizados, nos fuimos a dormir.

Al día siguiente nos levantamos justo a tiempo como para no perder el desayuno. Luego de eso volvimos al muelle como siempre pero esta vez con mucho cuidado del sol. Nos tiramos un rato en las reposeras a disfrutar del lugar y la vista, algunos a escuchar música, otros a dormir una siestita y en mi caso a leer. Habíamos desayunado tanto y tan tarde que salteamos el almuerzo. Al rato de estar ahí volvimos a la habitación para conectarnos a internet y mantenernos actualizados con las noticias.



Por la tarde volvimos a la piscina donde habíamos quedado de encontrarnos con Bruno. Ya palpitando la despedida de nuestros amigos y sabiendo que eran las últimas horas junto a ellos antes de tomar rumbos diferentes. Al rato se nos juntaron varios más y así pasamos las horas conversando sobre la vida en los chorros de hidromasaje.

Por la noche fuimos todos en bus al centro para la cena de despedida. Ahora sí éramos un montón, conversamos un rato recordando algunas anécdotas siendo conscientes de que con algunos de ellos hacía tres meses que veníamos conviviendo a diario. La mayoría de la gente del grupo partiría en la madrugada rumbo a Jordania, mientras que nosotros nos iríamos más tarde en avión hacia El Cairo para al día siguiente viajar hasta Estambul, Turquía.

Al llegar al hotel nos despedimos de casi todos deseándonos mutuamente mucha suerte en el resto del camino. Sabemos que nos volveremos a ver porque el vínculo creado en estos meses es algo maravilloso y que queremos mantener. Llegó el día que veíamos tan lejano y si bien sabemos que es el fin de una etapa y que con Ro comenzaremos una nueva cuando viajemos solitos por Europa, se siente raro. Los llegamos a querer y los vamos a extrañar; sentiremos su ausencia pero eso es algo bueno porque significa que en verdad lo pasamos muy bien junto a ellos. Bruno y Matías nos fueron a despedir a la habitación. Nos sacamos una foto junto a estas dos personas tan agradables y nos dijimos adiós.



Armamos nuestras valijas y aprovechamos para hablar a casa un rato y saludar a nuestros padres en su día; después de todo, a ellos también los queremos y extrañamos mucho.

Días 92 y 93 – Sharm El Sheikh


Dejamos pasar el horario del desayuno y aprovechamos a dormir bastante para recuperarnos del cansancio acumulado. Es que la verdad la opción gastronómica matinal no era muy atractiva, casi todo basado en harina, y las horas de sueño en demasía no nos venían nada mal. Después de todo, habíamos salido desfavorecidos con respecto a otros compañeros y nosotros viajaríamos en el vuelo de la noche mientras que otros salieron tempranito. Las horas nos sobraban.

Al mediodía abandonamos el barco y salimos caminando hasta el centro con intenciones de recorrer un poco por nuestra cuenta como en los viejos tiempos. Los egipcios nos ACOSARON todo el camino ofreciendo transporte y paseos hasta diversos lugares que ya habíamos visitado; nos preguntaron miles de veces de donde éramos y la mayoría repetía mal el nombre de nuestro pequeño y querido paisito “¿Urguei?”. No tenían ni idea de lo que estábamos hablando.

Paramos a almorzar en un Mcdonald´s ya que no habíamos desayunado y además para descansar del calor agobiante del mediodía. Luego dimos una vuelta por un mercado en el que una vez más fuimos hostigados por los egipcios desesperados por vender algo. Compramos un par de recuerditos y después volvimos al barco.

Por la tarde solamente hicimos tiempo. Un poco de blog como para ponerme al día, algo de lectura y también de siesta. A eso de las siete de la tarde partimos rumbo al aeropuerto y volamos en un corto viaje hasta Sharm El Sheikh. Llegamos casi a media noche al hotel, directo a la habitación, dejar las cosas, darnos un baño y a dormir.

Al día siguiente volvimos a las madrugadas para encontrarnos con nuestros amigos. Desayunamos todos juntos y comenzamos nuestras actividades de ocio. Sharm El Sheikh es un balneario egipcio muy popular para los turistas extranjeros que vienen en busca de buenas playas para bucear, calor y relax.

Nos alojamos en un hotel cinco estrellas llamado Jolie Ville que es ENORME. Tiene una playa privada, una piscina que simula el “río lento” de los parques de agua que recorre todo el predio a la que se unen partes más grandes y abiertas, una de ellas con toboganes y unas canchas de voleibol y waterpolo. Además tiene otra piscina gigante con un bar en el medio y una zona de hidromasaje para quienes quieran relajarse y descontracturarse, cuatro canchas de tenis y una cancha privada de golf.

Arrancamos por la playa, que no es un lugar con arena para tirarse a tomar a sol como estamos acostumbrados, sino que tiene varios lugares con reposeras en diferentes terrazas y termina en cuatro muelles de madera para bajar por escalera hasta el agua o (como prefiero yo) saltar desde arriba. El agua era transparente y espectacular aunque MUY salada. Se puede ver claramente los peces y los arrecifes de coral lo que hace que sea casi paradisíaca.



Al rato cambiamos un rato para probar la piscina de los toboganes. Así estuvimos casi toda la mañana. Cortamos al mediodía para utilizar el internet del hotel y actualizar el blog y subir las fotos de una vez. Nos anotamos para tomar un ómnibus del hotel que nos llevaría a media tarde hasta el centro (porque el hotel está un poco alejado de todo) y mientras fuimos a almorzar a uno de los restaurantes del complejo.

En el centro hay un supermercado enorme como para hacer un surtidito de bebidas y algunas provisiones. Compramos pan, queso, tomate, mayonesa, papas y bebidas para hacernos nuestra cena y almuerzos subsiguientes. Recorrimos un poco el lugar aunque no mucho porque ya no nos quedaba tiempo y tomamos el ómnibus de vuelta al hotel. Al llegar nos quedaba poco más de media hora antes de que cerrara la piscina así que la aproveché.

En la noche nos juntamos en nuestra habitación con nuestro amigo Bruno y cenamos los refuerzos caseros escuchando música. Cerramos la jornada jugando a las cartas hasta la medianoche para luego irnos a dormir. Teníamos tres días para descansar en este lugar, sin actividades programadas, sin paseos, sólo relax.