Llegamos a los cien días de viaje,
¡qué locura! Por un lado nos parece que fue hace poco tiempo que partimos desde
el aeropuerto de Carrasco y por el otro Nueva Zelanda (nuestro primer destino)
se siente tan lejos. Es contradictorio pero real. No es mucho, lo que dura una
estación en el año, pero cuando vemos hacia atrás todo lo ya recorrido se
siente realmente INCREÍBLE.
Como teníamos el día libre para
recorrer a piaccere, elegimos
no madrugar y levantarnos con tiempo apenas suficiente como para no perdernos
el desayuno. Cuando llegamos al restaurante nos dimos cuenta que prácticamente
TODOS habían tomado la misma elección; se está sintiendo el cansancio del
trajín diario y esas “paradas técnicas” son fundamentales.
Arrancamos entonces recién a media
mañana, sin apuro y la verdad que sin rumbo. Nuestro objetivo primario para el
día era conseguir una valija suplente para mí porque la titular comprada hace
tres meses en Uruguay está bastante maltrecha. Es raro porque la gente de los
aeropuertos las RE cuidan y las tratan con cariño. No sé qué habrá sido. No
podía seguir con esa así y no tengo cómo arreglarla por estos lares, así que
hubo que ponerse. Obviamente acá no está Tienda Inglesa para salvarnos con algo
bueno, bonito y barato, así que, como diría mi buen amigo Bruno, “me
desplumaron”. Costó sus buenos pesos pero era imprescindible. Espero que dure
por lo menos hasta que cumpla 85 años.
Luego de eso dejamos la valija en
el hotel y volvimos a la zona de la peatonal con la idea de caminar hasta su
final, pero no lo logramos. Sucede que en el medio nos encontramos con una
tienda de ropa femenina a liquidación del 70%. Ahí nos encontramos con casi
todas las chicas del grupo de viaje. Revolvimos TODO y encontramos bastantes
cositas lindas para Ro. Lo fundamental y a la vez increíble es que entre las
ocho cosas que compramos (estamos hablando de ropa buena y de marca, no
imitaciones) gastamos aproximadamente mil doscientos pesos uruguayos. Ustedes
dirán “¡What?!”. Créanlo, era más barato que los mercados que fuimos los días
anteriores y la calidad muy superior. De todos modos, esto solo aplica a la
ropa en liquidación, pero en una tienda de cuatro pisos, es MUCHÍSIMA.
Al salir de la tienda estábamos
como locos y recorrimos un poco más de tiendas en busca de ofertas similares
pero no las encontramos. Cansados de caminar decidimos hacer un corte para
almorzar que era más que necesario. Para cuando había comenzado el proceso
digestivo las fuerzas habían mermado de manera importante así que volvimos a
nuestro recinto hotelero.
Por la tardecita volvimos a las
calles, con ganas de cenar algo rico pero sin saber concretamente qué, fuimos
de aquí para allá analizando alternativas hasta que terminamos en…McDonald’s.
Sip, volvimos a caer en las garras de esta empresa multinacional de
hamburguesas ricasas que simplemente me pueden. Si vale de algo, al mediodía
almorcé una ensalada como para desintoxicarme y de postre en la noche comí
fruta.
La noche estaba muy agradable,
como todas, así que volvimos paseando y sin apuro hasta el hotel. Disfrutamos
de las comodidades de la habitación de un hotel de tres estrellas (o no sé
cuántas tiene) porque sabemos que nos queda poco de esto. Finalmente a
descansar porque al día siguiente tempranito teníamos una charla académica…puaj.
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