Subimos hasta el
noveno piso del hotel en donde se encuentra el restaurante para desayunar. Ya
con la panza llena bajamos hasta el lobby y luego subimos al bus para comenzar
con los paseos de la jornada.
Volvimos hasta la
zona de la denominada “Estambul antigua” y entramos a la Iglesia de Chora. Con
una historia similar a la contada para la Iglesia de Santa Sofía, fue
construida por los romanos y luego marginada por los musulmanes, hoy en día es
un museo para los turistas. Es muy famosa porque tiene grandes mosaicos que
cuentan historias de la Biblia que están muy bien conservados. Los mosaicos no
son pinturas, sino que se forman con pequeñas piedras colocadas una junto a la
otra y logrando así formar la imagen deseada.
La siguiente parada
fue junto a “El cuerno de oro”. En una de sus
orillas y junto a uno de los puentes que cruzan el estrecho uniendo la parte
antigua con la moderna de la ciudad, está ubicada la Mezquita Nueva. Es
bastante más pequeña que la que habíamos visitado el día anterior pero con un
formato muy similar. Hicimos un recorrido por su interior contemplando su
arquitectura aunque no varía mucho con respecto a todas las mezquitas que vimos
antes.
Para nuestra tercera
visita solamente teníamos que caminar unos pocos pasos, ya que ahí al lado se
encuentra el Mercado Egipcio o Mercado de las especias. Este lugar es un centro
comercial bastante más pequeño que el Gran Bazar en donde se venden muchos
condimentos, yuyos para té, miel y productos artesanales. Por fuera del
reciento pero al lado del Mercado hay montones de tiendas en donde venden
frutas, comidas y muchas cosas más. Nos dieron cerca de tres horas para
recorrer (cosa que para nosotros era demasiado) y eso hicimos.
Comenzamos por el
interior del Mercado. En uno de los comercios probamos té de manzana (muy rico)
y unas golosinas típicas de aquí cuyo nombre no me acuerdo pero era similar al
turrón que comemos en las fiestas sólo que mucho más blando. Si de algo sirve,
puedo decir que estaba rico. Nos ofrecieron miles de cosas, azafrán de buena
calidad (según ellos, no tengo ni idea de cómo se mide la calidad del azafrán),
diferentes tipos de té, manzana, naranja, hibisco, menta, granada y otros más.
Incluso nos ofrecieron un polvito para llevar de regalo a nuestros amigos y
hacerles una bromita que era viagra natural bastante concentrado. Igualmente
quédense tranquilos que no llevamos eso de regalo para nadie, pueden aceptar
nuestra oferta de té o café tranquilos cuando la hagamos.
Como el mercado es
grande pero muy repetitivo, nos cansamos y aburrimos al rato y todavía nos
quedaba mucho tiempo libre. Hicimos una recorrida por los alrededores y
encontramos un lugar muy lindo para comer en donde me probé el famoso Donar
Kebab, la típica comida turca. Es pollo cortado en fetas y cocinado en unos
pinchos enormes que se sirve en algo similar al pan de pita con tomate,
lechuga, mayonesa y aceitunas. Al menos así era el que yo comí que estaba
BUENASASO. Ro no se la jugó y optó por
un menú más tradicional con un refuerzo.
Al terminar la
recorrida volvimos al punto de encuentro para nuestro último paseo del día;
caminamos hasta el puerto y subimos a un barco enorme que nos haría un tour por
el cuerno de oro y luego por el estrecho de Bósforo. Desde ahí se puede
apreciar la ciudad dividida en dos continentes (Asia y Europa) y ver las casas
de algunos millonarios a las orillas del estrecho. El paseo estuvo muy lindo
aunque estaba re ventoso y por momentos hasta recordamos aquella vieja
sensación que hacía tiempo nos sentíamos…el frío.
El paseo duró una hora y media en
total, por lo que al volver al hotel ya era bastante tarde aunque todavía no de
noche. Nos quedamos un rato en la habitación descansando y volvimos a salir
recién por la noche, para dar una vuelta y comer algo rico en esta bella ciudad
antes de dar por concluido el día.
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