sábado, 7 de julio de 2012

Día 82 – Dubai y safari en 4x4 con noche en el desierto


Amanecimos en Dubai, una ciudad que ya desde la puerta del hotel no dejaría de sorprendernos; desayunamos y dimos el punta pié inicial a un día lleno de emociones y actividades impresionantes.

Subimos todo al bus en donde nos esperaba nuestra guía venezolana con la que se hacía muy fácil comunicarse. En un par de horas hicimos un city tour como para ver algunas de las principales atracciones de una ciudad maravillosa como lo es Dubai, un lugar moderno y pionero en la mitad del desierto.

Los Emiratos Árabes Unidos son siete y justamente Dubai y Abu Dhabi son los Estados más desarrollados de todos. Si bien muchos piensan que viven sólo del petróleo que encuentran en sus tierras, no es así; hoy en día el turismo se ha convertido en un factor preponderante en la economía de estas ciudades, representando nada más y nada menos que el 30% de su producto bruto interno.

Si bien estamos geográficamente en la mitad de un desierto, nada lo demuestra. Al recorrer la ciudad sólo se ven rascacielos y construcciones súper modernas y ostentosas. Dubai es la casa de las extravagancias, ya que les gusta ser conocidos por la calidad y/o cantidad de sus cosas. La ciudad tiene muchísimos récords en el libro Guinnes como lo es el edificio más alto del mundo con más de 800 metros de altura y estando aquí se pueden ver muchísimas cosas que son el o la cosa más grande, larga, alta, etc, del mundo. La población no es muy numerosa ya que apenas supera los dos millones de habitantes y muchos de ellos son extranjeros, sobre todo indios. A los nativos de aquí se les conoce como Emiratis y tienen muchísimas ventajas, como por ejemplo que en el trabajo les cubren varios de los gastos de vida y hay zonas donde sólo ellos pueden comprar propiedades.

Volviendo al itinerario, hicimos nuestra primer parada en una playa muy cercana al único hotel siete estrellas que hay en el mundo y que está justamente en esta ciudad. Cumple con todos los requerimientos de extravagancia como para estar aquí, como que cada habitación es un apartamento dúplex y los huéspedes tienen servicio de mayordomo privado incluido. Obviamente esto se refleja directamente en el precio por noche que asciende a la nada despreciable suma de dos mil euros.

El agua de la playa es cristalina y calentita, verdaderamente espectacular. No nos bañamos porque apenas nos dieron diez minutos para poder sacar unas fotos. Tampoco pudimos entrar al hotel ya que no permiten el paso a cualquiera por motivos de seguridad. Sólo llegamos a verlo desde lejos.



Continuamos el paseo en otro de los hoteles más destacados de la ciudad, el Atlantis. Está ubicado en la isla artificial con forma de palmera llamada Jumeirah que fue construida por capricho del Jeque de Dubai a base de petrodólares. Hoy en día está totalmente poblada con casas que valen fortunas y que son de celebridades mundiales como Tom Cruise, Shakira y Tiger Woods. Sacamos fotos del hotel y del lugar en sí y seguimos nuestro viaje por la ciudad. 

Seguimos hasta Bastakia, donde se encuentra la parte antigua del país. Ahí recorrimos un museo sobre la historia del país y cómo ha evolucionado con fotos impactantes en donde se puede ver Dubai hace cincuenta años, un desierto, árido, despoblado y muy pobre y los cambios cada década hasta llegar al presente. También se puede ver las casas en las que vivían antes, muy sencillas y precarias.

Más tarde y para redondear la mañana, hicimos un paseo por la bahía en “abra” que es un barco taxi típico local desde donde había una muy linda vista de la ciudad. Así llegamos hasta un mercado conocido como el mercado del oro, en donde se puede comprar anillos, collares y joyería en general supuestamente a buen precio. Recorrimos un poco y luego volvimos al hotel.

Para el resto del día teníamos organizada una actividad muy especial. Salíamos del hotel en camionetas 4x4 muy modernas para hacer una excursión safari por las dunas del desierto. Eso estuvo IMPRESIONANTE. El chofer era un fenómeno y se subía a las dunas más altas y se dejaba caer por los costados dando toda la impresión de que íbamos a volcar. ¡MUY DIVERTIDO! En el camino hicimos dos paradas para sacar fotos y una final para ver la puesta del sol en el arenoso y desértico horizonte. ESPECTACULAR. Terminamos el paseo en un campamento establecido en donde teníamos la cena y luego pasaríamos la noche.





Al llegar dimos un paseo en camello, cortito pero igualmente bueno. Cuenta como para decir que estuve arriba de un amigo dromedario, je. El “campamento” y digo así porque era mucho más que unas meras carpas, era en un predio enorme entre cuatro paredes en donde había cocina, baños y un área enorme con mesas en el suelo para sentarse sobre almohadones y una pista central.

Estábamos muertos de sed y teníamos las bebidas incluidas, por lo que hicimos estragos. La cena estaba muy buena, había pan de pita con carne de pollo y lechuga simulando al kebab, pollo a las brazas (no como el hecho en Uruguay pero bastante pasable) cortado en pequeños pedazos y otra carne que creo que era de camello. Todo acompañado con arroz y algunas cosas raras para consumir a gusto. Al rato presenciamos un típico show de danza árabe y nos dieron tablas de sandboard para tirarnos por los médanos si es que teníamos ganas. Obviamente que tuve y muchas.

La cena no era exclusiva para nosotros, había varios turistas de otros lugares pero ellos se fueron una vez terminado el show. Nosotros nos quedábamos ahí toda la noche y para nuestro confort pasaron nuestra música para bailar hasta las dos de la mañana. Para dormir había almohadones y sacos de dormir y sólo era necesario buscar algún lugarcito por ahí en el piso y tirarse. Dormimos casi tres horas hasta que nos despertaron para ver el amanecer y desayunar antes de volver al hotel.

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