Amanecimos en Dubai,
una ciudad que ya desde la puerta del hotel no dejaría de sorprendernos;
desayunamos y dimos el punta pié inicial a un día lleno de emociones y
actividades impresionantes.
Subimos todo al bus
en donde nos esperaba nuestra guía venezolana con la que se hacía muy fácil
comunicarse. En un par de horas hicimos un city tour como para ver algunas de
las principales atracciones de una ciudad maravillosa como lo es Dubai, un
lugar moderno y pionero en la mitad del desierto.
Los Emiratos Árabes
Unidos son siete y justamente Dubai y Abu Dhabi son los Estados más
desarrollados de todos. Si bien muchos piensan que viven sólo del petróleo que
encuentran en sus tierras, no es así; hoy en día el turismo se ha convertido en
un factor preponderante en la economía de estas ciudades, representando nada más
y nada menos que el 30% de su producto bruto interno.
Si bien estamos
geográficamente en la mitad de un desierto, nada lo demuestra. Al recorrer la
ciudad sólo se ven rascacielos y construcciones súper modernas y ostentosas.
Dubai es la casa de las extravagancias, ya que les gusta ser conocidos por la
calidad y/o cantidad de sus cosas. La ciudad tiene muchísimos récords en el
libro Guinnes como lo es el edificio más alto del mundo con más de 800 metros
de altura y estando aquí se pueden ver muchísimas cosas que son el o la cosa
más grande, larga, alta, etc, del mundo. La población no es muy numerosa ya que
apenas supera los dos millones de habitantes y muchos de ellos son extranjeros,
sobre todo indios. A los nativos de aquí se les conoce como Emiratis y tienen
muchísimas ventajas, como por ejemplo que en el trabajo les cubren varios de
los gastos de vida y hay zonas donde sólo ellos pueden comprar propiedades.
Volviendo al
itinerario, hicimos nuestra primer parada en una playa muy cercana al único
hotel siete estrellas que hay en el mundo y que está justamente en esta ciudad.
Cumple con todos los requerimientos de extravagancia como para estar aquí, como
que cada habitación es un apartamento dúplex y los huéspedes tienen servicio de
mayordomo privado incluido. Obviamente esto se refleja directamente en el
precio por noche que asciende a la nada despreciable suma de dos mil euros.
El agua de la playa
es cristalina y calentita, verdaderamente espectacular. No nos bañamos porque
apenas nos dieron diez minutos para poder sacar unas fotos. Tampoco pudimos
entrar al hotel ya que no permiten el paso a cualquiera por motivos de
seguridad. Sólo llegamos a verlo desde lejos.
Continuamos el paseo
en otro de los hoteles más destacados de la ciudad, el Atlantis. Está ubicado
en la isla artificial con forma de palmera llamada Jumeirah que fue construida
por capricho del Jeque de Dubai a base de petrodólares. Hoy en día está
totalmente poblada con casas que valen fortunas y que son de celebridades
mundiales como Tom Cruise, Shakira y Tiger Woods. Sacamos fotos del hotel y del
lugar en sí y seguimos nuestro viaje por la ciudad.
Seguimos hasta
Bastakia, donde se encuentra la parte antigua del país. Ahí recorrimos un museo
sobre la historia del país y cómo ha evolucionado con fotos impactantes en
donde se puede ver Dubai hace cincuenta años, un desierto, árido, despoblado y
muy pobre y los cambios cada década hasta llegar al presente. También se puede
ver las casas en las que vivían antes, muy sencillas y precarias.
Más tarde y para
redondear la mañana, hicimos un paseo por la bahía en “abra” que es un barco
taxi típico local desde donde había una muy linda vista de la ciudad. Así
llegamos hasta un mercado conocido como el mercado del oro, en donde se puede
comprar anillos, collares y joyería en general supuestamente a buen precio.
Recorrimos un poco y luego volvimos al hotel.
Para el resto del día
teníamos organizada una actividad muy especial. Salíamos del hotel en
camionetas 4x4 muy modernas para hacer una excursión safari por las dunas del
desierto. Eso estuvo IMPRESIONANTE. El chofer era un fenómeno y se subía a las
dunas más altas y se dejaba caer por los costados dando toda la impresión de
que íbamos a volcar. ¡MUY DIVERTIDO! En el camino hicimos dos paradas para
sacar fotos y una final para ver la puesta del sol en el arenoso y desértico
horizonte. ESPECTACULAR. Terminamos el paseo en un campamento establecido en
donde teníamos la cena y luego pasaríamos la noche.
Al llegar dimos un
paseo en camello, cortito pero igualmente bueno. Cuenta como para decir que estuve
arriba de un amigo dromedario, je. El “campamento” y digo así porque era mucho
más que unas meras carpas, era en un predio enorme entre cuatro paredes en
donde había cocina, baños y un área enorme con mesas en el suelo para sentarse
sobre almohadones y una pista central.
Estábamos muertos de
sed y teníamos las bebidas incluidas, por lo que hicimos estragos. La cena
estaba muy buena, había pan de pita con carne de pollo y lechuga simulando al
kebab, pollo a las brazas (no como el hecho en Uruguay pero bastante pasable)
cortado en pequeños pedazos y otra carne que creo que era de camello. Todo
acompañado con arroz y algunas cosas raras para consumir a gusto. Al rato
presenciamos un típico show de danza árabe y nos dieron tablas de sandboard
para tirarnos por los médanos si es que teníamos ganas. Obviamente que tuve y
muchas.
La cena no era
exclusiva para nosotros, había varios turistas de otros lugares pero ellos se
fueron una vez terminado el show. Nosotros nos quedábamos ahí toda la noche y
para nuestro confort pasaron nuestra música para bailar hasta las dos de la
mañana. Para dormir había almohadones y sacos de dormir y sólo era necesario
buscar algún lugarcito por ahí en el piso y tirarse. Dormimos casi tres horas hasta
que nos despertaron para ver el amanecer y desayunar antes de volver al hotel.
que hermoso todooo! quiero mas fotosss!!
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