jueves, 19 de julio de 2012

Día 97 – Un cuarto de siglo en dos países


Llegó el 17 de julio, mí día en el año, mi cumpleaños. Sabía que iba a ser un día especial porque estamos en el extranjero, viajando, disfrutando mucho y porque iba a ser la primera vez EN MI VIDA que iba a pasar mi cumpleaños con calor, vistiendo short y remera.

Como justo nos tocaba viajar y por suerte quedamos en el vuelo de la mañana, nos levantaron tempranito para desayunar, aprontar todo e irnos al aeropuerto. Hicimos todo el tramiterío correspondiente y subimos al avión; dos horas y algo más tarde estábamos aterrizando en Estambul, Turquía, en donde tendríamos el resto del día libre para pasear.

Luego de dejar las cosas en el hotel y conseguir un mapa de la ciudad, salimos a caminar por el barrio. Cambiamos las libras egipcias que nos habían sobrado y con eso almorzamos un rica pasta. El lugar donde nos estamos quedando es muy lindo y pintoresco, en lo que se conoce como la nueva Estambul. Está repleto de turistas de todas partes del mundo, sobre todo europeos.




En dicha zona céntrica hay toneladas de restaurants y comercios; se encuentra además una gran calle peatonal de 2,5 kms de largo en donde se puede encontrar muchísimas tiendas de marcas internacionales. No completamos todo el recorrido pero sí hicimos bastante. Buscamos ofertas pero nada nos llamó demasiado la atención como para comprarlo. Al menos conocimos y sacamos bastantes fotos. El clima es espectacular porque ya no hace el mismo calor sofocante de países anteriores, sino que si bien hace calor como para andar de remera, temprano o por la tarde el cuerpo pide un poco más de abrigo.



Luego de tanta caminata volvimos al hotel para descansar un poco. Nuestra intención era volver a salir por la noche que es también muy movidita y buscar alguna de las tantas cefeterías para comprar mi torta de cumpleaños. Salimos un par de horas después y volvimos hasta la peatonal. Comimos torta en la terraza de una cafetería de tres pisos con una vista espectacular bajo el cielo estrellado. Pasamos re lindo.



Al rato volvimos al hotel recorriendo un poco más la zona y los montones de comercios que abundan en las calles. Ya era lo suficientemente tarde por estos lares como para poder hablar a casa con la familia y redondear así un cumpleaños sin lugar a dudas inolvidable.

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