Un nuevo día comenzó
muy temprano, antes de la salida del sol, sobre todo para algunos. Esto es
porque había un paseo opcional en globo para ver el amanecer, pero nosotros
preferimos no hacerlo porque no nos llamaba mucho la atención y no es nada
barato. De los compañeros que lo hicieron tuvimos opiniones encontradas;
algunos lo disfrutaron y para otros no fue la gran cosa.
Nuestra primera
parada fue para ver los Colosos de Memmon. Éstos son dos estatuas enormes de
piedra del Faraón Amenothep III. Originalmente su función era la de montar
guardia en la entrada del Templo de Amenothep. Sacamos algunas fotos y
continuamos con nuestro camino.
El Valle de los
Reyes, el segundo punto en el orden del día, es el lugar elegido por varios
Faraones para construir sus tumbas o templos mortorios. Es que no todas las
eras creyeron en la utilidad de las pirámides; con el cambio de épocas
cambiaban también las creencias y costumbres. Pasaron a considerar que lo
importante era sólo lo que estaba bajo tierra, por lo que la pirámide ya no era
necesaria. En este valle hay un total de sesenta y dos tumbas entre las cuales
se encuentra la del famoso Tut Ankh Amon. Entramos en tres de ellas (no todas
están habilitadas) y algunos que pagaron un adicional ingresaron en la de dicho
famoso Faraón. Nosotros no lo hicimos por recomendación del guía de que no
valía la pena.
La tercera parada fue
en el Templo de Hatchepsut. El mismo fue construido por ella misma durante un
tiempo en que el que ejerció como Faraón de Egipto mientras su hijo pequeño y
heredero al trono crecía lo suficiente como para tomar el poder. No era lo normal
pero igualmente lo hizo y hasta construyó su tumba en el Valle de los Reyes
junto a los demás Faraones.
Finalmente visitamos
el Valle de las Reinas en donde se encuentran las tumbas de las esposas de los
Faraones. No es tan grande como el Valle de los Reyes y no pudimos ingresar a
ninguna de sus tumbas. En ninguno de los valles se podía sacar fotos por lo que
nos llevamos de recuerdo solamente lo que quedó grabado en nuestra memoria.
Volvimos al mediodía
al crucero para almorzar y descansar un rato antes de seguir con los paseos por
la tarde. Esta es la única forma de soportar el calor porque al mediodía no se
puede estar afuera, mucho menos aún al sol. Retomaríamos recién a media tarde.
Volvimos a salir a
eso de las cuatro para volver al Templo de Karnak en donde habíamos visto el
espectáculo de luces la noche anterior. El mismo fue construido como símbolo de
adoración a Amon, Dios local de la antigua capital de Egipto, la ciudad
conocida como Tebas y hoy llamada Luxor. Aquí muchísimos Faraones dejaron su
huella añadiendo algo al Templo en símbolo de respeto y devoción. Esto hace que
el predio sea enorme, ya que tiene varias salas de columnas, varias de
ofrendas, una enorme sala abierta y dentro muchísimas estatuas. Se destaca el
camino central de la sala de columnas que son GIGANTES. Debe ser lo que sienten
las hormigas cuando caminan entre nuestras piernas, algo realmente increíble y
majestuoso. Otra demostración de lo que eran capaces los egipcios con tan pocos
recursos y hacen tantos miles de años. Reitero, eran unos “capos”.
Por la tardecita,
acompañados de la puesta del sol, hicimos la última visita guiada del día y del
país por el Templo de Luxor. Siguiendo la misma estructura ya mencionada, lo
que más llama la atención de este lugar es la muy linda fachada con dos
estatuas de Ramses II bastante grandes y otra de él mismo en la que la cara
está casi intacta y se puede apreciar con lujo de detalles el trabajo que
hacían. Es algo espectacular.
Volvimos al hotel por
la noche tras un largo día movidito para cenar y como tantas veces caer
agotados en la cama de la habitación. Al día siguiente podríamos descansar
hasta que tomáramos un nuevo avión hasta el popular balneario Sharm El Sheik.
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