Por primera vez en lo
que va de esta segunda etapa, salimos en hora a los paseos. Tanto fue así que
dos chicas que se demoraron quedaron en el hotel y tuvieron que tomar un taxi
para encontrarse con nosotros. Como nosotros estamos alojados en la parte moderna de Estambul y nuestros puntos de interés están en la ciudad vieja, nos
trasladamos hasta allí en ómnibus. De todos modos, todos están cerquita uno del
otro por lo que luego del primero nos trasladábamos al siguiente a pie.
Estambul es una
ciudad muy poblada con 15 millones de habitantes. Es también muy antigua, ya
que fue fundada por los griegos hace muchísimos años y luego invadida por los
romanos bajo el mando del emperador Constantino. Este último la denominó
segunda capital de su imperio y nombró a la ciudad como Constantinopla. Tras un
largo período de reinado los romanos fueron atacados por los Otomanos quienes
tomaron el control de ahí en más. Si bien actualmente no es la capital del
país, es la ciudad más habitada e importante desde el punto de vista comercial.
Nuestra primera visita
fue al Palacio de Topkapi, uno de los sultanes que tuvo este país. Está ubicado
estratégicamente en la ciudad con una vista panorámica muy buena del estrecho
de Bósforo y una entrada de agua a la ciudad conocida como “el cuerno de oro”.
Es muy grande el predio en donde se encuentra y dentro tiene varias
edificaciones, para comer, para dormir, para reunirse y para relajarse. Hicimos
una recorrida por todo el lugar y vimos
las joyas de la corona utilizadas en aquel entonces entre las cuales
destacan un diamante de 38 quilates impresionante y una daga de oro con cuatro
piedras preciosas incrustadas que eran espectaculares. También tuvimos suerte
porque justo era el día en que se escenifica una marcha de guerra tal como se
hacía originalmente con trompetas y tambores.
Al salir del Palacio
caminamos hasta la Iglesia de Santa Sofía a pocos metros. Dicha Iglesia es muy
famosa porque fue la primera Iglesia Católica que se construyó en la ciudad ya
bajo el poder de los romanos, cuando cambiaron de religión del paganismo al
catolicismo. Es la tercera construida con el mismo nombre ya que las dos
anteriores fueron destruidas por un terremoto y por guerras. Es muy grande y
HERMOSA, creo que la más linda que he visto en mi corta vida. Con la invasión
de los Otomanos que eran musulmanes fue convertida en mezquita. Por suerte no
tenían la concepción destructora de otras civilizaciones y en lugar de romper
los murales o símbolos católicos que tuviera la misma, los taparon, por lo que
hoy en día todo se encuentra muy bien conservado. Actualmente no funciona como
Iglesia ni como Mezquita, sino que es simplemente un museo o un punto de
interés turístico.
Salimos de ahí y nos
trasladamos caminando una vez más hasta un lugar conocido como la cisterna de
Yerebatan. Si bien el nombre puede resultar confuso y traer a la imaginación
una cisterna como la que hay en los baños pero gigante, no es así. Esta
cisterna, al igual que las muchas otras que había en la ciudad, fueron
construidas por los romanos para como mecanismo de supervivencia. Es que en
aquella época recibían muchas invasiones para conquistar la tierra y uno de los
métodos para matar a sus rivales era cortando los suministros de agua a la
ciudad. Para evitar esto, los romanos construyeron estas “cisternas” que en
verdad eran tanques o depósitos ENORMES de agua como respaldo.
Al igual que la
Iglesia, hoy en día no cumplen con su cometido, sino que son puntos turísticos.
La cisterna de Yerbatan se destaca de las otras porque es muy grande, pero
además porque durante su construcción se utilizaron columnas recicladas de
otros Templos o edificios por lo que son todas distintas y para nada uniformes.
Tal es así que una zona los romanos tuvieron que utilizar en dos oportunidades
la cabeza de unas estatuas del antiguo Dios pagano Medusa para complementar las
columnas que tenían cuya altura no era suficiente. Hoy en día se puede caminar
dentro de la cisterna que fue reacondicionada y llegar hasta las cabezas de
medusa. Se sabe que su única función era esa y no fueron utilizadas como símbolo
de una diosa porque una está colocada al revés y la otra de costado ya que esos
eran los tamaños que precisaban. Muy interesante, je.
Al mediodía nos
dieron tiempo libre para almorzar y así lo hicimos. Si bien la oferta
gastronómica es muy amplia, terminamos en el viejo y querido Mcdonald’s que al
menos tenía un lugar al aire libre muy acogedor donde nos sentamos. Damos fe de
que este restaurante es prácticamente igual en todas partes del mundo; lo hemos
puesto a prueba.
Tras el almuerzo
retomamos con la visita a la Mezquita conocida como La Mezquita Azul. Se le
conoce así porque por dentro tiene montones de azulejos pintados a mano entro
los cuales predomina ampliamente el color azul. Es un gran templo musulmán
visitado por muchos turistas de todas partes del mundo pero que también es
usado para ir a rezar. Era muy linda aunque similar a las otras mezquitas que
ya hemos visitado. Para no ser menos que las otras, nos hicieron taparnos para
poder ingresar; a Ro las piernas y los hombros y a mi solo las piernas.
Al salir caminamos un
par de cuadras hasta la zona donde en la época de los romanos se encontraba el
hipódromo. Allí se hacían las carreras de caballos que eran la principal
atracción para el pueblo. Actualmente sólo quedan tres pilares que se sabe estaban
ubicados en el medio de la arena y corrían alrededor de ellos. Todo el resto
del predio hoy está tapado por las calles y veredas de la ciudad.
Para terminar los
paseos fuimos caminando hasta la zona comercial conocida como el Gran Bazar. Es
una edificación ENORME con más de cuatro mil tiendas en donde venden de todo.
Con la premisa de regatear antes de comprar, ahí se encuentran miles de
turistas cada día ya que es el público al que se apunta.
Recorrimos gran parte
del recinto y compramos algunas cositas aunque no mucho. La mayoría de los
artículos se repiten de una tienda a la otra y si bien hay cosas muy lindas,
somos conscientes de que todavía nos queda mucho viaje por delante como para
complicarnos de manera innecesaria con más objetos.
Volvimos al hotel un
par de horas después y fuimos derechito a la habitación para descansar un poco.
No lo hice porque para variar me enganché con la computadora y el internet y se
me fue todo el tiempo. Al rato volvimos a salir en busca de una rica cena.
Había muchísimo movimiento en la calle una vez más, montones de locales
abiertos y turistas comprando o cenando. Finalizamos así una larga pero muy
agradable jornada por la ciudad de Estambul que es muy agradable.
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