viernes, 13 de julio de 2012

Día 90 – Templo de Edfu y espectáculo de luces en Templo de Karnak


Aunque la noche anterior hubiéramos tenido fiesta y las horas de sueño fueron escasas, debíamos levantarnos a las 6:30 de la mañana para una nueva visita. Obviamente, muchos se quedaron durmiendo; entre ellos, Ro.

Partimos temprano en grupos de cuatro personas hacia el Templo de Edfu. El medio de transporte esta vez eran unos carros tirados por caballos a los que los conductores de los mismos llaman el Ferrari egipcio; están MUY lejos de serlo. El chofer del nuestro era un chanta total y fue todo el camino intentando ganarse una propina extra que nos dijeron que ya estaba paga. Nos sacó una foto a todos en el carro con una de nuestras cámaras, le dio las riendas a una compañera que estaba sentada adelante con él y hasta paró en un momento para arrancar una flor y regalársela. Suena muy adorable y romántico pero hay que aclarar que pobre hombre estaba muy sucio (al igual que todo el carro) y olía a ala por lo que no era algo disfrutable. Para peor, una de las ruedas del carro parecía estar a punto de salirse poniendo en riesgo nuestras vidas y el caballo daba la impresión de estar muy mal alimentado por lo que no podía con nosotros en las subidas por más que el chofer le diera sin piedad con el látigo. Llegamos últimos a destino.

El Templo no fue la gran cosa o tal vez lo era pero como habíamos dormido poco y mal no supimos apreciarlo como merecía. Al menos aprendí que todos los templos egipcios eran construidos manteniendo una estructura, primero una sala abierta, luego una o más de columnas, otra de ofrendas y finalmente el altar en donde iba el o los dioses adorados. Además que se construía de adentro hacia afuera, o sea, desde el altar hacia la sala abierta.

Al terminar la visita debíamos volver al barco nos el mismo carro. El nuestro no estaba por lo que tuvimos que buscarlo. Un pibe local nos ayudó pero no porque fuera macanudo, sino que era buscando dinero. Al encontrarlo nos hacía el gesto frotando el pulgar con el índice mientras decía “¿tip?”. Con una notoria expresión facial le comuniqué que no estaba dispuesta a darle ni un mando, así que se fue.

Para la vuelta me hicieron ir adelante a mí para escapar del veterano conductor. Una vez más se puso a cancherear, me dio las riendas un rato, me abrazaba (cosa que no estaba NADA buena) y llegando empezó a pedirme propina. Tres veces tuve que decirle que después le iban a dar la propina hasta que llegamos al barco y bajamos todos volando y dejamos el pozo como para que entendiera. A todo esto recién era media mañana y había como cuarenta grados. Teníamos el resto del día libre en el barco mientras navegábamos hasta llegar a Luxor.

Luego del almuerzo llegamos a un lugar llamado Esna en donde se hace el cruce esclusa. Esto con nombre tan técnico es simplemente un regulador del nivel de agua. El barco ingresa por un lado, se cierra atrás de él una compuerta, baja el nivel del agua hasta equipararse con el del otro lado del río y luego poder seguir el viaje. Lo destacable de esto es que mientras se hace el cruce que lleva un ratito se acercan unos vendedores en barcazas o por los muros que ofrecen manteles o remeras, las hacen un bollito y las tiran hacia arriba de la cubierta para que los interesados las vean. Si alguien quiere comprar, pone la plata adentro de la bolsa y se las tira de vuelta. Interesante.

Llegamos a Luxor por la tardecita y fuimos hasta el Templo de Karnak en donde vimos un espectáculo con luces y sonido que cuenta la historia del lugar. Una vez finalizado volvimos al barco para cenar, conversar y eventualmente acostarnos.

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