viernes, 13 de julio de 2012

Día 87 - Mezquita de Alabastro de Mohamed Alí, Mezquita del Sultán Hassan y Museo egipcio


Con la imagen de todo lo visto el día anterior todavía fresco en la retina, partimos por la mañana para hacer una serie de visitas más en nuestro último día en el El Cairo. Comenzamos con una serie de visitas religiosas, aprendiendo un poco más sobre el islam, tal como habíamos visto en los Emiratos Árabes.

La primera parada fue en la Mezquita de Alabastro de Mohamed Alí. Vale aclarar para evitar posibles confusiones que NO se trata del famoso boxeador, je. La construcción es muy bonita aunque está lejos de lo que vimos en los Emiratos; igualmente no es comparable un lugar con otro por las antigüedades correspondientes. La misma está apuntando a la meca al igual que todas y tiene la particularidad que dentro hay una tumba. Igualmente no le dan importancia a la misma porque no tiene una función relacionada al templo.

Ahí se juntan muchísimas veces montones de musulmanes para ofrecer sus oraciones a su Dios Allah. Está ubicada en un lugar muy alto lo que otorga una vista panorámica de gran parte de la ciudad. Hicimos un recorrido por todo el lugar y luego hicimos lo mismo con la Mezquita del Sultán Hassan. Esta última se diferencia de la anterior en que solía ser una suerte de monasterio donde se enseñaban diferentes cultos.

Antes de cortar para almorzar visitamos una iglesia católica muy antigua que permanece desde hace muchos años cuando Egipto tuvo a dicha religión como principal tras las invasiones romanas. Finalmente, estuvimos dentro de una sinagoga muy antigua construida en donde se dice que Moisés fue encontrado cuando era un bebé.

Interrumpimos los paseos para almorzar en un shopping en donde una vez más nuestras opciones se limitaban a la comida rápida. Quisimos cambiar nuestras pisadas yendo a un supermercado enorme para comprar algo pero no encontramos nada rico y además las colas en las cajas eran interminables; incluso las de las cajas rápidas. Una vez más frente a la disyuntiva de Mcdonald’s o Pizza Hut terminamos comiendo pizza. Ya se sentía la intoxicación en el cuerpo de tanta comida chatarra, pidiendo a gritos por un poco de fruta y verdura.

Por la tarde nos llevaron a el museo egipcio en donde a lo largo de casi dos horas disfrutamos de un popurrí de estatuas, pilares, adornos y muchas cosas más adornadas con jeroglíficos, pertenecientes a diversas eras en la larga y rica historia de este país. El guía nos iba explicando todas las cosas más destacadas y la verdad que realmente vale la pena.

En el segundo piso del museo se encuentran restos de la tumba de Tut Ankh Amon, descubiertas en los años veinte del siglo pasado por un norteamericano de apellido Carter. Él estuvo cuatro años tras los restos de la tumba que sabía debía estar por ahí esperando a ser encontrado ya que existía una lista con los nombres de todos los faraones y las tumbas encontradas y saqueadas hasta el momento; restaba sólo una.

Ubicada en el valle de los Reyes, lugares que visitaríamos en unos días en la ciudad de Luxor, ubicada debajo de otra tumba por casualidad, cosa que la salvó de los ladrones, apareció la tumba del faraón niño, quien gobernó Egipto durante muy poco tiempo ya que murió con apenas dieciocho años.

La tumba estaba equipada con muchísimas cosas que los egipcios consideraban que iban a ser arrastradas a la siguiente vida por el faraón. Vasijas, esculturas de animales, de sirvientes, de soldados, armas, camas y muchas cosas más. Además, el cuerpo momificado con técnicas que hasta el día de hoy siguen siendo parcialmente un misterio, tenía en la cabeza un casco de oro que llegaba hasta los pectorales con la imagen de su cara. Eso se colocaba en un ataúd de oro, dentro de otro de madera bañado en oro, dentro de otro de granito, adentro de una caja de madera bañada en oro, ésta adentro de otra igual más grande, luego otra y finalmente una cuarta caja, de modo de asegurar la protección del cuerpo.

Por último pagamos un dinerillo adicional para entrar al museo de momias en donde se puede ver cuerpos reales de hace miles de años, momificados. Los cuerpos están completamente tapados con vendas, pero las cabezas están descubiertas y se pueden ver los dientes originales y el pelo. Da un poco de impresión pero es asombroso. En lenguaje coloquial podemos afirmar que los antiguos egipcios eran unos capos, je.

El museo se encuentra muy cerca de una de las principales zonas de manifestación en la pasada revolución de enero. Ahora estaba muy tranquilo, pero hace un poco más de un año en ese lugar se encontraban millones de egipcios para hacerse escuchar. Incluso el edificio al lado del museo que era del partido político gobernante estaba todo roto y cubierto de hollín porque fue incendiado en una de las manifestaciones.

Al finalizar los paseos quienes quisieran podían ir a un mercado a comprar chucherías, pero nosotros preferimos volver al hotel. Demoramos cerca de una hora por el tráfico pero para el atardecer ya estábamos en “casa”. Al rato fuimos al shopping para la cena y era un asco de gente por ser fin de semana. Finalmente dejamos todo pronto para el día siguiente y nos acostamos. Así terminaba nuestra estadía en la capital egipcia.

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