Comenzamos una nueva
jornada en este muy lindo país, en el que nuevamente tendríamos que hacer un
viaje de varias horas hasta la ciudad de Konya. De todos modos, primero
haríamos un recorrido por Cappadocia, famosa por las formaciones muy
particulares de rocas originadas con antiguas erupciones volcánicas.
Según nos contaban,
todos los días se elevan temprano montones de globos con cerca de veinte
personas cada uno para hacer un recorrido por la zona y ver el amanecer.
Seguramente es algo hermoso de ver, pero muy caro y no teníamos tiempo en
nuestro apretado itinerario. Al menos cuando nos levantamos para ir desayunar
vi pasar algunos a los lejos en el horizonte y pude sacarles algunas fotos.
Tras el desayuno
hicimos el check-out en el hotel, y viajamos pocos minutos hasta llegar al
denominado Valle de los Monjes. Este lugar está construido enteramente en las piedras
de “tuba” en donde hicieron capillas, dormitorios, cocinas, almacenes. Tallado
directamente en la roca por la poca resistencia que ésta opone y aún siendo
suficientemente dura y confiable, armaron en ese valle una ciudad en donde
vivían monjes. Está muy bueno ver la forma en que esculpieron puertas,
ventanas, altares en las capillas y hasta una gran mesa en la cocina. Caminamos
por la ciudad observando los distintos lugares y al rato seguimos con la
segunda visita.
La siguiente parada
fue en las chimeneas de las hadas como se le conoce, que es un lugar con picos
de la misma piedra con formas muy particulares; el arte caprichoso de la
naturaleza. Si bien tiene ese nombre las formas son como de techos empinados o
simplemente picos. Es muy curioso que con la erosión y el paso del tiempo hayan
terminado así, pero es muy agradable de ver. Caminamos a los pies de los altos
picos y nos metimos en algunas de las cuevas de la zona.
En tercer lugar nos
detuvimos en un mirador desde donde se puede ver más formaciones rocosas
extrañas pero además una muy particular conocida como “el camello”. Es que
dicen que se parece a dicho animal aunque en verdad es más similar a un
caracol, pero bueno. Alguien llegó primero que nosotros y la bautizó el camello
así que poco importa cómo nosotros interpretemos su figura.
Para ir redondeando
la mañana, continuamos viaje hasta una ciudad llamada Avanos famosa por sus
artesanías de arcilla. Además, por ella pasa un río al que se le conoce como el
río rojo porque la arcilla que se puede obtener de él tiene un color rojizo con
el que hacen dichas artesanías. En poco más de media hora que estuvimos en el
lugar hicimos un pequeño recorrido. Es un muy bonito pueblo, totalmente
diferente a Estambul. Tal como nos dijo el guía en una oportunidad, es como si
Estambul fuera un país con una realidad y el resto de Turquía otro totalmente
diferente. Estambul concentra muchísima gente y es una ciudad muy activa que
parece nunca descansar. El resto del país es mucho más tranquilo, con hermosos
paisajes naturales, campos con cultivos y pueblos pequeños muy humildes y
sencillos.
Ya al mediodía
hicimos una última parada en un mirador para tener un último panorama de las
formaciones única de Cappadocia antes de detenernos para almorzar. Hicimos un
corte de una hora para alimentar nuestros cansados cuerpitos en un restaurante
local. Nos sirvieron sopa, pan con queso, ensalada mixta y una especia de guiso
liviano con carne. Estaba rico, nada del otro mundo, pero cumplió con su fin.
Volvimos al ómnibus y a la carretera para viajar cerca de tres horas y media
más hasta llegar a la ciudad de Konya donde pasaríamos la noche.
Volví a dormirme en
el viaje, cosa que no me resulta nada inconveniente ya que así las horas
parecen un poco más cortas. Sin paradas en el medio llegamos a dicha ciudad en
donde antes de ir al hotel hicimos la última visita del día, la mezquita de
Mevlana. Mevlana es un hombre quien creó una secta hace muchísimos años cuya
base fundamental está en recibir y dar a los demás fomentando la ayuda y el
amor al prójimo. Algo así. No es algo muy relevante para nosotros o la historia
del país en donde hoy en día las sectas están prohibidas aunque el Estado en sí
no tiene una religión oficial. El lugar es una mezquita y además la tumba del
fundador de la secta y sus familiares. Los mevlana tienen un baile típico que
luego pasó a ser casi ceremonial en el cual utilizan unos trajes holgados
largos y blancos y giran sobre un mismo lugar durante mucho rato sin marearse.
Bastante extraño.
Finalmente llegamos
al hotel cinco estrellas donde dormiríamos pero era ya bastante tarde como para
poder aprovechar la mayoría de los servicios que ofrece el mismo. Nos
recomendaron cenar temprano porque la ciudad de Konya es muy tradicional y se
respeta mucho el mes de Rammadam en el que nos encontramos ahora mismo. De
acuerdo a él, los musulmanes hacen ayuno desde que sale el sol hasta que se
pone en la tarde. Hicimos caso a la sugerencia y ya luego de la cena volvimos a
la habitación para descansar un poco y luego dormir. Al día siguiente
tendríamos nuevamente varias horas de viaje hasta una nueva ciudad.
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