viernes, 7 de septiembre de 2012

Día 148 – Lucerna, ciudad de los cisnes


Abandonamos definitivamente Alemania para seguir nuestro rumbo hacia el país de los relojes, los chocolates, los bancos, las navajas y las montañas. Así es, nuestra siguiente parada sería Suiza.

Según muestro itinerario, deberíamos haber desembocado en Zurich, una de las ciudades más turísticas el país. De todos modos, la noche anterior en Munich empezamos a investigar sobre el hermoso país suizo y surgió la posibilidad de Lucerna. Es una ciudad bastante más pequeña pero muy recomendada por otros viajeros. Prometiendo unos paisajes inolvidables, lograron convencernos y volvimos a hacer un ajuste en los planes. Así terminamos con un desvío de sesenta kilómetros más hacia Lucerna.

Como solo tendríamos dos días en esta ciudad y perderíamos parte del primero con el viaje, salimos tan temprano como pudimos para llegar a recorrer. Así, tras un viaje de cuatro horas, nos instalamos en un nuevo camping a las orillas del lago Lucerna. Hicimos los averiguaciones pertinentes y por recomendación de quien nos atendió, nos fuimos caminando hasta el centro en poco más de media hora. Lo que nos esperaba!...

Lucerna es una ciudad HERMOSA de principio a fin. El paseo desde el camping es por una "rambla" en las orillas del lago en donde tuvimos la primera sorpresa encantadora: hay cisnes! Todo el lago está habitado por montones de aves entre las cuales se destacan estos magníficos animales con una gracia y elegancia única. Pasean con toda majestuosidad por las orillas y se acercan a las personas esperando algo de comida como recompensa. Quedamos MARAVILLADOS. Además, por si fuera poco, el horizonte está adornado hacia donde se mire con los fantásticos Alpes que no se veían mucho porque había un poco de nubes, sabemos el potencial que tienen como paisaje.



Continuamos paseando por este camino desestresante hasta encontrarnos con la primera iglesia. Una gran edificación como siempre desde donde hay una vista espectacular de toda la bahía. Nos adentramos más por las calles lucerinas y cada cosa parecía ser mejor que la anterior. Tras un pausa para almorzar a eso de las tres de la tarde, recorrimos el símbolo de la ciudad, un puente de madera muy pintoresco con una gran torre en uno de sus lados. Cruzamos por él como tantos otros turistas siguiendo las sugerencias del mapa. Pasamos por la estación central y el museo de arte.



El lago se hace un río que divide a la ciudad en dos y que es cortado por varios puentes. Volvimos a cruzar por otro de ellos para recorrer los restos que quedan de una antigua muralla que resguardaba a Lucerna. Estuvimos a metros de la enorme pared y caminamos siguiendo su trayecto para luego tomar una calle perpendicular y regresar al centro.

Con montones de tiendas y restaurantes, el centro no es menos atractivo que el resto de la ciudad. Está lleno de tiendas de chocolate, souvenirs, relojes y otros artículos de procedencia suiza. Entramos en una chocolatería para poner a prueba los famosos chocolates suizos. Hay muchísimas variedades y habría que probarlos todos como para poder afirmar que son los mejores. Si hay otra cosa que destaca a este país es lo costoso que es todo. Nos limitamos a un paquete de chocolates moderado que no pareció nada del otro mundo la verdad.

Al anochecer emprendimos la vuelta al camping caminando otra vez por la orilla del lago. Con la puesta del sol y la ciudad encendiéndose nos detuvimos un par de veces para seguir contemplando a los cisnes y los patos nadando a gusto.

Por la noche preparamos una sencilla y básica cena, cansados pero deslumbrados. Luego nos acostamos y dormimos en el auto porque al día siguiente nos íbamos a dar un nuevo gustito del cual sabíamos que no nos íbamos a arrepentir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario