domingo, 16 de septiembre de 2012

Días 156 y 157 – Más de Roma


Nuestro tercer día en Roma fue dedicado en su totalidad a la necesaria e importante necesidad de descansar y hacer ABSOLUTAMENTE nada. La razón de esto es que llovió toda la noche y el pronóstico indicaba que seguiría así durante todo el día, mejorando recién al a jornada siguiente. Estamos adelantados en relación al itinerario y en algún lugar debemos utilizar esos días, por lo que decidimos quedarnos una noche más en Roma y pasear con un tiempo acorde a lo que se merece.

Fue casi al mediodía cuando recién paró de llover y aprovechamos para salir de la carpa. Nos encontramos con un cielo cubierto y un suelo mojado. Poco alentador como para hacer algo y cansancio es lo que nos sobra, no sería difícil usar ese tiempo libre en dormir o algo así de productivo.

El poco rato que estuvo sin llover, nos permitió al menos hacernos unos ñoquis con salsa bien ricos. Por la tarde no hicimos mucho, un poco de internet, conversar y comer. Solo salimos hasta el McDonald’s que hay en frente al camping para tomar un helado y al supermercado para comprar alguna que otra cosa más que necesitábamos. Con eso tachamos otro día del calendario.

La mañana siguiente amanecimos con mucho sol y promesas de bastante calor. Mucho mejores condiciones para rematar nuestra visita en la capital italiana y hacer una de nuestras clásicas recorridas a pié de varias horas y kilómetros.

Comenzamos con el norte de la ciudad en donde se encuentra la “Piazza del Popolo”. Ahí nos bajamos del metro y comenzamos la caminata. A continuación de ese enorme lugar con un obelisco en el centro cruzamos el río Tevere por uno de los tantos puentes posibles hasta el Palacio de Justicia y a su lado el Castillo de San Ángelo. Éste último es muy visitado junto con el puente que tiene en frente de mismo nombre. Es famoso porque tiene una conexión que fue secreta, un túnel subterráneo que mandó construir un Papa en época de invasiones para tener una salida de escape de emergencia. Si mal no recuerdo, dicho túnel es mencionado en “Ángeles y Demonios”, el libro de Dan Brown. Luego fue utilizado como prisión pero actualmente no es más que un museo turístico.



Desde allí fuimos a la “Piazza Navona”, otra plaza enorme con sus respectivas fuentes, imagen que se reitera muchísimo en Roma. Todas las fuentes son muy bonitas, hermosamente trabajadas con grandes esculturas esculpidas en piedra o mármol. Ésta no era la excepción. Había también muchísimos pintores vendiendo sus pinturas y restaurantes muy pitucos como para deleitarse con una exquisita pasta italiana.

El siguiente edificio destacado en nuestro camino fue el Panteón. Hoy en día es una basílica muy bonita con grandes pilares en la entrada pero cuya característica principal que lo distingue de todas las que hemos visto hasta ahora, es que el techo tiene un gran cúpula con un agujero enorme en el centro. Ahí no hay vidrio o protección alguna; cuando está soleado funciona como un tragaluz espectacular por donde entra un gran haz de luz que ilumina el interior y lo cuando llueve el agua inunda el piso para luego irse por un montón de agujeros que éste tiene para estas ocasiones. Muy curioso.

De ahí hacia el Templo Adriano, ni lindo ni destacable, el “Palazzo Montecitorio”, otra enorme construcción lujosa con otro obelisco enorme y muy lindo y luego la “Fontana di Trevi”. Esta famosísima fuente que ya habíamos visto el día que visitamos el Coliseo es una atracción muy importante, furor entre los turistas. Es MUY hermosa y detallada y tiene una leyenda urbana que dice que uno debe pararse de espaldas hacia ella y arrojar al agua una moneda con la mano derecha por sobre el hombro izquierdo. De hacerlo, uno volvería a visitar la región. Si se arrojan dos monedas, uno podría encontrar el amor en Roma y tres monedas para casarse en esta ciudad. Estaba asqueantemente REPLETO de gente, muchísimos de ellos chinos como en todos lados, e igualmente lleno de monedas en el agua. Volvimos para poder apreciar su belleza con un día acorde y no corriendo bajo la lluvia.

Caminamos un poco más por la zona hasta derivar en la “Via del Corso”, una calle con muchísimas tiendas de ropa también inundada de gente. Otra asquerosidad. Al menos nos sirvió para volver a deleitarnos con un rico “gelato” italiano antes de continuar. Siguiendo su camino llegamos hasta otra fuente, la “Fontana de la Barcaccia” cuyo nombre proviene de su forma simulando un barco casi hundido en el agua. Está ubicada a los pies de una escalera enorme que lleva hasta otra iglesia en la Piazza Spagna. Subimos (pero por ascensor, je) hasta la cima desde donde hay una vista panorámica de la ciudad y el Vaticano a lo lejos, muy agradable. Además ahí hay un parque GIGANTESCO, el pulmón de la ciudad, en donde se juntan muchos ciudadanos romanos para pasear, descansar y relajarse.

Entre lo más destacado, vimos a un grupo de patinadores que hacían una especia de show gratuito en patines y bmx. Tenían un gran despliegue de conos en la calle que esquivaban a gran velocidad y realizaban todo tipo de maniobras impresionantes. Otro detalle nada menor, es que uno de ellos era un veterano (tipo 60 años) que hacía de todo con los patines y hasta un truco donde tomando carrera agarraba mucha velocidad, se abría de piernas por completo y así se deslizaba por una baja cuerda sujeta por dos conos a unos cuarenta o cincuenta metros de altura, no más. Otro prácticamente bailaba con los patines, giraba en todas direcciones y se movía como si sus piernas fueran de goma, INCREÍBLE.

Caminamos un rato por el parque para finalmente desembocar nuevamente en la misma plaza donde habíamos comenzado a principio del día y hacer el mismo camino de regreso al camping. Con eso terminamos nuestro paseo por una ciudad que es linda pero no nos gustó tanto como otras que hemos visto. Fue la menos “europea”, por decirlo de alguna manera, de las que hemos visto, mucho más parecida a nuestra realidad, con ómnibus colmados de gente a más no poder en las horas pico, contenedores de basura desbordados, gente pidiendo dinero en las calles para comer al igual que vendedores ambulantes.

Con esto abandonamos la capital italiana donde nos quedaron algunas cosas para ver como el lugar donde se cree que la loba encontró a Rómulo y Remo para luego cuidarlos y la famosa cara tallada de piedra que se creía que si uno ponía la mano en su boca y era un mentiroso le cortaba la misma. El tiempo no nos ayudó pero nos vamos conformes. Ahora sí que queda poco, prácticamente nada para el regreso. Los días pasan muy rápido y la ansiedad pesa. Estamos cada vez más cerca de casa y de nuestros seres queridos, pero para ello antes debemos seguir nuestro camino.

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