viernes, 14 de septiembre de 2012

Día 155 – El Coliseo


Aunque nos despertamos temprano, nos quedamos acostados en la carpa haciendo absolutamente nada. Qué lindo es poder descansar y qué falta nos hace. Había llovido mucho durante la noche y el pronóstico daba lluvia también para el resto del día. Decidimos quedarnos en el camping toda la mañana y salir a recorrer después del mediodía. Además, teníamos algo muy importante que resolver y que ya no podíamos dilatar más.

Originalmente, el contrato que hicimos por el auto tenía estipulado que lo devolveríamos el 22 de septiembre en la ciudad de Montpellier para seguir desde ahí en tren hasta Barcelona y luego Madrid. Cuando empezamos a averiguar los costos de los trenes nos dimos cuenta de que nos era más barato quedarnos con el vehículo hasta el final y pagar los días adicionales más el sobrecosto por entregarlo fuera de Francia que los trenes. Esto no incluye el costo de combustible, pero tampoco el ahorro que vamos a tener por poder seguir quedándonos en camping. Finalmente, la comodidad que nos proporciona movernos a nuestro criterio y necesidad sin depender de nadie. Para esto debíamos llamar a la agencia y avisar de la extensión del contrato y siempre que intentábamos teníamos algún problema. Esta mañana finalmente lo logramos así que nos tenemos “Kangoo” hasta un par de horas antes de tomar el vuelo rumbo a casa.

Con eso ya resuelto y para aprovechar que había dejado de llover, decidimos marcharnos y comer algo por ahí. En la tarde de este día teníamos intenciones de recorrer la zona del Coliseo y algo más dejando el resto para una tercer visita. Hicimos combinación de bus con metro para salir finalmente de la estación y encontrarnos con ese coloso gigante de piedra realmente asombroso.

El Coliseo en Roma era otra de las cosas que más quería conocer en esta etapa por Europa. Algo que siempre me atrajo desde chico y no me podía perder. Estar finalmente frente a él parecía increíble, irreal y es otro sueño cumplido. Hicimos la cola para poder ingresar y así conocimos el interior de este estadio antiguo tan importante y emblemático para la ciudad. Es la imagen de Roma del punto de vista turístico y todo un logro para la época desde el punto de vista arquitectónico. Está bastante deteriorado, cosa entendible por la cantidad de años que tiene, pero eso no le quita valor.



Una vez más, caminar por sus pasillos, por donde hace muchísimos años se encontraban las gradas con hasta cincuenta y cinco mil almas gritando eufóricos, ver la arena donde pelearon montones de gladiadores y se derramó muchísima sangre fue algo increíble. Ahí mismo venían a mi mente las imágenes de la película “Gladiador” con Maximus ingresando a la Arena para combatir, sin nada que perder, y la gente gritando su nombre desde las tribunas. Lo disfruté de principio a fin y cumplió con mis expectativas.

Más tarde recorrimos la zona antigua y otras ruinas que hay en los alrededores pero no mucho más porque la lluvia volvió con fuerza frustrando nuestros planes. Caminamos cubriéndonos con un paraguas durante otro rato para intentar sacarle el jugo a la tarde pero cada vez era más difícil y terminamos regresando al camping.

La ciudad en sí no lograba deleitarnos demasiado pero aún nos quedaba mucho por ver. Esperábamos que al día siguiente la lluvia nos diera tregua al menos un rato para poder completar las visitas y seguir nuestro viaje sin cuentas pendientes.

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