Aunque nos despertamos temprano,
nos quedamos acostados en la carpa haciendo absolutamente nada. Qué lindo es
poder descansar y qué falta nos hace. Había llovido mucho durante la noche y el
pronóstico daba lluvia también para el resto del día. Decidimos quedarnos en el
camping toda la mañana y salir a recorrer después del mediodía. Además,
teníamos algo muy importante que resolver y que ya no podíamos dilatar más.
Originalmente, el contrato que
hicimos por el auto tenía estipulado que lo devolveríamos el 22 de septiembre
en la ciudad de Montpellier para seguir desde ahí en tren hasta Barcelona y
luego Madrid. Cuando empezamos a averiguar los costos de los trenes nos dimos cuenta
de que nos era más barato quedarnos con el vehículo hasta el final y pagar los
días adicionales más el sobrecosto por entregarlo fuera de Francia que los
trenes. Esto no incluye el costo de combustible, pero tampoco el ahorro que
vamos a tener por poder seguir quedándonos en camping. Finalmente, la comodidad
que nos proporciona movernos a nuestro criterio y necesidad sin depender de
nadie. Para esto debíamos llamar a la agencia y avisar de la extensión del
contrato y siempre que intentábamos teníamos algún problema. Esta mañana
finalmente lo logramos así que nos tenemos “Kangoo” hasta un par de horas antes
de tomar el vuelo rumbo a casa.
Con eso ya resuelto y para
aprovechar que había dejado de llover, decidimos marcharnos y comer algo por
ahí. En la tarde de este día teníamos intenciones de recorrer la zona del
Coliseo y algo más dejando el resto para una tercer visita. Hicimos combinación
de bus con metro para salir finalmente de la estación y encontrarnos con ese
coloso gigante de piedra realmente asombroso.
El Coliseo en Roma era otra de las
cosas que más quería conocer en esta etapa por Europa. Algo que siempre me
atrajo desde chico y no me podía perder. Estar finalmente frente a él parecía
increíble, irreal y es otro sueño cumplido. Hicimos la cola para poder ingresar
y así conocimos el interior de este estadio antiguo tan importante y
emblemático para la ciudad. Es la imagen de Roma del punto de vista turístico y
todo un logro para la época desde el punto de vista arquitectónico. Está
bastante deteriorado, cosa entendible por la cantidad de años que tiene, pero
eso no le quita valor.
Una vez más, caminar por sus
pasillos, por donde hace muchísimos años se encontraban las gradas con hasta
cincuenta y cinco mil almas gritando eufóricos, ver la arena donde pelearon
montones de gladiadores y se derramó muchísima sangre fue algo increíble. Ahí
mismo venían a mi mente las imágenes de la película “Gladiador” con Maximus
ingresando a la Arena para combatir, sin nada que perder, y la gente gritando
su nombre desde las tribunas. Lo disfruté de principio a fin y cumplió con mis
expectativas.
Más tarde recorrimos la zona
antigua y otras ruinas que hay en los alrededores pero no mucho más porque la
lluvia volvió con fuerza frustrando nuestros planes. Caminamos cubriéndonos con
un paraguas durante otro rato para intentar sacarle el jugo a la tarde pero
cada vez era más difícil y terminamos regresando al camping.
La ciudad en sí no lograba
deleitarnos demasiado pero aún nos quedaba mucho por ver. Esperábamos que al
día siguiente la lluvia nos diera tregua al menos un rato para poder completar
las visitas y seguir nuestro viaje sin cuentas pendientes.
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