martes, 18 de septiembre de 2012

Día 160 – Cannes


Sin apuro ni obligaciones, nos despertamos y disfrutamos del placer de poder desayunar cómodamente en la cama. Pasamos la mañana echados con la televisión y el internet y al mediodía nos volvimos a preparar una rica comida.

Por la tarde salimos a conocer una ciudad muy pequeña de la cual no sabíamos mucho, ni siquiera con qué nos íbamos a encontrar. Así, tras unos veinte minutos llegamos al centro y zona principal, donde está el puerto. Ahí mismo, en un gran edificio blanco al que solo pudimos ver de lejos, se organiza el famoso festival de cine.

Caminamos por la rambla rodeando la zona del puerto y sin querer nos encontramos con una hermosa playa que si bien tiene una costa pequeña, el agua es cristalina y tentadora y la arena es fina y limpia como la de punta del este. Nunca pensé encontrarme con algo así por estos lares.



Continuamos por la costa en donde había muchísima gente mayor y hasta demasiadas veteranas haciendo toples, con la piel quemada de tanto sol y extremadamente arrugada. Me mojé los pies para comprobar que el agua estaba fría como sospechaba y luego seguimos el recorrido. Toda la zona está repleta de restaurantes en donde se puede comer pescado y mariscos con una hermosa vista al mediterráneo.

Regresamos y seguimos una calle muy empinada que subía hasta una iglesia en una colina. Desde arriba hay una gran vista panorámica de toda la ciudad y el puerto. Cannes nos estaba sorprendiendo y para bien, siendo mucho más bonita de lo que esperaba. Al bajar recorrimos la zona comercial en donde abundan las tiendas de ropa y poca cosa más.



Avanzamos sin rumbo sin encontrar mucho más. Fue así que un par de horas después dimos por terminado el paseo y comenzamos la retirada al apartamento para hablar a casa, preparar la cena y disfrutar todo lo posible del cómodo lugar. 

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