domingo, 9 de septiembre de 2012

Día 151 – Venecia


Luego de despertarnos y tener el infaltable desayuno, partimos hacia la ciudad. Esta vez sólo precisábamos un ómnibus y unos pocos minutos para arribar hasta la “Piazzale Roma” prácticamente en el límite hasta donde se puede ingresar con vehículos. Desde ahí debíamos hacer el resto caminando.

El lugar funciona como una estación de ómnibus. Al llegar nos encontramos con mucha gente, un pequeño mercado de venta de souvenirs y los primeros canales con sus respectivos puentes para cruzarlos.

Venecia es una isla que curiosamente tiene forma de pez. No está compuesta totalmente por canales, si no que hay calles angostas por donde se puede andar caminando sin problema. No es muy grande por lo que todo está relativamente cerca y a mi criterio, se puede diferenciar claramente dos Venecias. La primera, es la Venecia turística, inundada de gente, con todos los edificios principales, muy pintoresca y hermosa, con muchísimos comercios apuntando al turismo, las góndolas y los grandes puentes. La segunda es la Venecia de los ciudadanos locales, con casas antiguas y fachadas venidas a menos, canales no tan transitados rodeados con pequeñas lanchas estacionadas y casi sin turistas. Si bien todo esto convive en un pequeño espacio, no todo es igual.

La isla es cortada en dos partes por un gran canal con forma casi de “s”, tiene muchísimos pequeños canales metidos dentro de la ciudad y además posee al sur una especia de rambla y puerto en donde hay barcos y lanchas más grandes y se puede salir hacia el mar. Si bien a mí me gustó más la Venecia turística, mejor mantenida y más atractiva, a Ro le gustó la zona más tranquila.

Caminamos por toda la isla que es casi un laberinto enorme. Los canales hacen que las calles cambien rápidamente de dirección y para avanzar hacia un lugar hay que doblar montones de veces haciendo zig-zag. Hay muchísimos restaurantes y puestos ofreciendo pizza y pasta lo cual hace que el aroma que se respira sea totalmente atrapante y tentador. Por si fuera poco, también está repleto de heladerías, como para comerse todo.



El principal centro turístico en donde se concentraba casi toda la muchedumbre, es la “Piazza San Marco”, una gran plaza con una torre bastante alta y un palacio. Hasta ahí llegamos antes de hacer el descanso para almorzar y probar una exquisita pasta italiana. En la segunda parte de la jornada continuamos caminando hacia el este, lo que sería la “cola del pez” en donde nos encontramos con un parque arbolado muy bonito dándole a la ciudad el oxígeno y el toque de naturaleza que le faltaba. Luego volvimos lentamente por entre callejuelas y puentes hasta la Piazzale Roma para regresar al camping.



Intentamos o tuvimos la intención de hacer el típico paseo en góndola, pero abandonamos la idea cuando nos dijeron el costo: ochenta euros por el paseo corto y cien por el completo. Se puede viajar hasta de a seis personas en una misma góndola pero perdía la magia y el romanticismo; sobre todo si eran extraños.
Ya en el camping no hicimos más que pasar el rato hasta que el cansancio se hizo notar y cenamos para acostarnos a dormir. Al día siguiente ya abandonaríamos la ciudad para continuar con nuestro tour italiano.

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