Luego de despertarnos y tener el
infaltable desayuno, partimos hacia la ciudad. Esta vez sólo precisábamos un ómnibus
y unos pocos minutos para arribar hasta la “Piazzale Roma” prácticamente en el
límite hasta donde se puede ingresar con vehículos. Desde ahí debíamos hacer el
resto caminando.
El lugar funciona como una
estación de ómnibus. Al llegar nos encontramos con mucha gente, un pequeño
mercado de venta de souvenirs y los primeros canales con sus respectivos
puentes para cruzarlos.
Venecia es una isla que
curiosamente tiene forma de pez. No está compuesta totalmente por canales, si
no que hay calles angostas por donde se puede andar caminando sin problema. No
es muy grande por lo que todo está relativamente cerca y a mi criterio, se
puede diferenciar claramente dos Venecias. La primera, es la Venecia turística,
inundada de gente, con todos los edificios principales, muy pintoresca y
hermosa, con muchísimos comercios apuntando al turismo, las góndolas y los
grandes puentes. La segunda es la Venecia de los ciudadanos locales, con casas
antiguas y fachadas venidas a menos, canales no tan transitados rodeados con
pequeñas lanchas estacionadas y casi sin turistas. Si bien todo esto convive en
un pequeño espacio, no todo es igual.
La isla es cortada en dos partes
por un gran canal con forma casi de “s”, tiene muchísimos pequeños canales
metidos dentro de la ciudad y además posee al sur una especia de rambla y
puerto en donde hay barcos y lanchas más grandes y se puede salir hacia el mar.
Si bien a mí me gustó más la Venecia turística, mejor mantenida y más
atractiva, a Ro le gustó la zona más tranquila.
Caminamos por toda la isla que es
casi un laberinto enorme. Los canales hacen que las calles cambien rápidamente
de dirección y para avanzar hacia un lugar hay que doblar montones de veces haciendo
zig-zag. Hay muchísimos restaurantes y puestos ofreciendo pizza y pasta lo cual
hace que el aroma que se respira sea totalmente atrapante y tentador. Por si
fuera poco, también está repleto de heladerías, como para comerse todo.
El principal centro turístico en
donde se concentraba casi toda la muchedumbre, es la “Piazza San Marco”, una
gran plaza con una torre bastante alta y un palacio. Hasta ahí llegamos antes de
hacer el descanso para almorzar y probar una exquisita pasta italiana. En la
segunda parte de la jornada continuamos caminando hacia el este, lo que sería
la “cola del pez” en donde nos encontramos con un parque arbolado muy bonito dándole
a la ciudad el oxígeno y el toque de naturaleza que le faltaba. Luego volvimos
lentamente por entre callejuelas y puentes hasta la Piazzale Roma para regresar
al camping.
Intentamos o tuvimos la intención
de hacer el típico paseo en góndola, pero abandonamos la idea cuando nos
dijeron el costo: ochenta euros por el paseo corto y cien por el completo. Se
puede viajar hasta de a seis personas en una misma góndola pero perdía la magia
y el romanticismo; sobre todo si eran extraños.
Ya en el camping no hicimos más
que pasar el rato hasta que el cansancio se hizo notar y cenamos para
acostarnos a dormir. Al día siguiente ya abandonaríamos la ciudad para
continuar con nuestro tour italiano.
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