¡Nos quedamos dormidos! Eso nos
implicó hacer las cosas bastante más apurados que de costumbre pero bueno.
Hicimos el check out y si bien la idea era ir directamente hasta Barcelona,
cuando investigué sobre qué ver en el sur de Francia, recomendaban algunos de
los castillos de los Templarios, edificaciones medievales que permanecen en
mayor o menor medida, en pié.
Yo tenía los nombres anotados y
casi todos están de camino hacia España, cercanos a la región de Cataluña. No
era un completo desvío visitar al menos alguno de ellos. El GPS nos mostró el
camino y decidimos tomarlo para ver algo único y característico de la historia
del país. De todos los posibles, visitaríamos el castillo de Peyrepertuse, 50
kilómetros al norte de Perpignan.
Si bien la distancia era
relativamente corta, implicó bastante más tiempo del que pensaba porque era muy
angosto y repleto de curvas cerradas. Era casi como volver a Noruega, salvando
la distancia en los paisajes, claro está. Cruzamos por montones de pequeños
pueblitos hasta llegar a Perpignan y luego tomar el camino que deriva en varios
castillos diferentes. Poco más de una hora de dos horas después de salir del
camping, llegamos hasta el estacionamiento ubicado en lo alto de una colina y a
los pies del castillo de Peyrepertuse. Pagamos la entrada de estudiantes para
recortar gastos y comenzamos la caminata hasta la cima que dura unos quince
minutos.
Ubicado en lo alto de una pequeña
montaña, el castillo tiene una gran vista panorámica del valle y gran parte de
la región. De esta manera, podían controlar el lugar y tomar las medidas
necesarias a tiempo en caso de que el enemigo se acercara por cualquiera de los
flancos. No está entero, cosa más que lógica por su antigüedad. No tiene techo
pero si gran parte de las murallas que lo envolvían y las torres. Hasta
encontramos un lugarcito con un agujero en el suelo que creemos es un baño
medieval, je.
Recorrimos la parte baja primero y
ya la vista era espectacular, pero fue cuando llegamos al punto más alto cuando
realmente nos deleitamos con otra vista que nunca olvidaremos. Hasta se podía
ver otro de los castillos en el horizonte, el cual suponemos que también
tendría lo suyo pero no podíamos dedicarle tiempo. Nos quedamos ahí un rato
admirando el escenario y luego volvimos por el mismo camino hasta el auto.
Hacía mucho calor y todavía nos quedaba bastante por avanzar.
De pura casualidad, nos
encontramos con un supermercado al cruzar de nuevo por Perpignan, en donde
compramos nuestro almuerzo y algunas cosas más. Desde el castillo todavía
teníamos tres horas más de viaje, todo por culpa del desvío pero que valió la
pena. Volvimos a la autopista y sus peajes y así llegamos finalmente a España,
el último país en este viaje increíble, volviendo por fin a nuestra lengua
materna que tanto se extrañaba. Nos instalamos en un modesto camping en una
ciudad llamada "El Masnou" en las afueras de la ciudad. Ya era tarde
como para ir a recorrer, así que descansamos el resto de la tarde y por la
noche vimos otra película. Al día siguiente tendríamos mucho por ver.
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