Como dice la expresión, “todos los
caminos van a Roma” por lo que salimos a la ruta y seguimos cualquier camino
esperando el cartel de bienvenida a la capital, je. Mentira, esa opción tal vez
hubiera funcionado, pero nosotros nos guiamos siempre por las sugerencias del
GPS que nos ayuda y mucho. Nuestro destino era un nuevo camping al cual según
los planes, debíamos llegar apenas pasado el mediodía.
Todo salió según lo previsto,
paramos solo una vez para volver a cargar combustible que es uno de los gastos
más grandes que tenemos y encontramos un nuevo y hermoso peaje, ¡bieeen! El
acceso hasta el camping fue muy sencillo y hasta evitamos tenemos que manejar
por el centro de la ciudad.
Tras instalar las cosas y dejar
todo pronto, todavía era temprano y teníamos fuerzas y ganas suficientes como
para aprovechar y ver algo de la ciudad. Justo nos enteramos de que había una
camioneta que salía desde el camping hasta el Vaticano y luego nos traía. Dado
que la sede mundial del catolicismo era una de las cosas que quería ver,
encajaba perfecto en nuestros planes.
El Vaticano es el corazón del
catolicismo en el mundo, además de ser la casa del Papa y los Cardenales. Es un
territorio independiente aunque está geográficamente ubicado dentro de la ciudad
de Roma. No es muy grande pero sí muy visitado, tanto por católicos creyentes
que quieren conocer la Basílica de San Pedro o la plaza del mismo nombre,
intentar ver al Papa o deleitarse con una de las exhibiciones de arte más
importantes del mundo como es la del Museo Vaticano.
¿Dónde encajábamos nosotros en
todo esto? No pretendíamos ver el museo ya que nuestro conocimiento sobre arte
es casi nulo y consideramos que tuvimos bastante con el Louvre. Me hubiera
gustado mucho ver la capilla Sixtina pero más que nada por la pintura de
Michelangelo, importante y conocida como es, aquella que dejó su nombre escrito
en la historia. No somos católicos practicantes pero sí creyentes, al menos yo.
Siempre había querido conocer el Vaticano, estar en la plaza de San Pedro y si
era posible entrar en la Basílica.
Para ingresar al Museo Vaticano
hay que pagar unos doce euros por persona. El otro problema puede ser la
cantidad de gente haciendo cola, pero no era problema en ese día. Después nos
enteramos que era porque ya estaban por cerrar, por eso no había mucha gente.
Nosotros continuamos hacia la plaza.
La verdad, estando ahí no me
pareció tan grande e impactante como cuando se ve por televisión o en imágenes.
En su defensa, parte de la fachada está en restauración y eso le quita un poco
la belleza. Había bastante gente pero no tanta como esperaba. Reservando con
tiempo y pagando la entrada se puede acceder a los jardines también y hasta la
cúpula de la Iglesia.
Luego de caminar por la plaza de
San Pedro, la cual está hecha en forma totalmente simétrica con un gran
obelisco en el centro, intentamos entrar a la Basílica que vale decir es
gratuita. Ro no pudo porque según las normas de vestimenta, tenía las piernas
descubiertas. Esto nos había pasado ya en casi todas las mezquitas y templos
religiosos de Asia. Como era yo el más interesado y no íbamos a volver otro
día, entre solo rápidamente para al menos conocerla y sacar algunas fotos.
El lujo desplegado dentro es algo
impresionante. La arquitectura es destacable y el estado de conservación
todavía más aún. Creo que el material básico utilizado es mármol, pero hay
también varias decoraciones con oro y madera. Valió la pena conocerla y me
gustó mucho. Hubiera recorrido más si no fuera porque Ro no pudo entrar
conmigo.
Con eso terminamos el paseo del
día y llegamos justo para tomar la camioneta de nuevo hacia el camping. Allí
nos quedamos descansando y preparando el recorrido del día siguiente el cual
también tomaríamos con calma. Esta vez haríamos las visitas de la ciudad dividida
en dos tardes ya que vamos adelantados con el itinerario.
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