martes, 18 de septiembre de 2012

Día 158 – Torre de Pisa


Abandonamos el camping y la ciudad de Roma para volver a viajar hacia el norte a un lugar muy cercano a Florencia, donde ya habíamos estado unos pocos días antes. De todas maneras, tomamos un ruta totalmente diferentes (porque así lo indicó el GPS, no es que nosotros la eligiéramos) pero con una duración muy similar, poco más de tres horas.

Una vez más, teníamos el camping elegido de antemano. Llegamos hasta el lugar donde nos quedaríamos solo una noche porque considerábamos que en esa misma tarde tendríamos tiempo suficiente para recorrer todo Pisa. Tras instalarnos y averiguar, nos dijeron que la torre de Pisa estaba a solo diez minutos de distancia caminando, nada de ómnibus o metro de por medio.

Recorrimos el trayecto indicado y entramos en la pequeña ciudad de Pisa. Llegamos primero hasta un muro y una puerta grande que dan a lo que se conoce como la plaza del milagro, lugar en donde se encuentra la famosa torre pendiente. Ya desde allí la vimos asomarse, hermosa e inclinada, por encima de la gran pared.

Cruzamos la puerta para ver un nuevo mar asqueante de turistas, la GRAN mayoría sacándose la clásica foto que simular estar sujetando uno de los lados de la torre. Miráramos a donde miráramos, había gente parada con las manos en el aire y algún familiar, pareja o amigo dándole indicaciones de cómo colocarse para que la foto quedara bien. Parecían unos payasos y así como ellos, nosotros también lo hicimos, je. Tenemos la típica foto.



Más allá de eso, la torre es espectacular. Mucho más inclinada de lo que yo pensaba, realmente parece que en cualquier momento se va a caer. Caminamos hasta sus pies contemplando esta construcción maravillosa y luego la rodeamos todavía incrédulos de su postura. Se puede subir hasta la cima y había una gran cola de gente esperando. Nosotros no lo hicimos porque eso nos iba a implicar bastante rato parados y preferimos recorrer el resto de la ciudad.

El mapa que nos habían dado en el camping, tenía una sugerencia de recorrido a realizar por la ciudad. Lo seguimos pero la verdad es que hay muy poca cosa aparte de la torre que es sin lugar a dudas la razón por la que tantas personas vienen hasta este rincón de Italia. En el entorno cercano hay muchísimos restaurantes y algunas tiendas de souvenirs, pero a medida que nos íbamos alejando, parecía que estábamos entrando en otra ciudad completamente distinta, sin gente, tranquila y por momentos hasta casi desértica. Tal vez esto se viera incrementado por el hecho de que era domingo, pero aún así llamaba la atención.

Recorrimos la calle más comercial hasta llegar al río que corta la ciudad, una de las vistas más lindas que tiene. Sin edificios ni estructuras modernas, modesta, sencilla y clásica. Llegamos a un pequeño mercado en donde había algunos puestos con artesanías y desde allí hicimos el mismo camino de regreso. No había mucho más para ver, un pequeño parque en donde había niños jugando al fútbol, tal vez futuros integrantes de la azurra, la selección nacional. Nunca se sabe.



Volvimos a acercarnos a la torre para admirarla una vez más sentados en el césped que la rodea. Aprovechamos que estábamos ahí para cenar por última vez una rica pasta italiana en un restaurante local y hacer un festejo anticipado del cumple de Ro que era al día siguiente. Tras esto caminamos de nuevo al camping en donde descansamos para un nuevo viaje al día siguiente. 

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