Nos despertamos en un día nublado
y frío, amenazante de lluvia y que realmente no daba ganas de nada. Desayunamos
en el auto lo que teníamos y dejamos pasar toda la mañana mientras juntábamos
fuerzas para volver a las recorridas. Sería nuestro último día de paseo en el
viaje y que mejor para despedirnos que otra de las capitales europeas más importantes
del mundo, Madrid.
Era pasado el mediodía cuando
decidimos dejar el camping y caminamos hasta la parada del ómnibus desde donde
debíamos ir hasta una pequeña ciudad llamada “Villaviciosa” y ahí hacer
combinación hasta Madrid. No menos de cuarenta minutos de viaje en total, un
embole. Llegamos a la estación Príncipe Pío y dimos una gran vuelta a pie que
terminaría en el mismo lugar para regresar al camping.
Lo primero que visitamos fue el
Palacio Real y la Catedral de Almudena a los cuales no ingresamos pero
estuvimos junto a ellos. Esa fue la primera señal de que Madrid nos iba a
gustar mucho, porque parecía ser una ciudad muy limpia y con construcciones
hermosas y ostentosas. También vimos los jardines del Campo del Moro que son
muy lindos, decorados con arbustos que simulan laberintos entre otras cosas.
Continuamos desde ahí hasta el
Teatro Real y comimos en un McDonald’s que había a una cuadra frente a una
bonita plaza. Ya con la panza llena y fuerzas para seguir adelante, pasamos por
la Plaza de la Villa hasta la Plaza Mayor, luego la Puerta del Sol hasta llegar
a la Gran Vía, una avenida muy importante en donde hay montones de tiendas y
muchísima gente. Caminamos por ella rumbo al Parque del retiro pasando por el
Edificio Metrópolis y el Ayuntamiento que es otra construcción hermosa y ENORME
en donde había mucha gente sacándose fotos.
Finalmente cruzamos junto a la
Puerta de Alcalá e ingresamos en el mencionado parque el cual nos fascinó. Es
un lugar hermoso y gigantesco, muy lindo para pasar el rato. Tiene montones de
callecitas internas para quienes van a pasear o los turistas como nosotros que
nos deleitamos viendo el Monumento de Alfonso XII, el Palacio de Cristal y la
Estatua del Ángel caído. Fue el lugar perfecto para despedirnos del viaje,
tranquilo, relajante y hermoso.
Repetimos gran parte del camino
para regresar cuando ya estaba empezando a apagarse el día. Nos quedaban muchas
cosas para ver pero ya no había tiempo ni fuerzas. La intención al menos
conocer la ciudad y caminar por sus calles y con eso estábamos más que
cumplidos. Tras una hora o más de caminata desde el parque regresamos a la
estación para tomar el ómnibus de vuelta.
Una vez en el camping nos partimos
la boca con una espectacular sopa, je. Ya no tenemos casi nada para comer, todo
fue guardado, comido o tirado para nuestra partida. Nuestra última noche del
viaje dormiríamos una vez más en el auto, soñando con la cama que me espera en
casa.
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