Nos levantamos tarde y sin apuro,
ya que no queríamos irnos de nuestro cómodo apartamentito. Desayunamos
tranquilos y ordenamos las cosas para salir recién al mediodía, justo al límite
posible para el check-out.
El viaje hasta Viena era de unas
cuatro horas. Antes de comenzar el largo trayecto, hicimos una última parada en
el supermercado para aprovechar los buenos precios y comprar alguna cosa más
que estuviéramos necesitando.
EL viaje no fue complicado por
suerte. Se notó la diferencia al entrar a Austria cuando los límites de
velocidad bajaron bastante y aparecieron por doquier los controles con cámaras para
quienes quieran ignorar la ley. Apenas cruzamos la frontera paramos en una
estación de servicio para comprar, tal como teníamos entendido, un pegotín que
debe tener el auto para circular por el país. Esto mismo sucede (que sepamos
nosotros) en Alemania, Eslovaquia, Eslovenia y Suiza. Adornamos el parabrisas
con otro sticker y retomamos la ruta.
Habíamos averiguado posibilidades
de camping el día anterior para evitar entrar al centro de la ciudad. El
tránsito es una locura, repleto de autos. Llegamos sin mayores problemas a
destino y por suerte aunque la recepción ya había cerrado, nos dejaron pasar e
instalarnos y pagar al día siguiente por la mañana.
Armamos la carpa,
preparamos la cena y bastante antes de la medianoche ya estábamos acostados.
A la mañana siguiente nos tocó
madrugar. La idea era ir hasta la ciudad con bastante tiempo por si teníamos
algún inconveniente ya que sólo disponíamos de un día para recorrer. Pagamos
las dos noches y conseguimos un mapa e instrucciones. La ciudad estaba solo a un
bus y un metro de distancia, unos treinta minutos de viaje. Allá fuimos.
Llegamos hasta “Karlplatz” o la
plaza de Karl. Así entramos en la ciudad de la música clásica y a mi criterio,
la segunda con edificios antiguos más bonitos después de Paris. Como es
popularmente sabido, este país fue cuna de una de las figuras más importantes e
influyentes de la historia, Arnold Shwarzenegger, je. Mentira, él seguramente
tiene su mérito, pero me refiero al músico Ludwig Van Beethoven que no nació en
Viena, pero vivió aquí muchos años. Igual también podría estarme refiriendo a
otros grandes músicos como Wolfgang Amadeus Mozart, Franz Schubert o Johann
Strauss, todos ellos austríacos y grandes personajes históricos.
La ciudad es bastante grande y un
gran porcentaje de sus edificios son antiguos. Eso le da un toque encantador
para quien recorre sus calles. Nosotros nos movimos a pata, como siempre, con
el mapa en la mano y las principales atracciones turísticas marcadas en él. Dedicamos
la mañana a la zona este de la ciudad en donde encontramos con elemento
destacado, un hermoso y enorme parque muy bien cuidado.
Al mediodía encontramos por
casualidad un pequeño restaurante que vendía milanesas de pollo y pescado con
papas fritas, ensalada rusa y ensalada mixta. Los precios eran buenos y el
aspecto de la comida espectacular. Nos hicimos entender con los dueños que no
hablaban inglés y nos sirvieron una milanesota a cada uno. ¡Riquísimas!
Continuamos nuestro camino hasta
llegar al corazón de Viena en donde encontramos MUCHISIMA gente. Es una zona
peatonal en donde hay una Catedral enorme y muy alta, hermosa. Lamentablemente,
la estaban reconstruyendo por lo que había lados que estaban cubiertos con
lonas y herramientas. Esto nos ha pasado con muchos lugares pero es entendible
dado que se trata de construcciones muy antiguas. Con un estilo gótico no puedo
imaginarme el trabajo que debe dar hacer algo semejante. Nos desplazamos entre
turistas por esas hermosas calles para ver más lugares bonitos: museos,
iglesias, teatros y el edificio parlamentario.
Hay fuentes por doquier y estatuas
que le dan un toque especial. También encontramos un lugar en donde se puede
ver el espectáculo de los famosos caballos lipizanos, altamente adiestrados.
Hay muchísima oferta para quienes disfrutan de la música clásica a través
de interpretaciones de artistas famosos
en salas de concierto.
A media tarde ya extenuados de la
caminata, hicimos el mismo camino de la mañana en sentido contrario para volver
al camping. Preparamos la cena y marchamos al sobre, literalmente, durmiendo de
nuevo en la carpa. Fue una visita “express” porque debemos continuar nuestro
camino a través de Alemania para llegar hasta nuestro próximo destino, Suiza.
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