sábado, 30 de junio de 2012

Día 79 – Qutub Minar, Ashok Pilar, Templo de flor de loto y la puerta de India


Tras varias horas de sueño sonó el despertador para avisarnos que nuestra paz se había terminado. Luego de la ingesta matutina nos subimos al bus para comenzar el largo viaje que nos esperaba hasta Delhi, 260 kilómetros que por las rutas y el tráfico se traducen en más de seis horas. ¡MORTAL!

Las primeras dos horas y algo pasaron bastante rápido porque las dormimos como pudimos en los asientos del ómnibus. Ahí realizamos la primera parada técnica (para ir al baño) y seguimos viaje dos horas más hasta llegar a un shopping en una ciudad en las afueras de Delhi donde nos dieron un rato para almorzar. Terminamos para variar en un Mcdonald´s y recorrimos el shopping que por un rato nos hizo olvidar que estábamos en India y parecía estar en otro país desarrollado con tiendas de venta de ropa con marcas internacionales y productos originales de calidad

Un rato más de viaje y llegamos de nuevo a Delhi, segunda ciudad más habitada del país después de Bombay que tiene 19 millones contra los 16 de la capital. En India no hay control de natalidad como en China y según su cultura los hijos son considerados regalos de los Dioses, por lo que tienen muchos. El promedio por familia es de cinco o seis hijos lo que genera que nazca un bebé por segundo. La esperanza de vida no es muy alta, siendo de 70 años para las mujeres y 68 para los hombres.

Antes de ir hasta nuestro hotel, teníamos varios paseos para este día maratónico. Comenzamos por el Qutub Minar que es un Minar o torre construida con arenisca roja y mármol con una altura de setenta y dos metros y medio lo que la hizo la construcción más alta del país durante mucho tiempo. A simple vista parece como un faro pero sin luz en la cima. Tiene cinco pisos y fue realizada en primera instancia por Qutbud-din Aibak los primeros dos pisos y tras fallecer fue completada por su hijo y heredero al trono.

En su origen estaba rodeada de templos y construcciones hinduistas que fueron posteriormente destruidas por los islámicos cuando invadieron el territorio y utilizaron los escombros obtenidos para construir la primera mezquita en India. El lugar es muy bonito, lo segundo que más me gustó en la visita a este destino. Realmente una lástima que hoy en día solo permanezcan ruinas de lo que supo ser en su tiempo.

Terminada esta visita pasamos nomás por donde se encuentra el templo con forma de flor de loto, con una arquitectura que hace recordar al Opera House de Sydney. La flor de loto es muy importante para los budistas y este templo imita su forma dándole un aspecto muy bonito; lástima que sólo pudimos verlo desde lejos. Sacamos unas fotos y seguimos rumbo hacia la puerta de la India.

La puerta de la India se encuentra cerca del hotel donde nos estamos alojando en la zona que se conoce como Nueva Delhi, zona donde viven ricos, británicos y parlamentarios. Es una puerta enorme, algo así como la puerta de Alcalá, y se encuentra en un predio bastante grande en donde se juntan muchísimos indios como en una plaza o parque, se sientan en el césped, conversan, pasan el rato. La construcción es realmente una bestialidad, tiene una inscripción en la parte superior en donde tiene el nombre del país y debajo hay un monumento pequeño compuesto por un rifle parado con un casco de soldado en la punta y una llama de fuego eterna que nunca se apaga en honor a los soldados que dieron su vida en la guerra que tuvieron con Pakistán.

El lugar y la puerta estuvieron muy buenos, la cantidad de gente, la tierra, los vendedores y las miradas que parece que te perforan la nuca NO. Luego de eso volvimos al hotel, al fin, para pedir las llaves de nuestra nueva habitación y poder ducharnos antes de ir a comer y descansar.

Día 78 – Ciudad de Amber, palacio de la ciudad y el observatorio


Dicho y hecho, sonó el despertador y pareció que recién nos habíamos acostado. Igual nos levantamos como unos campeones y marchamos hasta el restaurante para un desayuno reponedor. Después de eso viajamos hasta la ciudad de Amber, también conocido como el “Amber fort”.

Hicimos parte del trayecto en ómnibus y luego completamos el resto hasta la entrada al fuerte en jeeps. El lugar constituye uno de los principales centros turísticos de la ciudad pero también de lo que se conoce como el triángulo dorado que está formado por las tres ciudades que nosotros visitamos, Delhi, Agra y Jaipur. Fue construido en la cima de una colina para tener una vista panorámica excepcional de la zona y poder vigilar así las potenciales invasiones enemigas.

Recorrimos todo el predio mientras los guías nos explicaban las historias detrás de estos lugares antiquísimos pero todavía increíbles. Volvimos a ver elefantes utilizados como medio de transporte cosa que me trajo muy lindos recuerdos de Nepal. El fuerte en sí es muy lindo, tiene combinaciones arquitectónicas de varias culturas y fueron realizadas con lujo de detalles.

Más tarde visitamos un antiguo observatorio construido en el siglo XVII que era utilizado para varias precisiones astrológicas. Hay varios en todo el territorio de India y nosotros en particular habíamos pasado por uno en nuestra visita al Río Ganges en Varanasi. Hay muchísimos instrumentos antiquísimos, grandes y pesados que medían con muchísima precisión la hora del día o la ubicación de los astros para determinar los signos del horóscopo. En particular, hay un reloj solar enorme que permite conocer la hora del día (considerado por ellos entre las 6 am y las 6 pm) con una precisión de dos segundos.

Finalmente recorrimos el predio en donde está el palacio de la ciudad en donde hay un museo que contiene una gran colección de antigüedades de los antiguos Mahrajás (que eran algo así como los reyes), ropa típica, armas utilizadas en las batallas y para variar el recorrido terminaba en una sala donde vendían pinturas, telas y diversas artesanías. Al costado del palacio de la ciudad se encuentra la residencia real a la que no podíamos acceder pero vimos la entrada custodiada por cañones (en forma decorativa).

Tras todo esto ya eran cerca de las dos de la tarde, había cerca de 40 grados y nosotros estábamos muy cansados por las pocas horas de sueño en la noche anterior, con hambre y muchísima sed. Volvimos al hotel aunque algunos se fueron a los mercados en busca de telas que comprar para mandar a Uruguay y luego hacerse vestidos.

Almorzamos en el restaurante del hotel y después sí Ro se fue en busca de la tan necesaria siesta mientras yo bajaba las fotos para ponerme al día con el blog. Cuando ya no aguanté más el calor abandoné todo y me fui nuevamente a la enorme piscina del hotel hasta que tuve que volver para bañarme e ir a cenar.
Después de eso sí caí rendido, agotado, intentando conciliar tantas horas de sueño como fuera posible ya que al día siguiente viajaríamos otra vez unas cuantas horas para volver a Delhi.

Día 77 – Ciudad fantasma y llegada a Jaipur


Como todos los días, comenzamos nuestras actividades con un poderoso desayuno porque sabemos que esto de ir hasta el restaurante y tener ya pronto y esperándonos una gran variedad de opciones para comer no va a durar para siempre, hay que aprovecharlo ahora. Nuestro itinerario para la jornada era bastante “light” porque teníamos otro viaje de varias horas en el medio hasta la ciudad de Jaipur. Haríamos un corte a mitad de camino para visitar Fatehpur Sikri, conocida como la ciudad fantasma y luego seguimos camino.

Llegamos a dicha ciudad luego de cerca de tres horas de viaje en el ómnibus en donde nos limitamos a dormir de a ratos en la posición que se pueda para intentar no terminar tan acalambrados. Fathepur Sikri era una ciudad construida por el emperador Akbar de los Mongoles en el siglo XVI cuando ellos controlaban el territorio de India.

Las construcciones son muy bonitas y están muy bien mantenidas. Aquí se instalaron los Mongoles durante varios años hasta que tuvieron que abandonar el lugar porque su fuente de agua que era un lago que se encuentra muy cerca de la ciudad dejó de ser suficiente ante el crecimiento de la población y eventualmente se secó. Hoy en día el lugar se mantiene como un museo ya que su arquitectura es muy bonita y es típica de dicho imperio. Algo positivo para los turistas es que los indios conservan todos los edificios que de alguna manera contribuyen a su historia, sin importar por quién fueron construidos.

Tras la visita continuamos nuestro viaje hasta que llegamos a la ciudad de Jaipur ya a media tarde y teníamos el resto del día libre. Más que cansados diría que acalambrados de esas casi seis horas en las butacas, descansamos un rato y luego calmamos el calor agobiante en la enorme piscina del hotel. Antes recorrimos un poco las afueras del hotel en busca de algún almacén pero sólo encontramos muchos vendedores ambulantes INSOPORTABLES, vacas y tierra. Dado que estábamos solo Ro y yo y que no conocíamos el lugar, volvimos al resguardo del hotel; saldríamos de nuevo al día siguiente con más gente.

Por la noche y luego de la cena, teníamos un nuevo evento en uno de los salones que alquilamos en el hotel, así que bailoteamos al ritmo de la música uruguaya hasta la una de la madrugada. Estuvo muy divertido pero sabíamos que íbamos a pagar las consecuencias al día siguiente cuando sonara el despertador para comenzar los paseos.

Día 76 – Taj Mahal


Nos despertamos una vez más a las 4 am y nos fuimos medio dormidos y sin desayunar en carros tirados por un caballo hasta la zona donde se encuentra la primer maravilla del mundo, el Taj Mahal. Todavía estaba bastante oscuro afuera pero nada importaba porque había llegado uno de los días más esperados del viaje y teníamos mucho entusiasmo a pesar de las pocas horas de sueño.

El Taj Mahal es considerado un símbolo universal del amor y es un mausoleo, una tumba, construido por el Emperador Shahjehan para su amada Reina Mumtaz Mahal. Cuenta la historia que Mumtaz Mahal era una mujer hermosa y que el Emperador se enamoró de ella en cuanto la vio por primera vez. Se casó con ella poco tiempo después y tuvieron catorce hijos, siendo justamente durante el parto del último de ellos cuando ella murió. El emperador que estuvo con ella en ese momento quedó devastado. Momentos antes de su muerte ella le había pedido que le hiciera una tumba que simbolizara su amor por lo que el cumplió su promesa al mandar a hacer el Taj Mahal para luego enterrarla ahí una vez que estuviera finalizado.



La construcción del mismo llevó veintidós años y el Emperador no escatimó en ningún gasto para llevarlo a cabo. Contrató los mejores profesionales existentes para cada una de las áreas requeridas y mandó construir así el templo totalmente de mármol blanco, decorado con piedras preciosas y ubicado en un lugar estratégico para evitar su destrucción. El costo del mismo fue extremadamente alto, tanto que tiempo después cuando quiso construir otro igual pero en mármol negro al otro extremo del río que se encuentra en la parte posterior, su hijo, el entonces Emperador, se lo impidió y lo encerró en una prisión que se encuentra en un terreno próximo. Ahí pasó ocho años de su vida sin poder salir y todos los días miraba desde la ventana el mausoleo de su amada a la salida y puesta del sol, recordándola, extrañándola.

Más allá de la historia de amor detrás de esta construcción, realmente puedo decir que es una verdadera maravilla del mundo y probablemente el edificio más hermoso que he visto en mi vida. Llegamos muy temprano y fuimos los primeros en entrar. Ya al cruzar la puerta hacia el terreno y verlo desde lejos es algo ESPECTACULAR que nos dejó fascinados. A medida que se va avanzando hacia él uno se da cuenta de la dimensión del mismo. Por dentro sin embargo no es muy ostentoso, si no que más bien es bastante oscuro y con poca gracia; la mejor parte supuestamente es donde están realmente las tumbas cuyo acceso está prohibido.



Sacamos montones de fotos y realmente disfrutamos cada instante que estuvimos ahí, sabiendo que probablemente sea la única vez que lo veamos en la vida pero felices de haber cumplido un sueño en este viaje y más aún colmando las expectativas previas. Cualquiera que tenga la oportunidad de verlo en persona no la puede dejar pasar.

Cerca de las 8 am volvimos en ómnibus al hotel para desayunar y luego volver a salir para un par de visitas más. Así lo hicimos y esta vez partimos con rumbo a la Fortaleza de Agra. La misma tiene la particularidad de que fue construida con un material rojizo que le da su color y en ella está la prisión donde el Emperador pasó ocho años encerrado tras la decisión de su hijo. Recorrimos todo el previo y vimos el lugar desde donde él observaba todos los días el Taj Mahal a la distancia.

Luego de esto fuimos hasta una fábrica de muchísimos años perteneciente a la familia que se encargó de hacer los trabajos de mármol del Taj Mahal. Ahí nos explicaron el proceso para incrustar piedras en el mármol que es MUY artesanal, quizás hasta demasiado para la tecnología actualmente disponible. Hay cinco o seis personas que con un disco de pulir que es girado a mano con un sistema de poleas que utilizan para darle forma a las piedras a utilizar que son de lujo e importadas desde distintas partes del mundo. Otro hombre tiene la pieza de mármol en donde se van a incrustar y con un cincel va tallando los lugares correspondientes, todo esto también a mano. Finalmente, utilizando un pegamento que es secreto familiar y cuya fórmula no se revela pegan las piedras al mármol para luego darle una pulida final al producto.

Nos mostraron muchísimos productos hechos por ellos que eran espectaculares pero igualmente caros. Me encantó un elefante enorme hecho todo a mano de una sola pieza de mármol por tres personas en un período de tres meses, pero costaba nada más y nada menos que la nada despreciable cifra de ocho mil dólares.

Después de todo esto volvimos al hotel y teníamos tiempo libre para descansar o salir a recorrer. Nosotros hicimos un poco de piscina nuevamente y conversamos hasta la hora de la cena para finalizar así un día INOLVIDABLE.

martes, 26 de junio de 2012

Día 75 – Agra


Tras el desayuno subimos al ómnibus y comenzamos nuestro viaje de dos etapas de tres horas cada una hasta la ciudad de Agra. Salimos temprano para evitar el calor en la medida que fuera posible pero parece ineludible; hace calor de mañana, de tarde y de noche.

El viaje no se hizo tan largo como parecía de antemano y llegamos apenas pasado el mediodía. Nuevamente tuvimos un montón de controles para entrar al hotel y luego teníamos la tarde libre para nuestras actividades. Almorzamos en el restaurante del hotel donde nos prepararon comidas occidentales a precios especiales para que no sufriéramos tanto.

El hotel es realmente ENORME, casi que un laberinto. Tiene diferentes edificios con pasillos enormes que los conectan, dos piscinas, sala de juegos con mesa de pool, tejo, ping pong, billar, playstation, cancha de fútbol, cancha de tenis, gimnasio, spa y muchas otras cosas. Así y todo, no tiene wi-fi gratis…shit!

Luego de comer recorrimos las instalaciones y terminamos en la sala de juegos para otra sesión de ping pong. Al rato era tanto el calor que decidimos cambiarlo por la piscina y permanecimos en la misma durante más de dos horas hasta que la cerraron y además se hizo la hora de ir a cenar.

Hicimos sobremesa durante bastante rato conversando y riéndonos con nuestros amigos que acá son como nuestra familia ya que compartimos todo, todos los días. Finalmente cerca de las diez de la noche volvimos a la habitación para descansar lo que quedaba de noche ya que una vez más nos levantaríamos a las 4 am al día siguiente para ir a ver al Taj Mahal desde el amanecer.

Día 74 – Río Ganges, Templo de mármol de Shiva y viaje a Delhi


Nos despertamos a las 4 am para comenzar nuestro paseo por la ciudad de Varanasi tal como lo hacen los hindúes (practicantes del hinduismo). No todos ellos pero sí muchos se levantan a esa hora y caminan hasta el Río Ganges para darse un baño que lava sus pecados y luego vuelven a sus casas para prepararse antes de ir a trabajar.

Varanasi es la ciudad más espiritual e importante para los hinduistas y aparte de los peregrinos que vienen de todas partes del país para bañarse en él, muchos vienen cuando ya son mayores para cumplir con la última etapa de sus vidas, desprenderse de las cosas materiales y se preparan para morir. Morir en Varanasi es buena suerte para los practicantes de esta religión. Una de las razones por la que se bañan en este Río es porque como nace en el Himalaya y fluye por zonas con muchas plantas que tienen propiedades curativas.

Los hindúes creen en la reencarnación, la cual puede variar en ochenta y cuatro mil posibilidades diferentes que van desde los insectos hasta los humanos. Para esto influye mucho el Karma de cada persona y según qué tan bueno o malo uno haya sido en una vida pasada, la suerte o desgracia que tiene en la presente; es el Karma que arrastra. En la vida humana es cuando uno debe trascender, lograr la salvación que le permitirá alcanzar el paraíso o Nirvana y evitar la reencarnación en otra nueva vida.

De todos modos, el Río Ganges es mucho más que sólo un lugar para bañar sus pecados y lavar la ropa. A las orillas del mismo, en un lugar establecido se encuentran crematorios, donde durante las 24 horas del día se están cremando cuerpos cuyas cenizas luego son echadas al Ganges. Hay dos tipos de cremaciones, las tradicionales con fuego o las eléctricas. Las primeras son mucho más costosas y son iniciadas por el hijo mayor de la familia que para la ocasión debe afeitarse tanto barba como cabeza y de igual modo todos los hombres que acudan al funeral. A la ceremonia de cremación no pueden acudir las mujeres para que sea menos emocional ya que se consideran más fuertes. Los diez días siguientes son de luto y en el doceavo día se hace una ceremonia en la casa de los familiares donde se invita a los sacerdotes y amigos. Todo esto hace que cada fallecimiento sea casi tan costoso como un casamiento.

Una particularidad del proceso es que la llama con la que se inicia el fuego se obtiene de otra llama que según la historia es muy antigua y fue entregada por el Dios Shiva directamente a una persona en ese mismo lugar. Desde entonces la llama se ha mantenido encendida y su custodia es responsabilidad de la familia de ese hombre y pasa de generación en generación. A cambio ellos pueden exigir lo que a su criterio crean equivalente para compartirla, desde cien rupias hasta una casa.

Estuvimos a metros de la zona de cremaciones en donde se estaban desarrollando al momento tres diferentes procesos en simultáneo. La intención atrás de la madrugada tan temprano era poder apreciar a las personas que caminan hasta el Río para comenzar su jornada, ver cuando se bañan en el mismo y desde un mirador poder observar el amanecer en el horizonte. Esto último no pudimos lograrlo porque estaba bastante nublado e incluso llovía de a ratos, pero sí hicimos todo lo demás.



Subimos a unos botes de madera para veinte personas impulsados por un remero y paseamos por el Río Ganges desde la zona de las cremaciones hasta pasados los últimos Ghats (o zonas con escalinatas) en donde la gente se baña. Es realmente impactante ver como la gente se sumerge, nada y hasta toma el agua de ese río tan sucio y contaminado. No vimos tantos indios como se puede ver en días festivos pero en esos casos simplemente es lo mismo pero multiplicado por mil.



Luego caminamos hasta los buses para trasladarnos hasta una universidad en donde hay un Templo para Shiva y finalmente a otro Templo en donde hay una construcción bastante grande del mapa geográfico del país hecho en mármol blanco, muy bonito.

Tras todo esto recién eran casi las 8 am y volvimos al hotel para desayunar. Muertos de sueño nos dejaron dormir un par de horas hasta el mediodía, bajar las valijas y marcharnos hasta el aeropuerto para un nuevo vuelo hasta la ciudad de Delhi, capital del país. El vuelo estuvo movidito e incluso se retrasó su salida, por lo que llegamos al hotel casi por la noche. El lugar es divino porque está ubicado en una zona muy cara y está lejos de reflejar la realidad en la que viven los indios.

El hotel era de puro lujo, sin lugar a dudas el mejor en el que nos hemos alojado hasta ahora. Parece un edificio más que un hotel, compuesto por veinte pisos, piscina, gimnasio y todo tipo de extravagancias. Nos sirvieron una cena internacional bastante rica y luego nos fuimos a disfrutar de las comodidades de la habitación antes de dormirnos para partir al día siguiente, esta vez en ómnibus, hasta la ciudad de Agra en donde se encuentra el famoso Taj Mahal.

Día 73 - Varanasi


Partimos desde el aeropuerto de Kathmandú para despedirnos de Nepal al mediodía y tras un corto viaje de apenas una hora, aterrizamos perfectamente en la ciudad de Varanasi, India. Si bien solo permaneceríamos en esta ciudad por unas pocas horas, en dicha ciudad es donde comenzaría nuestro viaje por este país con una cultura y una realidad tan particulares.

India es un país territorialmente grande pero además es el segundo país más poblado del mundo con mil doscientos millones de habitantes que se distribuyen en veintiocho distritos. Tiene dieciocho lenguas oficiales y más de setecientos dialectos; cada ciudad es como un estado en sí misma, con su idioma, sus costumbres y sus particularidades.

El 75% de los habitantes son hinduistas, un 12% son islámicos y el resto se divide en otras religiones minoritarias, pero la gente respeta la elección de cada uno sin problemas. Los hinduistas que son la gran mayoría tiene una religión que se basa en la mitología, teniendo más de trescientos treinta millones de dioses de muchos tipos y para ellos los mismos viven en los cuerpos de las vacas; esa es una de las razones por lo que estos animales se consideran sagrados en el país. Hay tres dioses principales que son Brahma, Vishnu y Shiva, pero el último de los mencionados es el que tiene más templos y a quien se reza más.

Como cultura el territorio es un lugar milenario, ya que tiene más de cinco mil años de historia, pero como país en sí es muy reciente, obteniendo su independencia de los británicos en plena segunda guerra mundial, más precisamente el 15 de agosto de 1947, instalándose la actual democracia.

Varanasi es una ciudad antigua pero además es muy importante para los hinduistas porque es la de mayor relevancia espiritual. Aquí se encuentra el famoso río Ganges y es el lugar a donde vienen miles de peregrinos en busca de la purificación de sus pecados para llegar al paraíso, a Nirvana.

Al bajar del avión nos abrazó el calor de India. Le pregunté más tarde a uno de los guías por la temperatura y me dijo que rondaba los 45 grados Celsius. Es como estar adentro de un gran horno. En este país hay montones de controles a las valijas y los bolsos, incluso para entrar a los hoteles. Luego de que nos revisaran las cosas en varias oportunidades, fuimos trasladados al hotel donde pasaríamos la noche.

Dejamos las cosas en la habitación y en seguida salimos a nuestro primer paseo, un pequeño tour en uno de los vehículos típicos de la ciudad llamado “Rickshaw” que es una especia de triciclo muy similar al tuk-tuk que ya hemos visto en otros lugares pero esta vez el conductor tiene una bicicleta y no una moto. Salimos desde el hotel en parejas y nos llevaron hasta un lugar un par de kilómetros más hacia el centro. Ahí vimos por primera vez el desorden que India tiene por tráfico, la mugre, polvo y tierra en las calles y nos llamó la atención que no vimos tanta gente como pensábamos.

Desde donde terminaba el paseo seguíamos el camino en bus hasta una fábrica muy antigua de la ciudad en donde hacen muchos productos de seda. Habíamos estado ya en una en China, pero esta es un poco más artesanal. Nos mostraron parte del proceso y luego muchísimos de los productos que obviamente nos querían vender y para su suerte lo lograron.

Ya en la noche volvimos al hotel para la cena y luego descansar ya que al día siguiente comenzaríamos a las 4 am con los paseos por la ciudad.

sábado, 23 de junio de 2012

Destino 13: India


Nuestra estadía en India se extenderá por un total de ocho días, repartidos entre las ciudades de Varanasi, Agra, Jaipur y Delhi en donde se destacan las visitas al famoso Río Ganges, el Taj Mahal en donde recaen todas nuestras expectativas por ser una de las siete maravillas del mundo y el Raj Ghat, lugar donde fue cremado Ghandi y el Museo construido en su honor.

India es posiblemente el país más pobre que visitaremos en nuestro camino, por lo que en teoría será el que generará mayor impacto cultural. Recorreremos también los principales templos, lugares y ciudades de modo de llevarnos una idea bastante completa de lo que es la cultura Hindú, segundo país más poblado del mundo después de China.



Día 72 – Patan


Comenzamos la jornada a media mañana, esta vez no tuvimos que madrugar. Teníamos programado un recorrido por la ciudad de Patan, a pocos minutos del hotel en ómnibus. Dicha ciudad es la más antigua del distrito de Kathmandú  y nuestro recorrido incluía la Plaza Durbar, el Templo de Krishna Mandir, el Templo dorado de Hiranya Varna Mahavira, el Templo de Min Nath y la Stupa Ashoka.

No es muy difícil imaginar que es prácticamente imposible retener estos nombres para luego asociarlos a su foto correspondiente, y además que cuando uno lo lee desde el itinerario parece que son lugares diferentes y distantes, pero no es así.

Dado que el ómnibus no podía acercarse demasiado porque las calles son bastante angostas y en el poco espacio que hay transitan vehículos en ambos sentidos, estacionan sobre todo motos a los costados de la calle y como no hay veredas, entre todo ese enjambre de cosas deben moverse los peatones, completamos el recorrido a pie.

Nuestra primer parada fue la plaza de Durbar y desde ahí seguimos hasta otra plaza donde en pocos metros cuadrados había muchísimos templos y construcciones típicas. Algo a destacar y que me llamó mucho la atención de Nepal, es que aquí no hacen solo una construcción importante, sea un templo o una Stupa en el centro de una plaza, sino que hay montones desperdigados por doquier. Sin orden aparente y casi que amontonado, podíamos ver desde un mismo punto al menos cinco o seis construcciones diferentes de distintas épocas y estilos.

Recorrimos la zona aunque como la arquitectura no es nuestro fuerte, nos sobró el tiempo que nos asignaron. Lo que más cautivó nuestra atención es que cerca de la plaza hay una escalera que desciende hasta tres vertientes de agua. Dicha agua viene directamente de las montañas por lo que como el agua potable escasea por estos lares, las mujeres van hasta ahí con bidones y recipientes a juntar agua y a veces a bañarse o al menos lavarse.

Pasado el mediodía volvimos al hotel donde almorzamos y luego teníamos la tarde libre. En su mayor parte aproveché para jugar al ping-pong en la sala de juegos del hotel. El resto del tiempo lo ocupamos conversando o simplemente pasando el rato, cosa que también nos gusta. Fuimos a buscar la ropa que habíamos dejado el día anterior y cuya limpieza es cuestionable, pero bueno.

A las siete nos sirvieron café y té con galletitas en el hotel con motivo de despedida y poco más tarde tuvimos la cena donde el gerente volvió a agradecernos nuestra estadía remarcando lo importante que es el turismo para Nepal. “Cada turista que viene ayuda a nueve nepalíes…” por lo que nuestra visita ciertamente causa impacto ya que somos 350 personas. Hasta nos hicieron una torta de agradecimiento dándonos sin lugar a dudas el mejor trato de todos los hoteles donde nos hemos alojado hasta ahora.

Por la noche nos volvimos a juntar, otro poco de charla y cartas antes de irnos a dormir. Armamos las valijas y dejamos todo pronto para viajar al día siguiente a nuestro nuevo destino, India.


Día 71 – Vuelta a Kathmandú


Me desperté con el ruido del teléfono y para mi sorpresa era un amigo avisándome que al fin se veían las montañas desde el hotel. Nos apuramos en ir hasta el lobby del hotel y ya desde ahí vimos los enormes picos nevados. ¡Al fin! Aunque estaba nublado y feo, las montañas asomaron para despedirnos y el tiempo nos permitió ver, al menos durante unos minutos, los hermosos Himalayas.

Tras el desayuno nos aprontamos para nuestro vuelo y con un despertar tan alentador, teníamos grandes esperanzas de llegar a ver todavía más picos nevados desde el avión. Nos separamos del grupo ya que la mayoría volvía en ómnibus y partimos hacia el aeropuerto de Pokhara.

El vuelo fue muy cortito, apenas 25 mintuos, y aunque conseguimos asiento contra la ventana, estábamos del lado incorrecto del avión…¡shit! Igualmente algo pudimos ver y como el avión que era muy pequeño estaba lleno con gente del grupo, me acerqué al asiento de unos amigos para ver mejor desde su ventana. No llegué a ver el Everest ni a estar tan cerca de las montañas como me lo esperaba, pero tenía el recuerdo vívido de Nueva Zelanda en las retinas como para calmar las ansias. No me canso de ver montañas con nieve, tal vez porque en Uruguay no haya, pero es el paisaje que más me cautiva. Ahora todas mis esperanzas descansan en los Alpes Suizos cuando con Ro nos aventuremos en la última etapa de este viaje, solos por Europa.

Llegamos a media mañana de vuelta al hotel en Kathmandú, para lo que curiosamente demoramos más en el viaje en ómnibus desde el aeropuerto al hotel que el vuelo de una ciudad a otra. ¡El tráfico es insoportable! Ahí nos encontramos con los compañeros del grupo A que viajan con dos días de diferencia con respecto a nosotros y se estaban yendo hacia India, nuestro siguiente destino. Tuvimos que esperar cerca de una hora para que nos asignaran una habitación y cuando finalmente lo hicieron, dejamos las valijas y nos fuimos caminando hasta el centro en busca de un rico almuerzo. Nos partimos la boca en Pizza Hut una vez más comiendo una rica pasta y un postre de torta de chocolate y helado de crema espectacular.

Por la tarde llevamos ropa a un lavadero y recorrimos más tiendas acompañados de otros amigos. Poco después volvimos al hotel con los pies llenos de tierra (como siempre en esta ciudad) y nos dedicamos a jugar al ping-pong en la sala de juegos. Ahí permanecimos hasta poco antes de la hora de la cena.

Por la noche volvimos a la habitación, Ro no se sentía muy bien así que tras mirar un poco de tele y usar la computadora caímos rendidos. No me importaba nada poder dormir más de seis horas para variar y reponer las baterías.

jueves, 21 de junio de 2012

Día 70 – Trekking, Devi´s fall y la caverna


Nos despertamos en plena noche, nos vestimos y partimos en el ómnibus en busca de un amanecer único. Viajamos cerca de media hora hasta llegar a la base de la colina y luego ascendimos a pie por un camino que tiene en parte escalones y en parte solo piedras.

La aventura fue mucho menos rústica de lo que yo quería y pensaba. Cuando nos dijeron para hacer trekking en la montaña, yo imaginé precisamente algo que involucraba una montaña. Al fin de cuentas, subimos por una escalera con mucha pendiente hasta la cima de un cerro que tiene un total de 1592 metros de altura. No sé exactamente cuánto de eso lo subimos a pie, pero seguramente no fue más de 200 metros.

Para nuestra mala fortuna, la mañana estaba muy nublada y la visibilidad era muy mala, por lo que pese a nuestro esfuerzo por llegar a la cima a tiempo, no pudimos ver ni el amanecer ni los picos nevados. Apenas parte de algunas de las montañas y muchas muchas nubes. Además, por primera vez en bastante tiempo volvimos a pasar frío, mucho frío.

Triste y frustrado por la mala fortuna descendimos de nuevo hasta el ómnibus y volvimos al hotel a desayunar. Exhaustos por la madrugada volvimos a la habitación para dormir todo lo posible antes de volver a los paseos cerca del mediodía. Nos dormimos casi instantáneamente.

Nos quedaban dos paseos más en nuestro itinerario, una cascada llamada Devi´s fall y una cueva. La cascada se llama así según nos dijeron porque una mujer llamada Devi se cayó en ella intentando sacarse una fotografía en su luna de miel hace muchos años y falleció. Supongo que en su honor llamaron así a la cascada que no era la gran cosa, al menos a mi criterio.

La cueva fue todavía más decepcionante. Tal vez porque es imposible no compararla con la que visitamos en la bahía de Halong, pero bueno. Ya en tiempo libre nos dejaron en la zona del lago para que almorzáramos y recorriéramos a gusto. Así lo hicimos y tras una rica comida en un restaurante de comida italiana, paseamos por las tiendas en donde me compré una campera muy bonita con el asesoramiento correspondiente de Ro que cuya opinión es definitoria.

Volvimos al hotel para aprovechar un rato la piscina y por la noche cenamos una vez más en el muy lindo restaurante del hotel. Tras conversar un rato volvimos a la habitación a preparar la valija ya que al día siguiente volveríamos a Kathmandú pero esta vez en avión, así nos evitamos el ómnibus. Aunque tuvimos que pagar unos cuantos dólares extra cada uno, cambiamos un viaje de siete horas por otro de poco más de veinte minutos, je.

Día 69 – Viaje a Pokhara


Se nos terminó la estadía en el hermoso pueblo de Chitwan donde la pasamos increíble, así que tuvimos que subir a los ómnibus una vez más y volver a las carreteras. Esta vez nuestro destino sería la ciudad de Pokhara y una vez más, aunque nos separaban apenas ciento y algo de kilómetros, el viaje fue cercano a las cinco horas.

Al igual que como pasó con el rafting, en Pokhara había una actividad opcional que era el treking por una montaña para ver algunos de los picos más altos en la cordillera; las opciones estaban en hacer el tour y pasar la noche en la montaña, hacer algo similar pero escalando bastante menos y sin pasar la noche en la montaña o no hacer nada y quedarse durmiendo en el hotel. Nosotros teníamos elegida la segunda opción.

Al mismo tiempo, algunos de los interesados en pasar la noche en la montaña lo harían este mismo día y otros al día siguiente. Nosotros haríamos treking en la madrugada del día siguiente para ver la salida del sol por entre las montañas. El primero de los mencionados grupos se separó de nosotros fue directamente a la montaña; el resto siguió camino al hotel en la ciudad.

El camino se hizo muy largo y pesado una vez más; las carreteras no ayudan y los asientos de los ómnibus tampoco. Paramos a almorzar en un restaurante pequeño a un costado de la carretera pero nadie optó por el dudoso menú. La mayoría dividió sus compras entre pringles, helados y galletitas, casi todos acompañados con una bebida para matar el calor.

Llegamos al hotel cerca de las dos de la tarde. El lugar es muy lindo, el hotel grande y con piscina, el servicio nos dejó conformes y la habitación está muy bien equipada. Tenían preparado un menú especial para el grupo de viaje por lo que fuimos al restaurante donde yo pedí un sándwich de pollo y Ro pizza. Recorrimos un poco la ciudad para también comprar víveres y volvimos al hotel porque más tarde teníamos un paseo en bote por un lago.

Al llegar al lugar nos dividieron en grupos de cuatro o cinco y nos subimos a los pequeños botes de madera con nuestro remero de turno. Paseamos por el lago con vista a las montañas que al principio no era muy buena porque estaba nublado y la visibilidad era baja, pero al rato se puso tormentoso y eso le dio al paisaje unos colores grisáceos espectaculares. Si bien tuvimos que volver rápido en el bote cuando empezó a chispear y se escuchaban los truenos como acompañamiento musical, la vista era hermosa.



Tras la amenaza de lluvia finalmente solo cayeron algunas gotas y nos dieron un rato libre para recorrer la zona que está repleta de comercios. Aquí en Nepal se vende mucha ropa para hacer treking, camperas, pantalones, camisas, gorros y todo a muy buen precio. Exploramos un poco las opciones pero no compramos nada y volvimos al ómnibus con las manos vacías.

Por la noche nos sirvieron una cena muy rica en el hotel, cuyo restaurante estaba ambientado muy lindo con mucha madera y velas en cada mesa. Con la panza llena volvimos a la habitación y tempranito nos acostamos porque al día siguiente nos tendríamos que levantar a las cuatro de la madrugada para ir a subir el cerro y con suerte poder apreciar la magnificencia del sol asomando entre los picos nevados de las montañas.

lunes, 18 de junio de 2012

Día 68 - Paseo en canoas, safari en la jungla y elefantes

El día de hoy estaba repleto de actividades y todos eran muy prometedoras. Para hacer un cambio radical, dejar por un rato los templos y edificios históricos de lado, pasamos de lleno al turismo aventura para disfrutar de sin lugar a dudas, uno de los mejores días del viaje.

Para romper el hielo, caminamos hasta el mismo lugar a la orilla del río a donde habíamos ido el día anterior para intentar ver la puesta el sol y nos subimos en grupos de a nueve en unas modestas canoas. Impulsadas con una caña que se va clavando en el piso, igual que son impulsadas las góndolas en Venecia, paseamos cerca de una hora por este río donde con suerte se puede ver cocodrilos en las orillas.

Hay dos especies diferentes, unos más grandes que los otros y si bien estamos en su época de cría por lo que se hace difícil verlos, la suerte estuvo de nuestro lado. No fue de muy cerca, pero lo suficiente como para sacarle algunas fotos a uno que según nos dijeron son vegetarianos por lo que no corríamos peligro. También vimos un rinoceronte casi totalmente sumergido en el agua, reposando o vagueando de lo lindo. Otra linda foto para el álbum, je.



Tras terminar el recorrido llegamos al lugar donde comenzaba el paseo por la jungla. Caminamos durante otra hora en línea recta por un angosto camino que atraviesa la selva en busca de animales salvajes. Sólo pudimos ver ciervos, por un lado una manada con el macho y su cornamenta y por otro un macho solitario. Nos dijo el guía que los machos deben pelear y sólo el más fuerte queda en la manada y el otro, solitario, digamos que es futuro alimento de algún depredador más grande. Aunque no vimos leopardos o tigres el paseo estuvo genial.

Desembocamos en un criadero de elefantes, en donde estuvimos al lado de elefantes de pocos meses de edad. No hace falta decir que eran DIVINOS y mimosos. Se acercan para ser acariciados y si se les asoma por ejemplo una botella, abren la boca para que les des agua. El más chiquito hasta nos daba la pata y extendía la trompa para jugar. Un verdadero placer poder estar tan cerca de estos animales espectaculares. De todos modos, a todo esto recién era media mañana y todavía restaban muchísimas emociones por vivir.



Volvimos al hotel en camionetas 4 x 4 para que quien quisiera se cambiara antes de irnos al río a bañarnos con los elefantes. No era algo obligatorio pero no de ninguna manera me iba a perder de una oportunidad así. En grupos de dos o tres nos fuimos subiendo a los distintos elefantes que se agachaban en el río para facilitar nuestra tarea y una vez que estábamos arriba se paraba y nos tiraba agua con la trompa. Tras un ratito y previa orden de su adiestrador, se dejaba caer de costado al río tirando a sus jinetes de cabeza al agua. MUY DIVERTIDO! Unos genios los fantitos.



Al mediodía almorzamos en el hotel y luego tuvimos un tiempo libre para dormir siesta. Estábamos muertos por la madrugada e hicimos rendir esas horas hasta la última actividad del día. A las tres y media nos volvimos a encontrar en el hall del hotel y nos llevaron en camionetas hasta el punto de partida del paseo en elefante. Nos subimos desde unas torres al lomo de nuestros enormes amigos grises en grupos de a cuatro y dimos un largo paseo por la jungla una vez más.  Es increíble andar montado al elefante, tal como si fuera un caballo enorme pero que solo va al paso. Volvimos a ver ciervos y rinocerontes, pasamos por lagos y disfrutamos muchísimo de una experiencia inolvidable. Sin dudas una de las cosas que esperaba con más expectativa en los días previos y que no me decepcionó para nada.

Volvimos al hotel a las seis, justo a tiempo para darle otra oportunidad a la puesta del sol que fue otra vez un intento fallido gracias a las nubes. Igualmente no nos quejamos porque dado que estuvo nublado estos días, no tuvimos que sufrir los 45 grados de calor que hubo en los días previos a nuestra llegada a Chitwan. Nos quedamos conversando largo y tendido para recién al rato volver a prepararnos para la cena.

Para rematar tuvimos una demostración de una danza típica de una tribu del lugar que estuvo genial y en la que terminamos bailando junto a ellos. Sin lugar a dudas un gran día que concluyó con mucha satisfacción, lleno de aventura y que ubicó a Nepal en el podio de los países del viaje hasta ahora.

Día 67 - Parque Chitwan

Madrugamos una vez más, a tal punto que ya no es madrugar sino que es levantarse como lo hacemos normalmente y nos preparamos para dejar la ciudad. Partiríamos todos hacia el parque Chitwan, pero antes había una actividad programada para los interesados que era el rafting.

Nosotros no teníamos paga dicha actividad opcional. A Ro no le interesaba hacerla y a mí sí pero en su momento no sabía quienes irían y después tampoco quería dejarla sola. El grupo se dividía en distintos ómnibus en función de por qué se había optado y quienes no estaban interesados seguían viaje directo al parque, llegando un par de horas antes.

Si bien la distancia al parque desde Kathmandú es de ciento y pocos kilómetros, se demoran cerca de seis horas en completar el recorrido. La ruta va rodeando las laderas de las montañas por lo que es todo curvas y acantilados; algo similiar a las rutas de Nueva Zelanda, salvando las distancias con los paisajes y el estado de las carreteras. Primero hicimos un tramo de tres horas hasta el lugar donde comenzaba el rafting, despedimos y sacamos muchísimas fotos de nuestros compañeros, los vimos partir con cara de asustados algunos y de emocionados otros, para luego seguir nuestro camino. Me dió un poco de arrepentimiento verlos partir y no acompañarlos en semejante aventura, pero después me enteré que un compañero cayó al agua en un remolino que lo atrapó y se pegó tremendo susto. En otra aventura tal vez pueda intentarlo y sacarme las ganas. 


Tres horas más de viaje y llegamos a Chitwan. Ahí dejamos el ómnibus y subimos en camionetas Mahindra, igualitas a las que se ven en las calles de Uruguay para completar el resto del camino a los hoteles. Almorzamos todos juntos a media tarde y luego fuimos al Jungle Safari Resort, donde permaneceríamos las siguientes dos noches. El lugar es muy lindo, la ciudad mucho más tranquila y descongestionada que Kathmandú. Por la calle transitan elefantes que son una mezcla entre un medio de transporte, una herramienta y una mascota ya que son multiuso.

Descansamos e hicimos tiempo hasta que llegaron nuestros amigos del rafting. Nos contaron cómo les había ido y partimos todos juntos caminando hasta la orilla del río desde donde se puede ver generalmente la puesta del sol con una paisaje muy agradable. Nosotros no tuvimos suerte porquer estaba muy nublado pero igualmente fue una buena oportunidad para sociabilizar y pasar un lindo rato.

Volvimos al hotel tras el intento fallido, nos bañamos y luego cenamos en el restaurante donde nos sirvieron una cena buffet bastante dentro de lo aceptable. Era el cumpleaños de un amigo y la novia le consiguió una torta y todo. Le cantamos y comimos pastel sin dulce de leche, lo que me hizo pensar en cuanto se extrañan los postres de allá y en que una torta sin dulce de leche no es una torta. De ahí a la compu para bajar fotos y escribir algo en el blog con lo quedaba de fuerza antes de caer rendidos.

domingo, 17 de junio de 2012

Día 66 – Recorrido por la ciudad, plaza Durbar, Templo de Kumari, Templo de los monos, Bhaktapur y las cremaciones en Pashupatinah


Desayunamos en el jardín, en las mesas colocadas directamente sobre el césped, para luego comenzar los paseos del día que eran cuatro.

En primer lugar viajamos en ómnibus hasta el Templo de los monos donde subimos unos cuantos escalones para llegar a la cima de una colina con gran vista a la ciudad. Arriba hay una especie de pagoda construida hace mucho tiempo con pertenencias de los maestros budas adentro. Tanto en el camino hacia arriba como en la cima vimos mucha gente pidiendo dinero, mucha pobreza y suciedad. Hay cuerdas colgadas por los aires en donde ponen montones de banderas con escrituras sagradas budistas. Había mucha gente porque era sábado y es el día de descanso aquí; aprovechan para visitar los templos, rezar y agradecer a sus dioses. Se llama templo de los monos porque está lleno de dichos animalitos sueltos por todos lados.



A continuación viajamos hasta la plaza Durbar y estuvimos en la casa donde vive la princesa Kumari de Kathmandú. Dicha princesa representa a la encarnación humana de la diosa madre hindú Durga y se eligen varias para todo el país. El proceso de selección de la princesa Kumari es muy antiguo y tiene varias etapas; para siquiera ser tomada en cuenta primero debe cumplir una serie de requerimientos y una vez elegida permanecerá como tal desde los tres años de edad hasta su primera menstruación. Vive en una casa aislada de su familia, solo acompañada por cuidadores y no puede salir de la misma excepto trece veces al año en las fechas de las festividades. Sus padres pueden visitarla durante el día pero no pueden pasar la noche ahí.

Ser seleccionada es un honor para la familia y un beneficio económico importante porque cobran una mensualidad por el resto de sus vidas. De todos modos, es prácticamente una prisionera durante todos esos años ya que vive bajo protocolo estricto todo el tiempo. Tiene educación escolar a domicilio durante la tarde y por momentos se asoma en las ventanas de la casa y así se muestra a la gente. Está prohibido sacarle fotos y no siempre se logra verla, pero nosotros pudimos hacerlo. No parecía para nada una niña feliz.

Al salir de la casa recorrimos la zona de la plaza en donde se encuentra un templo que se conoce como Templo de los Hippies porque en los años sesenta se juntaban en las escaleras del mismo y fumaban marihuana. También hay una calle conocida como calle de los hippies en donde actualmente hay varios puestos ambulantes donde se venden artesanías. Vimos varias vacas sueltas porque aquí son animales sagrados al igual que en India por lo que circulan libremente y no son molestadas. Algunas personas se acercan a ellas, las tocan y se tocan la frente en lo que entiendo es como un saludo a los dioses.

Al mediodía viajamos hasta otra plaza en donde había varios restaurantes y tiendas, recorrimos y descansamos. Estuvimos ahí poco más de una hora para refrescarnos del calor y luego seguimos viaje hasta la última visita del día, las cremaciones en Pashupatinah.



En este lugar hay once pilares de cemento con un pequeño techo puestos uno al lado del otro, ubicados entre casas y un río cuyo nombre no recuerdo. En esos pilares, cuando fallece una persona, se hace la cremación del cuerpo horas después; se coloca sobre una pila de madera y se tapa con paja para luego ser encendido, por el hijo mayor si quien falleció es el padre de la familia o por el hijo menor si es la madre. 

Alrededor se juntan parientes y amigos para presenciar el acto que dura unas cuatro horas y cuando termina lavan el piso del pilar con agua que sacan en baldes del mencionado río, tirando cenizas y restos al mismo.
Ver esto fue bastante fuerte, ya que cuando llegamos había un par de fuegos encendidos, lo que significaba que había cremaciones en proceso. El río está MUY contaminado, repleto de basura, ofrendas y cenizas. El olor era bastante fuerte aunque no tanto comparado con otros lugares de la ciudad. Ellos están muy acostumbrados a todo el proceso que es lo normal para todo fallecimiento.

Finalmente volvimos al hotel donde teníamos tiempo libre y nosotros optamos por salir a recorrer la ciudad una vez más. Caminamos mucho en busca de algún supermercado pero no encontramos ninguno. No obstante, descubrimos una panadería donde vendían torta de brownie, gelletitas artesanales, medialunas y demás por lo que decidimos darnos un gustito.  

Aprendimos otra curiosidad sobre este país, algo que nos llamaba mucho la atención. Aquí se ve mucho a hombres caminando por la calle agarrados de la mano o abrazados, tal como si fueran pareja. Nuestra primera impresión fue de que eran homosexuales y que aquí era muy normal mostrarse públicamente, pero resulta que no es así. En Nepal es normal que los hombres cuando son amigos se agarren de la mano y caminen así por las calles; lo mismo las mujeres aunque no se ven tantas. Es al contrario más extraño ver a las parejas haciendo esto porque eso sí lo ven como algo raro. ¿Qué tal?



Por la noche cenamos nuevamente en el patio interno del hotel mientras presenciábamos un montón de danzas típicas que de todas las que hemos visto hasta ahora, fue la que más me gustó. Con eso finalizamos el día, preparamos la valija para viajar al día siguiente y nos acostamos para descansar lo máximo posible.

sábado, 16 de junio de 2012

Día 65 – Llegada a Kathmandú


El total de compañeros que conformamos el grupo “B”, cerca de ciento veinte personas, fue dividido en tres sub grupos para hacer el viaje a Nepal. Nosotros por suerte estábamos en el mejor, ya que partimos temprano desde Tailandia e hicimos un vuelo directo y sin escalas para arribar al mediodía a Kathmandú y disponer de la tarde libre para pasear. Un segundo sub grupo salió más tarde por lo que llegaron casi al anochecer y el último hacía escala en Hong Kong y llegó al hotel casi a media noche; estuvieron cerca de doce horas dando vueltas en avión.

Como regalo de bienvenida nos entregaron un pañuelo típico que es tradicional del país. Nos recibieron muy amablemente en el hotel, tomamos un jugo de cortesía, nos pintaron un “tercer ojo” en la frente tal como usan ellos por motivo religioso (creo) y filmaron nuestra llegada. El hotel es grande y tiene un patio interno hermoso con mesas donde sirven las comidas. Nosotros estamos en el quinto piso, la habitación está bien equipada aunque a veces la heladera o el aire no funcionan del todo bien ya que en Nepal tienen problemas con el abastecimiento de energía y dependen en muchas oportunidades de los generadores.

Luego de dejar nuestras cosas partimos en grupo para recorrer la zona y buscar un lugar para almorzar. Terminamos en un “Pizza Hut” donde habíamos estado ya en Hong Kong y habíamos comido la mejor pizza hasta ahora. Aquí no fueron menos y nos sirvieron otra exquisitez tal como necesitábamos. Paseamos un poco por el centro, recorrimos los mercados de chucherías para tener una buena idea precios y oportunidades y luego volvimos al hotel. 

Hasta ahora, podemos decir que Nepal ha sido el país que más impacto cultural nos ha dejado por la realidad en la que viven. La ciudad en sí es muy sucia, hay ríos donde tiran basura o incluso animales muertos y donde el olor es INSOPORTABLE. Las construcciones son MUY humildes y precarias, hay muchísima gente en las calles pidiendo dinero, niños sobre todo, el aire es sucio y con tierra del pedregullo de los caminos o los escombros de viejos edificios.

El tránsito es RECONTRA desorganizado y para cruzar la calle hay que tirarse ya que los peatones no tienen preferencia de ningún tipo y te llenan de bocinazos mientras te pasan rozando por los costados. Una curiosidad del lugar es que hay cebras (aunque son de adorno parece) para cruzar las esquinas en diagonal. Igualmente es más un peligro que un atajo porque entre motos, autos y bicis que vienen de todas las direcciones, es todo un logro llegar entero al otro lado.



Las camionetas van tan llenas de gente que algunos tienen que sacar el cuerpo por la ventana porque de otro modo no entran, y los ómnibus van tan cargados que algunas personas viajan sentados en el techo. ABUNDAN los Suzuki Maruti y se usan mucho como taxi. La gente nos mira MUCHO y sin disimulo como si fuéramos de otro planeta lo cual no molesta al principio pero termina cansando un poco.



Por la noche volvimos al hotel donde nos sirvieron la cena en el jardín con una decoración muy bonita y el gerente nos dio la bienvenida oficial, nos contó un poco sobre la realidad del país y nos regaló una bolsa con folletos turísticos para que conociéramos mejor a su tierra querida. Un muy lindo gesto de su parte.

Destino 12 - Nepal


Comenzamos un nuevo destino, el doceavo en nuestro camino y uno en donde tendremos más aventura que hasta ahora en esta etapa.

Permaneceremos en el país un total de ocho días, los cuales se reparten entre Kathmandú (la capital) a donde llegaremos desde Tailandia y dormiremos las dos primeras noches, el Parque Chitwan para los dos días siguientes, en Pokhara un par más, volveremos a Kathmandú y finalmente desde ahí viajaremos a Patan.

Si bien es un itinerario movidito, Nepal ofrece muchas actividades de turismo aventura como el rafting, trekking por las montañas, paragliding, paseo en elefante, safari, vuelo por los picos más altos de los Himalayas y alguna que otra cosa más. Nosotros no vamos a hacer todas esas actividades, pero sí el safari o el paseo en elefante por ejemplo que es algo que espero con ansias.

Nepal es conocido además porque posee a la cima del mundo, el famoso Monte Everest con ocho mil y pico de metros de altura. No sé qué tan cerca llegaremos de él, pero por lo menos sabremos que estuvimos en su casa. 


jueves, 14 de junio de 2012

Día 64 – Día libre en Bangkok


Nos levantamos tarde, ya que podíamos, desayunamos tranquilos y recién después de eso comenzamos con los pendientes para la jornada. Lo único importante y obligatorio a resolver en este día libre era lavar la ropa acumulada que era MUCHA.

Conseguimos un pequeño lavadero cerca del hotel de un par de señoras que fueron invadidas de uruguayos y probablemente hayan tenido más trabajo en este día que en todo el mes. Dejamos las cosas que tendríamos que levantar a las seis de la tarde y luego volvimos al hotel.

Cerca del mediodía acompañamos a unos amigos hasta la oficina de correo ya que ellos iban a mandar una nueva encomienda y aunque teníamos todas las intenciones de recorrer y pasear una última vez por la capital de Tailandia, nuestras opciones se limitaban a templos o mercados y no queríamos hacer nada de eso. 
Salimos a caminar por la zona entonces, sin rumbo, y llegamos así hasta el complejo del estadio. No pudimos entrar a sacar una foto desde las gradas como quería, pero si llegué hasta el césped en una cancha anexa más pequeña que había al lado. Almorzamos en un 7-eleven que son tiendas que abundan por estos países y nos salvan la vida muchísimas veces. Compramos un par de sándwiches calientes cada uno que son muy ricos y baratos para después seguir nuestro camino.

Luego de esto partimos hacia la zona de shoppings donde todavía teníamos muchísimo por recorrer y ahora más o menos conocemos todo. El área total es enorme y en una calle hay cerca de cuatro o cinco shoppings de varios pisos cada uno, uno al lado del otro. Paseamos por todos, vimos autos de lujo y un amigo aprovechó para comprarse una cámara de fotos. Todo este vuelterío nos llevó cerca de cinco horas y nos liquidó.

Camino de vuelta al hotel, sabiendo que teníamos que ir a buscar la ropa al lavadero, vimos que en una esquina había unos tailandeses jugando al fútbol en una cancha de cemento. Como yo había dicho que tenía ganas de jugar un amigo propuso pedirles para entrar y accedí. Tras volver a la habitación y ponernos calzado adecuado preguntamos si podíamos unirnos al partido y amablemente nos dijeron que sí; uno para cada lado y a correr.

Lamentablemente llegamos para el final del partido y solo jugamos quince minutos pero fue suficiente para agotar lo poco que nos quedaba de energía. Igualmente hice presencia goleadora y le hice un sombrerito al golero como para imponer respeto a los uruguayos, je. Ahora sí liquidados volvimos al hotel.

Por la noche fuimos hasta un centro comercial cercano en busca de wifi para dar señales de vida y poder actualizar el blog. Comimos algo sencillo como para cumplir y volvimos a descansar ya que al día siguiente partiríamos muy temprano rumbo a un nuevo destino: Nepal.

Día 63 – Museo del paso del infierno y tren de la muerte


Nuestro último día en el río Kwai comenzó tempranito y con un desayuno idéntico al del día anterior. Tras hacer el check-out volvimos a tomar las lanchitas por última vez y nos dejaron en donde nos esperaban los ómnibus de la agencia.

Nuestra primera parada fue en el museo del paso del infierno o “Hellfire pass” por su nombre en inglés. Este lugar se construyó para recordar y honrar a todas las personas inocentes que sufrieron y murieron en la Segunda Guerra Mundial en lo después se conocería como “El Tren de la Muerte”.

En 1941, cuando Japón hizo su ingreso en la Segunda Guerra tras bombardear el puerto de Pearl Harbor en Hawaii, invadió gran parte de Asia en su lucha contra los Aliados. Dado que tenía que abastecer a sus tropas y el único medio que tenía hasta entonces eran los barcos, cuando tomaron la zona de Burma, Tailandia y Malasia decidieron construir una ruta de ferrocarril que conectaría toda esta zona en un trayecto de más de cuatrocientos kilómetros. Para dicha obra utilizaron a más de 60.000 prisioneros de los Aliados y posteriormente a más de 200.000 ciudadanos asiáticos con un objetivo que parecía imposible ya que el tiempo pretendido para la obra era de 20 meses.

Lograron hacerlo, pero para ellos muchísimas personas fueron torturadas y llevadas hasta el límite de lo que un ser humano puede soportar. Las fotos son estremecedoras. Trabajando turnos de 15 o 16 horas en un principio y luego hasta 24 horas sin parar, bajo una dieta de arroz y vegetales servidos dos veces al día y utilizando casi ninguna herramienta tuvieron que abrir camino por entre las montañas y trabajar para sus enemigos.

Los prisioneros estaban totalmente incomunicados del resto del mundo aunque cuando podían alguno pasaba escondido una radio desde Singapur para tener noticias de cómo iba la guerra y rezar por una victoria de los Aliados que pusiera fin a su miseria. Si los descubrían eran torturados y matados, que no era muy diferente a los que les pasaba si intentaban sabotear la construcción o si los japoneses no consideraban que se estaban esforzando en su labor.

Los datos presentados son obviamente estimados, pero son muchísimas las personas que murieron en esta construcción, producto del cansancio, las torturas, la desnutrición o incluso enfermedades contraídas y mal tratadas. El nombre del paso del infierno proviene de que por la noche cuando ya no había luz del sol, los hacía continuar trabajando con iluminación que proporcionaban fuegos o faroles. El tren se conoce como “Tren de la muerte” por la cantidad de personas que murieron en el proceso. Se estima que un trabajo similar, que realizado casi sin herramientas en su entonces llevó unos veinte meses, hoy en día, con la tecnología de avanzada, implicaría aproximadamente unos dos años.

Caminamos por parte del trayecto donde hace muchos años circulara el tren, vimos parte de las vías y algunos durmientes originales que permanecen casi intactos. La historia es espeluznante y me dio una sensación similar a la sentida en el museo de la guerra de Vietnam. Es increíble que caminamos por un lugar donde se llevaba a cabo tanto sufrimiento y dolor hace tan solo setenta años.

Luego de esto volvimos al ómnibus para ir a almorzar. Comimos con vista al río Kwai y después tomamos el tren que circula por parte del recorrido original que se continúa utilizando. De los más de cuatrocientos kilómetros, unos ciento y algo son hoy en día propiedad de Tailandia que utiliza en tren. Viajamos cerca de dos horas en un tren muy modesto para llegar finalmente al puente sobre el Río Kwai donde habíamos estado un par de días atrás.

Tras todo esto, volvimos al ómnibus y viajamos durante tres horas más para regresar a Bangkok y al hotel donde ya nos habíamos alojado para disfrutar de nuestros últimos días en este país. De ahí a descansar, comer algo y volver a disfrutar de las comodidades de la tecnología. Igualmente fue una GRAN experiencia.

Día 62 – Nadando por el río y cueva de Lava Kaeng


Como las habitaciones no tienen teléfono no pueden llamarnos para despertarnos. La alternativa es que uno de los empleados del hotel camina de punta a punta golpeando cada puerta de cada cabaña. Dejamos el desayuno buffet pero nos sirvieron un huevo frito, jamón, un par de papas fritas y algunas tostadas con manteca o dulce; como acompañamiento, té o café y después fruta. Más que suficiente para mí. Igualmente nunca como arroz, verduras o la mayoría de las cosas que nos ofrecen en los hoteles para arrancar el día.

Para la mañana teníamos arreglado un paseo por la cueva de Lava Kaeng, que es una cueva enorme que está a unos cinco kilómetros del hotel y se accede viajando por el río. De todos modos, nosotros estábamos más interesados en la parte previa, ya que para ir hasta ahí se podía utilizar la lancha o…ir nadando por el río. ¡A flotar se ha dicho!

Violando las normas de la digestión previo a un baño porque logísticamente era imposible, nos pusimos los chalecos salvavidas y saltamos desde el muelle al agua. No es transparente y seductora como la de las playas de Filipinas, pero está calentita y era divertido.

El viaje fue placentero, conversando y riéndonos con nuestros amigos mientras jugábamos a ser corchos en el agua. Todo esto hasta que algo mordió a un amigo en un dedo del pié; ahí salimos nadando rapidísimo del lugar y luego no dejamos de movernos en todo el camino hasta llegar a la cueva. No fue nada grave y hasta era gracioso, pero de todas maneras no nos íbamos a arriesgar a que se repitiera. Llegamos bastante cansados tras más de media hora de nado.

La cueva es enorme y hay todo un camino para acceder hasta bien adentro. Está muy oscuro y hay unos cuantos murciélagos dando vueltas por ahí. Me hizo acordar a la que vimos en la bahía de Halong hace un tiempo. Caminamos hasta el final apreciando las extrañas formaciones en las paredes y el techo. Finalmente volvimos al hotel pero esta vez en las lanchas porque es imposible nadar contra la corriente. Sólo el mejor de los nadadores sería capaz de avanzar con tanta fuerza en contra.

Almorzamos en el hotel y luego tuvimos tarde libre. Aprovechamos a descansar, dormir la siesta y disfrutar del lugar. A media tarde organizaron un torneo de fútbol para quienes estuvieran interesados en una cancha que hay a unos doscientos metros del hotel. Participaron tres equipos formados por integrantes del grupo y uno de tailandeses. Los pobres terminaron últimos y vapuleados en el partido final. Sintieron el vigor de la garra charrúa, je.

Nosotros nos limitamos a oficiar de espectadores y aprovechamos parte del rato para visitar a los elefantes que se encuentran en la zona. Estuvimos muy cerquita de tres de ellos y hasta pude acariciar la trompa de uno. Daba lástima porque si bien acá los tienen como mascotas y los utilizan mucho como medio de transporte, tenían ojos de infelices y probablemente no estuvieran nada bien cuidados. Algunos compañeros los alimentaron con bananas que ellos felizmente agarraban con la trompa y se las comían como si fueran maníes para nosotros. Hermosos animales que nunca había visto TAN de cerca pero que volveré a encontrarme en nuestro camino por Nepal.

Por la tarde/noche volvimos al restaurante del hotel y tras la cena nos juntamos en un grupo de varios a escuchar música, conversar y jugar a las cartas. Otros armaron campeonato de truco y algunos hasta lo hicieron apostando plata. A la medianoche, cuando aquí parece que fueran las tres o cuatro de la mañana, volvimos a nuestro humilde aposento para despedir el día y descansar.

Día 61 - Rio Kwai


Para llegar hasta nuestro nuevo hotel en las orillas del Río Kwai nos levantamos bastante temprano y partimos en ómnibus. En primera instancia teníamos un viaje de una hora y algo en la que dormimos todo el trayecto hasta llegar al primer punto de interés, el famoso mercado flotante.

Resulta que en las inmediaciones del Río Kwai, todo se promociona usando a éste como protagonista. Tal es así, que existe un mercado literalmente flotante, ya que está ubicado sobre el río y para acceder hasta ahí utilizamos unas lanchas que son muy finitas y largas y pueden llevar hasta ocho personas cada una. Separados en grupitos paseamos por primera vez sobre el agua del Kwai.

El mercado es bastante grande aunque  se venden básicamente las mismas cosas que habíamos visto ya en Bangkok e incluso aquí estaban más caras. Nos compramos nada sino que simplemente nos limitamos a recorrer y conocer. Después de ahí volvimos a los ómnibus y nos llevaron hasta el famoso puente sobre el Río Kwai. No es muy extenso pero si muy pintoresco. Caminamos sobre las vías del tren y sacamos varias fotos con esta celebridad histórica.

Más tarde fuimos a comer a un restaurante cercano al puente donde lo más rico que encontramos fueron el arroz blanco y las papas fritas. El resto como siempre, varía entre lo agridulce, lo picante o lo sazonado con curri…GUACALA! Simplemente no lo considero comible, pero le ponemos buena voluntad.

Tras todo esto eran casi las dos de la tarde. Subimos al bus por última vez para trasladarnos hasta el punto de salida de las lanchas que nos llevarían al hotel. Eran casi como las que usamos para ir al mercado pero un poquito más grandes. En grupos de diez personas esta vez, navegamos por el río que tiene una correntada muy fuerte pero es igualmente calmo. Demoramos un cuarto de hora aproximadamente para arribar al hotel flotante que se compone de una hilera de chozas ubicadas una pegada a la otra sobre una de las orillas del río.

El hotel es muy conocido y tiene la particularidad de que si bien está muy lindo y limpio, no tiene electricidad. Eso significa nada de teléfono, televisión y ni hablar de wi-fi. No hay calefón por lo que hay que bañarse con agua fría. Es realmente desconectarse del mundo. Todo está iluminado con faroles a queroseno que se encienden al atardecer y el resto con linternas. Las cabañas son hechas con caña de bambú y paja, sencillas pero coquetas.

Una de las principales atracciones que todo aquél que se aloje en el hotel DEBE hacer es, dada la fuerte correntada del río, tirarse en uno de los extremos del muellecito y dejarse arrastrar por la corriente hasta el otro lado del hotel, flotando, tranquilo…digamos que “lo más pancho”. Para volver hay que caminar de punta a punta del hotel, pero igualmente es MUY divertido y lo repetimos una y otra vez.
A las seis se empieza a ocultar el sol y la visibilidad es muy poca. Cenamos a las siete en el restaurante del lugar a la luz de los faroles, casi en penumbras, con el río como acompañamiento musical. La verdad, ESPECTACULAR.

Como contrapartida, no hay mucho para hacer en este lugar, ya que estamos aislados de todo y sin electricidad. Jugamos a las cartas, conversamos tirados en las hamacas paraguayas y finalmente a dormir. Como se podrán imaginar, la amenaza de bichos está latente todo el tiempo. Por suerte no tuvimos que combatir con nada más grande o peligroso que un par de cucarachas, pero otros se las vieron mano a mano con alguna araña. Así y todo, muy agradable.

Día 60 – Bangkok, el Gran Palacio, el Buda de esmeralda, el Buda reclinado y el Templo de Mármol


Volvimos al grupo y su itinerario, a ser ciento y pico de personas, a los guías y los paseos en bus. Arrancamos con pocas pilas y mucha pereza para una mañana repleta de actividades.

Bangkok es la actual capital de Tailandia, cuarta capital que ha tenido en la historia. La bandera, azul, blanca y roja representa a la sangre de los reyes (sangre azul) que son de alguna manera superiores, la pureza y la sangre de los militares y quienes dieron su vida por la patria; en ese orden respectivamente. Casi la totalidad de la población es budista y es un país con una fuerte dependencia de la agricultura, sobre todo de arroz. En Bangkok solamente hay cerca de trescientos templos de los cuales nosotros visitamos los más reconocidos. Como dato interesante que me llamó la atención, aquí no hay color definido para los taxis, sino que hay de todos colores dependiendo de la empresa. Hay rosados, rojos, verdes y amarillos, rojo con azul y muchos otros.

Comenzamos los paseos por la visita al Gran Palacio donde vivían antiguamente los monarcas. En un hermoso lugar muy bien conservado con grandes templos y construcciones extravagantes muy coloridas. Aquí los techos están decorados con cabezas de serpientes, particularmente la cobra real que es uno de los animales sagrados. Hoy el lugar funciona como centro turístico y los reyes viven en otro sitio. Tienen la particularidad de que pare entrar hay que ir de pantalón largo (a pesar del calor) o pollera larga para las mujeres, no se puede ir de musculosa o remera escotada y hay que descalzarse para entrar a varios de los lugares.

Hemos visto varios templos en este último mes pero creo que este fue el que más me gustó por lo bien que se mantiene. Dentro del predio hay cuatro pagodas que representan tumbas reales de siglos anteriores. También visitamos un templo donde se encuentra un buda conocido como el buda de esmeralda aunque si bien no está construido de ese material. Lo llaman así porque es de color verde. Curioso, ¿no? Supongo que es porque queda más lindo que llamar el Buda verde.

Como segunda parada visitamos otro templo donde está el Buda más grande que hemos visto hasta ahora…por lejos. Si bien ya habíamos visto otras estatuas del Buda reclinado, posición en la cual supuestamente habría fallecido tras llegar a la iluminación, nunca una de estas dimensiones. Tiene cuarenta y cuatro metros de largo y no recuerdo la altura pero no creo que fuera menos de cinco metros. Es algo impactante, más por su tamaño que por otra cosa. Aquí va mucha gente a rezar y ofrecen ofrendas, inciensos, comida o dinero, y piden ayuda a Buda.

Finalmente entramos al Templo de Mármol, cuyo nombre es más que literal ya que está construido con dicho material. Es un lugar enorme que funciona en parte como monasterio o su equivalente para los monjes budistas. Aquí van quienes quieren hacerse monjes a cumplir con las diferentes etapas de su preparación. Un lugar muy bonito también.

Tras todo esto regresamos al hotel y teníamos la tarde libre para hacer lo que consideráramos mejor. Tras un rápido almuerzo salimos de paseo hasta el shopping más cercano al hotel que tiene un montón de pisos y muchísimas y variadas tiendas.

Por la noche aprontamos las valijas y dejamos todo pronto para olvidarnos por unos días de la civilización y la tecnología cuando nos encontremos en las inmediaciones del Río Kwai.

Día 59 – Vuelta a Bangkok


Terminaron las vacaciones. Una vez más nos despertaron a las seis de la mañana para dejar las valijas y desayunar algo antes de tomar el ferry de regreso a Phuket.

El viaje en barco fue una verdadera TORTURA. Si bien habíamos tomado un remedio para el mareo, era tanto lo que se balanceaba producto de las olas que nos sentimos inmediatamente mal. Ro se pasó la hora y pico largo que duró vomitando y yo aguanté pero estuve al límite todo el trayecto. Igualmente el malestar me duró varias horas incluso después de habernos bajado. A los barcos no los vamos a extrañar NADA.

Ya de vuelta en Phuket nos estaba esperando una camioneta que nos llevó hasta un shopping para que almorzáramos. Comimos lo que pudimos con el asco todavía en el estómago y luego nos llevaron hasta el aeropuerto para esperar al vuelo con destino a Bangkok.

Los trámites fueron sin problemas pero el vuelo se retrasó un poco y con ello nuestra espera. Finalmente pudimos subir al avión donde dormí desde que despegamos hasta que aterrizamos de corrido y con eso recién se alivió un poco mi mareo.

Ya comenzando la noche llegamos al hotel donde estaremos dos noches y luego iremos hasta la zona del río Kwai para alojarnos en un hotel flotante en donde nos desconectamos del mundo por tres días y dos noches. Ni que hablar que no habrá internet; directamente no hay electricidad.

Salimos a recorrer la zona y a buscar algo para cenar. Para variar terminamos en un McDonald´s, extrañando la rica comida de Phi-Phi. Así se fue un día de mucho viaje en varios medios de transporte, largo, cansador y aburrido.

Día 58 – Último día de vacaciones y fiesta en la playa.


Pareció mentira despertarse y no sentir el ruido del viento o la lluvia proveniente desde afuera. ¡Estaba soleado! O al menos bastante más de lo que había estado hasta ahora.

Nos levantamos tarde y nos encontramos con que nuestros amigos se iban a hacer el tour que nosotros habíamos abandonado y ellos no habían hecho en su momento. Nos quedamos solitos en el hotel y era nuestra última jornada de vacaciones, así que decidimos tomarlo con mucha calma y hacer un poco de todo. Yo quería hacer el resto del tour que tenía pendiente pero a Ro no le interesaba volver a un barco y solo no me quise ir. Por lo que me contaron después, no me perdí de nada.

Perdimos gran parte de la mañana entre el desayuno y las averiguaciones de los tours que al final no hice. Casi al mediodía decidimos cumplir con una cuenta pendiente y alquilamos un kayak para pasear por la bahía. Estuvo muy entretenido y fue un sano y cansador ejercicio. Avanzamos bastante hacia el mar hasta que el viento nos forzó a dar la vuelta y movernos en paralelo a la costa. Una hora de remo al sol y luego a la piscina.

Por la tarde volvimos al restaurante del centro donde tantas veces nos partimos la boca esta semana y disfrutamos de un exquisito almuerzo. Yo comí macarrones con salsa de carne y queso que eran una delicia y Ro probó los ñoquis de tres quesos. Todo acompañado con licuado de frutilla. La verdad que pese al mal tiempo fueron unas vacaciones para el estómago; que lindo poder sentarse en un restaurante  y pedir cualquier comida sin tener miedo a que sea picante o algo dentro de lo que se caracteriza como incomible. Vamos a extrañar este lujito.

Rato después caminamos por el centro una última vez y fuimos hasta la playa. No era la gran cosa pero estaba cerca del hotel y nos sirvió para sacarnos el calor. Cuando nos aburrimos volvimos a la piscina que estaba solo a unos metros de distancia hasta quedar pasados por agua.

Por la noche volvimos al restaurante donde habíamos quedado de encontrarnos con el resto de los compañeros para la última cena de despedida ya que nos iríamos al día siguiente. Me despedí de las milanesas con puré, probablemente hasta volver a casa dentro de varios meses. Conversamos durante un largo rato y como frutilla de la torta decidimos volver a los boliches de la playa.

Cuando llegamos estaban haciendo un show con fuego que estaba muy bueno el cual duró largo rato. Bailamos hasta pasada la medianoche y decidimos volver a dormir un poco ya que tendríamos que despertarnos muy temprano la mañana siguiente. Estuvo MUY divertido y fue la despedida perfecta. Nos quedaron solo un par de horas para descansar y recuperarnos.

viernes, 8 de junio de 2012

Día 57 – Lluvia, lluvia y más lluvia


Nos despertamos con el inconfundible ruido del viento huracanado y la lluvia. Un verdadero temporal. Ya desde ese momento sabíamos que iba a ser un día largo y aburrido. No hay lluvia ni temporal que nos separe de la comida, así que fuimos igualmente hasta el restaurante del hotel a desayunar, sin apuro y con bastante apetito.

Después de esperar un rato, la lluvia no aflojaba, y era tanto el aburrimiento que me fui con unas compañeras al gimnasio del hotel e hicimos un poco de ejercicio. Imaginen lo que sería para llegar a tal extremo. Uno de nosotros no aguantó más y se tiró a la piscina, así como estaba el día, con temporal y todo.

Tele, siesta, computadora, ipad, música, de todo un poco para matar el tiempo hasta que a media tarde aflojó y nos fuimos al centro en busca de un almuerzomeriendacena que nos salvara. Pensando que era cuestión de tiempo antes que se largara otra vez a llover, queríamos cubrir en una sola comida las necesidades de todo un día. De todos modos la lluvia no volvió por lo que recorrimos un rato antes de volver al hotel por la noche.

Caminamos por la bahía sin agua, la misma que habíamos visto varias veces desde la piscina del hotel o incluso desde el viewpoint días antes. Es impresionante como baja la marea y permite caminar bastantes metros dentro de lo que por la mañana es puro mar. Incluso estuvimos junto a los barcos que por la tarde dejan de flotar y pasan a reposar sobre la arena.



Para concluir una jornada poco rendidora, vimos una película que había bajado en algún hotel del mundo por ahí y con eso redondeamos la fecha. Como dice el viejo dicho “con esto y un bizcocho, hasta mañana a las ocho”.

Día 56 – ¡Tour de la muerte!


Una vez más nos encontramos con un día gris, lluvioso y muy poco atractivo. Igualmente teníamos que ir hasta la agencia por si nos decían que el tour se hacía igual y nosotros ya habíamos entregado todo el dinero. Desayunamos y allá salimos.

Para esa hora todavía no llovía. Nos juntamos cuarenta y ocho compañeros del grupo de viaje más cuatro o cinco extranjeros (un par de franceses y algunos japoneses). El “capitán” del barco nos dijo que podíamos salir, que el tiempo estaba bien y que “un poco” de lluvia no era problema. Le creímos como unos ingenuos y nos subimos a un barco bastante grande con dos pisos, el primero con una gran parte techada y arriba con un pequeño techo en el centro.

Para esa altura ya estaba lloviendo un poco, pero después se detuvo. Salimos desde el puerto con mucho entusiasmo y grandes expectativas por conocer algunas de las grandes playas de phi-phi. Tras media hora de viaje o poco menos, el viento empezó a soplar y eso trajo consigo las primeras olas.

El barco se empezó a hamacar, primero un poquito y después MUCHO. Yo no quiero sonar como un exagerado, pero nos dijeron (después) que las olas alcanzaron hasta los tres metros. Por momentos realmente parecía que el barco se iba a dar vuelta. Para peor se largó a llover CON TODO, por lo que éramos cincuenta personas apretadas bajo el pequeño techo del piso de arriba mientras el barco iba de un lado para el otro. Ahí aparecieron las primeras caras de mareo y síntomas de nauseas.

Como sabios precavidos, nos habíamos tomado un “aeromar” cada uno, los cuales podrían haberse cotizado como oro en ese momento. La lluvia que golpeaba fuerte estaba muy fría y algunas compañeras empezaron a temblar, un poco por el frío y otro por el susto. Ahí se me cruzó por primera vez por la cabeza la expresión “a la mierda, ¿dónde nos metimos?”.

Por si alguien se lo está preguntando, la tripulación del barco mientras se mataba de la risa y nos decían que todo estaba bien, pero era difícil creerles. Así viajamos cerca de una hora y media hasta la primera parada, la playa bamboo. Capaz que es un divino lugar en condiciones normales, pero en este día en particular era una playa normal y hasta sucia que no valía la pena.

Al principio, cuando el barco se detuvo, pensé que claramente el tipo estaba loco y que nadie se iba a bajar. Dado que era un barco grande, no podía acercarse mucho a la orilla, por lo que ellos llevaban (a quienes quisieran) en kayak o se podía ir nadando; la distancia era cerca de cien metros. Yo no podía entender cómo era posible que no estuviéramos yendo de vuelta al puerto. Ahora sí ya eran MUCHAS las personas con cara de preocupación y varios los que estaban vomitando. Le pregunté al capitán si después de esa parada volvíamos y me dijo que primero iríamos a otra playa y después sí al puerto. Claramente el tipo estaba demente.

Los compañeros, ya mojados y aprovechando que estaban ahí, empezaron a cruzar hasta la playa. Al principio me parecía una locura, pero terminé yendo yo también. Ro prefirió quedarse en el barco aunque ella por suerte no se sentía mal pero no quiso arriesgarse. Me fui en Kayak con un amigo bajo la lluvia.

Media hora o poco más después, volvimos en tandas hasta el barco. Yo (que ya tenía ganas) me añadí a la invitación de un amigo para ir nadando y nos tiramos al agua (con un chaleco salvavidas por las dudas) y nadamos el trecho de aproximadamente cien metros. Eso sí estuvo bueno y con corriente y todo fue muy cansador. Cuando faltaba volver dos o tres personas se largo a llover MUY fuerte y acompañado de MUCHISIMO viento. Ahora el nivel de preocupación estaba por las nubes.

Nos quedamos ahí parados un rato, mientras la tripulación iba y venía, bajaban a hacer algo con el motor que desconocemos y se hablaban entre ellos en tailandés. Si había algún problema, nunca lo comunicaron, pero puedo decir que nadie tenía una sonrisa en la cara. Al rato, nuevamente meciéndonos de un lado para el otro y ahora sí en un recital de vómitos, emprendimos la vuelta al puerto que llevó como una hora y algo más. Cada vez que le preguntábamos al capitán cuánto faltaba para llegar nos decía veinte minutos. Fueron los veinte minutos más largos de la historia.

Llegamos vivos al puerto y el éxodo fue grosero y no por obligación. Más de la mitad de los pasajeros prefirieron bajarse del barco y perder el dinero antes que seguir la “aventura”. El capitán sin embargo dijo que el paseo seguí, que era una parada para comer y después iríamos a otra playa. “Eh…no gracias igual”. Volvimos al hotel agradecidos de estar en tierra firme. Otros, siguieron el paseo.

Por la tarde, porque todo lo anterior fue durante la mañana, partimos en grupo hasta el restaurante de siempre bajo lluvia, hambrientos porque habíamos rechazado la comida del tour. Almorzamos algo y permanecimos ahí toda la tarde conectados a internet, pasando el tiempo.

Para la noche una compañera había conseguido un bolichito en la playa en donde nos pondrían la música que nosotros quisiéramos. Ahí nos juntamos a bailotear un rato, estuvo bueno. Después de eso sí, volvimos al hotel a descansar.