Nos levantamos tarde, ya que
podíamos, desayunamos tranquilos y recién después de eso comenzamos con los
pendientes para la jornada. Lo único importante y obligatorio a resolver en
este día libre era lavar la ropa acumulada que era MUCHA.
Conseguimos un pequeño lavadero
cerca del hotel de un par de señoras que fueron invadidas de uruguayos y
probablemente hayan tenido más trabajo en este día que en todo el mes. Dejamos
las cosas que tendríamos que levantar a las seis de la tarde y luego volvimos
al hotel.
Cerca del mediodía acompañamos a
unos amigos hasta la oficina de correo ya que ellos iban a mandar una nueva
encomienda y aunque teníamos todas las intenciones de recorrer y pasear una
última vez por la capital de Tailandia, nuestras opciones se limitaban a
templos o mercados y no queríamos hacer nada de eso.
Salimos a caminar por la
zona entonces, sin rumbo, y llegamos así hasta el complejo del estadio. No
pudimos entrar a sacar una foto desde las gradas como quería, pero si llegué
hasta el césped en una cancha anexa más pequeña que había al lado. Almorzamos
en un 7-eleven que son tiendas que abundan por estos países y nos salvan la
vida muchísimas veces. Compramos un par de sándwiches calientes cada uno que
son muy ricos y baratos para después seguir nuestro camino.
Luego de esto partimos hacia la
zona de shoppings donde todavía teníamos muchísimo por recorrer y ahora más o
menos conocemos todo. El área total es enorme y en una calle hay cerca de
cuatro o cinco shoppings de varios pisos cada uno, uno al lado del otro.
Paseamos por todos, vimos autos de lujo y un amigo aprovechó para comprarse una
cámara de fotos. Todo este vuelterío nos llevó cerca de cinco horas y nos
liquidó.
Camino de vuelta al hotel, sabiendo
que teníamos que ir a buscar la ropa al lavadero, vimos que en una esquina
había unos tailandeses jugando al fútbol en una cancha de cemento. Como yo
había dicho que tenía ganas de jugar un amigo propuso pedirles para entrar y
accedí. Tras volver a la habitación y ponernos calzado adecuado preguntamos si
podíamos unirnos al partido y amablemente nos dijeron que sí; uno para cada
lado y a correr.
Lamentablemente llegamos para el
final del partido y solo jugamos quince minutos pero fue suficiente para agotar
lo poco que nos quedaba de energía. Igualmente hice presencia goleadora y le
hice un sombrerito al golero como para imponer respeto a los uruguayos, je.
Ahora sí liquidados volvimos al hotel.
Por la noche fuimos hasta un centro
comercial cercano en busca de wifi para dar señales de vida y poder actualizar
el blog. Comimos algo sencillo como para cumplir y volvimos a descansar ya que
al día siguiente partiríamos muy temprano rumbo a un nuevo destino: Nepal.
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