Estimado lector, acomódese, póngase
los lentes si es que usa, deje todo lo otro que está haciendo y concéntrese de
lleno en lo que está a punto de ver y leer, porque les presentamos a
continuación, Tailandia en todo su esplendor.
No quiero ir directamente al grano
o plato fuerte de la jornada, además de que prefiero respetar el orden
cronológico de lo acontecido como siempre hasta ahora, así que comenzamos desde
la mañana.
Como siempre, tras un desayuno
surtido comenzamos nuestras actividades vacacionales con uno de los fuertes de
Tailandia, la playa. El hotel está a un par de cuadras de una playa conocida
como Karon, por lo que pedimos toallas y caminamos hasta ahí donde nos
encontramos con varios compañeros más. Alquilamos un par de sillas y sombrillas
porque eran cerca de las 11 am y queríamos evitar rostizarnos.
El agua estaba divina; no estaba
calma y cristalina, pero sí calentita. Mucho oleaje la hacía perfecta para
barrenar olas, por lo que en seguida salí a buscar alguien que alquilara tablas
de morei y por 70 pesos uruguayos conseguimos dos. ¡Que comience la diversión!
Estaba complicado entrar porque las
olas nos revolcaban una y otra vez, pero esta IDEAL para usar la tabla y así lo
hicimos varios de nosotros. Una y otra vez, ola tras ola estuvimos deslizándonos
por la espuma casi dos horas. Como se podrán imaginar, todo esto fue entre las
11 am y la 1 pm, por lo que terminé rojo tomate. Con un ardor importante en la
cara, espalda, brazos y hombros, pero no me importó nada. ¡Estuvo INCREÍBLE!
Volvimos AGOTADOS a la zona del
hotel en busca de algo para comer y tomar. Los precios ya no son tan económicos
como en destinos anteriores, sino que se asemejan más a los de Uruguay.
Repetimos menú para variar, pizza para mí y un sándwich para Ro.
Por la tarde se nubló y al ratito
comenzó a llover en forma copiosa. Aprovechamos para dormir siesta y descansar.
De todos modos, queríamos aprovechar la noche con alguna actividad interesante
y nos recomendaron visitar la zona conocida como Patong Beach donde está toda
la movida. Más precisamente en una calle de este lugar cuyo nombre no recuerdo,
donde están todos los pubs y restaurantes. Así nos dijeron. Tomamos un “tuk-tuk”
que es una camionetita taxi que nos llevó hasta allá. Creo que todos esperábamos
ver comercios y algo más de movimiento, pero encontramos mucho más.
Resulta que en Patong se encuentra
algo así como la zona roja de Phuket, y los pubs que nos habían mencionado no
son meros pubs como los de Montevideo, sino que son lugares con barras y caños
sobre ellas donde bailan tailandesas con MUY poca ropa. Abundan también los
travestis o “lady boys” como se los conoce acá.
El lugar en sí es la representación
del machismo, siendo todo sobre mujeres, sexo, alcohol y deportes. Podes
sentarte en los bares, tomar algo y ver a las chicas bailando y algún partido
de fútbol o pelea de kickboxing en las pantallas gigantes.
La extensión total de la mencionada
calle es de dos o tres cuadras, pero está REPLETA de turistas, los mencionados
pubs y de gente en la calle que te ofrece cigarros o si no te invitan a ver lo
que se llama el “ping-pong show”. Este último resulta que consiste en mujeres
con la habilidad de colocar pelotas de ping pong en sus partes íntimas y luego
contrayendo los músculos necesarios las expulsan intentando embocarle a un
vaso. Lindo, ¿no?
No llegamos a ver dicho espectáculo
porque si bien es gratis la entrada, teníamos que consumir algo a un precio
disparatado. De todos modos sí entramos a uno de los pubs donde vimos a las
strippers y a los típicos “viejos verdes” que no faltan en ninguna parte del
mundo refregándose a las chicas y manoteando todo lo que les dejaban.
Todo esto está documentado a través
de nuestra labor periodística, así que se van a perder de poco. Tendrán que
esperar para ver los videos, pero pueden ir haciendo bocado con algunas fotos.
Volvimos al hotel a eso pasada la
medianoche, cansados por toda la actividad del día pero asombrados por habernos
encontrado con algo único e inesperado. A ver qué les parece…
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