Volvimos al grupo y su itinerario,
a ser ciento y pico de personas, a los guías y los paseos en bus. Arrancamos
con pocas pilas y mucha pereza para una mañana repleta de actividades.
Bangkok es la actual capital de
Tailandia, cuarta capital que ha tenido en la historia. La bandera, azul,
blanca y roja representa a la sangre de los reyes (sangre azul) que son de
alguna manera superiores, la pureza y la sangre de los militares y quienes
dieron su vida por la patria; en ese orden respectivamente. Casi la totalidad
de la población es budista y es un país con una fuerte dependencia de la
agricultura, sobre todo de arroz. En Bangkok solamente hay cerca de trescientos
templos de los cuales nosotros visitamos los más reconocidos. Como dato
interesante que me llamó la atención, aquí no hay color definido para los
taxis, sino que hay de todos colores dependiendo de la empresa. Hay rosados,
rojos, verdes y amarillos, rojo con azul y muchos otros.
Comenzamos los paseos por la visita
al Gran Palacio donde vivían antiguamente los monarcas. En un hermoso lugar muy
bien conservado con grandes templos y construcciones extravagantes muy
coloridas. Aquí los techos están decorados con cabezas de serpientes,
particularmente la cobra real que es uno de los animales sagrados. Hoy el lugar
funciona como centro turístico y los reyes viven en otro sitio. Tienen la
particularidad de que pare entrar hay que ir de pantalón largo (a pesar del
calor) o pollera larga para las mujeres, no se puede ir de musculosa o remera
escotada y hay que descalzarse para entrar a varios de los lugares.
Hemos visto varios templos en este
último mes pero creo que este fue el que más me gustó por lo bien que se
mantiene. Dentro del predio hay cuatro pagodas que representan tumbas reales de
siglos anteriores. También visitamos un templo donde se encuentra un buda
conocido como el buda de esmeralda aunque si bien no está construido de ese
material. Lo llaman así porque es de color verde. Curioso, ¿no? Supongo que es
porque queda más lindo que llamar el Buda verde.
Como segunda parada visitamos otro
templo donde está el Buda más grande que hemos visto hasta ahora…por lejos. Si
bien ya habíamos visto otras estatuas del Buda reclinado, posición en la cual
supuestamente habría fallecido tras llegar a la iluminación, nunca una de estas
dimensiones. Tiene cuarenta y cuatro metros de largo y no recuerdo la altura
pero no creo que fuera menos de cinco metros. Es algo impactante, más por su
tamaño que por otra cosa. Aquí va mucha gente a rezar y ofrecen ofrendas,
inciensos, comida o dinero, y piden ayuda a Buda.
Finalmente entramos al Templo de
Mármol, cuyo nombre es más que literal ya que está construido con dicho
material. Es un lugar enorme que funciona en parte como monasterio o su
equivalente para los monjes budistas. Aquí van quienes quieren hacerse monjes a
cumplir con las diferentes etapas de su preparación. Un lugar muy bonito
también.
Tras todo esto regresamos al hotel
y teníamos la tarde libre para hacer lo que consideráramos mejor. Tras un
rápido almuerzo salimos de paseo hasta el shopping más cercano al hotel que
tiene un montón de pisos y muchísimas y variadas tiendas.
Por la noche aprontamos las valijas
y dejamos todo pronto para olvidarnos por unos días de la civilización y la
tecnología cuando nos encontremos en las inmediaciones del Río Kwai.
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