Se nos terminó la estadía en el
hermoso pueblo de Chitwan donde la pasamos increíble, así que tuvimos que subir
a los ómnibus una vez más y volver a las carreteras. Esta vez nuestro destino
sería la ciudad de Pokhara y una vez más, aunque nos separaban apenas ciento y
algo de kilómetros, el viaje fue cercano a las cinco horas.
Al igual que como pasó con el
rafting, en Pokhara había una actividad opcional que era el treking por una
montaña para ver algunos de los picos más altos en la cordillera; las opciones
estaban en hacer el tour y pasar la noche en la montaña, hacer algo similar
pero escalando bastante menos y sin pasar la noche en la montaña o no hacer
nada y quedarse durmiendo en el hotel. Nosotros teníamos elegida la segunda
opción.
Al mismo tiempo, algunos de los
interesados en pasar la noche en la montaña lo harían este mismo día y otros al
día siguiente. Nosotros haríamos treking en la madrugada del día siguiente para
ver la salida del sol por entre las montañas. El primero de los mencionados
grupos se separó de nosotros fue directamente a la montaña; el resto siguió
camino al hotel en la ciudad.
El camino se hizo muy largo y
pesado una vez más; las carreteras no ayudan y los asientos de los ómnibus
tampoco. Paramos a almorzar en un restaurante pequeño a un costado de la
carretera pero nadie optó por el dudoso menú. La mayoría dividió sus compras
entre pringles, helados y galletitas, casi todos acompañados con una bebida
para matar el calor.
Llegamos al hotel cerca de las dos
de la tarde. El lugar es muy lindo, el hotel grande y con piscina, el servicio nos
dejó conformes y la habitación está muy bien equipada. Tenían preparado un menú
especial para el grupo de viaje por lo que fuimos al restaurante donde yo pedí
un sándwich de pollo y Ro pizza. Recorrimos un poco la ciudad para también
comprar víveres y volvimos al hotel porque más tarde teníamos un paseo en bote
por un lago.
Al llegar al lugar nos dividieron
en grupos de cuatro o cinco y nos subimos a los pequeños botes de madera con
nuestro remero de turno. Paseamos por el lago con vista a las montañas que al
principio no era muy buena porque estaba nublado y la visibilidad era baja,
pero al rato se puso tormentoso y eso le dio al paisaje unos colores grisáceos
espectaculares. Si bien tuvimos que volver rápido en el bote cuando empezó a
chispear y se escuchaban los truenos como acompañamiento musical, la vista era
hermosa.
Tras la amenaza de lluvia
finalmente solo cayeron algunas gotas y nos dieron un rato libre para recorrer
la zona que está repleta de comercios. Aquí en Nepal se vende mucha ropa para
hacer treking, camperas, pantalones, camisas, gorros y todo a muy buen precio.
Exploramos un poco las opciones pero no compramos nada y volvimos al ómnibus
con las manos vacías.
Por la noche nos sirvieron una cena
muy rica en el hotel, cuyo restaurante estaba ambientado muy lindo con mucha
madera y velas en cada mesa. Con la panza llena volvimos a la habitación y
tempranito nos acostamos porque al día siguiente nos tendríamos que levantar a
las cuatro de la madrugada para ir a subir el cerro y con suerte poder apreciar
la magnificencia del sol asomando entre los picos nevados de las montañas.
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