jueves, 21 de junio de 2012

Día 69 – Viaje a Pokhara


Se nos terminó la estadía en el hermoso pueblo de Chitwan donde la pasamos increíble, así que tuvimos que subir a los ómnibus una vez más y volver a las carreteras. Esta vez nuestro destino sería la ciudad de Pokhara y una vez más, aunque nos separaban apenas ciento y algo de kilómetros, el viaje fue cercano a las cinco horas.

Al igual que como pasó con el rafting, en Pokhara había una actividad opcional que era el treking por una montaña para ver algunos de los picos más altos en la cordillera; las opciones estaban en hacer el tour y pasar la noche en la montaña, hacer algo similar pero escalando bastante menos y sin pasar la noche en la montaña o no hacer nada y quedarse durmiendo en el hotel. Nosotros teníamos elegida la segunda opción.

Al mismo tiempo, algunos de los interesados en pasar la noche en la montaña lo harían este mismo día y otros al día siguiente. Nosotros haríamos treking en la madrugada del día siguiente para ver la salida del sol por entre las montañas. El primero de los mencionados grupos se separó de nosotros fue directamente a la montaña; el resto siguió camino al hotel en la ciudad.

El camino se hizo muy largo y pesado una vez más; las carreteras no ayudan y los asientos de los ómnibus tampoco. Paramos a almorzar en un restaurante pequeño a un costado de la carretera pero nadie optó por el dudoso menú. La mayoría dividió sus compras entre pringles, helados y galletitas, casi todos acompañados con una bebida para matar el calor.

Llegamos al hotel cerca de las dos de la tarde. El lugar es muy lindo, el hotel grande y con piscina, el servicio nos dejó conformes y la habitación está muy bien equipada. Tenían preparado un menú especial para el grupo de viaje por lo que fuimos al restaurante donde yo pedí un sándwich de pollo y Ro pizza. Recorrimos un poco la ciudad para también comprar víveres y volvimos al hotel porque más tarde teníamos un paseo en bote por un lago.

Al llegar al lugar nos dividieron en grupos de cuatro o cinco y nos subimos a los pequeños botes de madera con nuestro remero de turno. Paseamos por el lago con vista a las montañas que al principio no era muy buena porque estaba nublado y la visibilidad era baja, pero al rato se puso tormentoso y eso le dio al paisaje unos colores grisáceos espectaculares. Si bien tuvimos que volver rápido en el bote cuando empezó a chispear y se escuchaban los truenos como acompañamiento musical, la vista era hermosa.



Tras la amenaza de lluvia finalmente solo cayeron algunas gotas y nos dieron un rato libre para recorrer la zona que está repleta de comercios. Aquí en Nepal se vende mucha ropa para hacer treking, camperas, pantalones, camisas, gorros y todo a muy buen precio. Exploramos un poco las opciones pero no compramos nada y volvimos al ómnibus con las manos vacías.

Por la noche nos sirvieron una cena muy rica en el hotel, cuyo restaurante estaba ambientado muy lindo con mucha madera y velas en cada mesa. Con la panza llena volvimos a la habitación y tempranito nos acostamos porque al día siguiente nos tendríamos que levantar a las cuatro de la madrugada para ir a subir el cerro y con suerte poder apreciar la magnificencia del sol asomando entre los picos nevados de las montañas.

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