Comenzamos la jornada a media
mañana, esta vez no tuvimos que madrugar. Teníamos programado un recorrido por
la ciudad de Patan, a pocos minutos del hotel en ómnibus. Dicha ciudad es la
más antigua del distrito de Kathmandú y
nuestro recorrido incluía la Plaza Durbar, el Templo de Krishna Mandir, el
Templo dorado de Hiranya Varna Mahavira, el Templo de Min Nath y la Stupa
Ashoka.
No es muy difícil imaginar que es
prácticamente imposible retener estos nombres para luego asociarlos a su foto
correspondiente, y además que cuando uno lo lee desde el itinerario parece que
son lugares diferentes y distantes, pero no es así.
Dado que el ómnibus no podía
acercarse demasiado porque las calles son bastante angostas y en el poco
espacio que hay transitan vehículos en ambos sentidos, estacionan sobre todo
motos a los costados de la calle y como no hay veredas, entre todo ese enjambre
de cosas deben moverse los peatones, completamos el recorrido a pie.
Nuestra primer parada fue la plaza
de Durbar y desde ahí seguimos hasta otra plaza donde en pocos metros cuadrados
había muchísimos templos y construcciones típicas. Algo a destacar y que me
llamó mucho la atención de Nepal, es que aquí no hacen solo una construcción
importante, sea un templo o una Stupa en el centro de una plaza, sino que hay
montones desperdigados por doquier. Sin orden aparente y casi que amontonado,
podíamos ver desde un mismo punto al menos cinco o seis construcciones
diferentes de distintas épocas y estilos.
Recorrimos la zona aunque como la
arquitectura no es nuestro fuerte, nos sobró el tiempo que nos asignaron. Lo
que más cautivó nuestra atención es que cerca de la plaza hay una escalera que
desciende hasta tres vertientes de agua. Dicha agua viene directamente de las
montañas por lo que como el agua potable escasea por estos lares, las mujeres
van hasta ahí con bidones y recipientes a juntar agua y a veces a bañarse o al
menos lavarse.
Pasado el mediodía volvimos al
hotel donde almorzamos y luego teníamos la tarde libre. En su mayor parte aproveché
para jugar al ping-pong en la sala de juegos del hotel. El resto del tiempo lo
ocupamos conversando o simplemente pasando el rato, cosa que también nos gusta.
Fuimos a buscar la ropa que habíamos dejado el día anterior y cuya limpieza es
cuestionable, pero bueno.
A las siete nos sirvieron café y té
con galletitas en el hotel con motivo de despedida y poco más tarde tuvimos la
cena donde el gerente volvió a agradecernos nuestra estadía remarcando lo
importante que es el turismo para Nepal. “Cada turista que viene ayuda a nueve
nepalíes…” por lo que nuestra visita ciertamente causa impacto ya que somos 350
personas. Hasta nos hicieron una torta de agradecimiento dándonos sin lugar a
dudas el mejor trato de todos los hoteles donde nos hemos alojado hasta ahora.
Por la noche nos volvimos a juntar,
otro poco de charla y cartas antes de irnos a dormir. Armamos las valijas y
dejamos todo pronto para viajar al día siguiente a nuestro nuevo destino,
India.
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