Desayunamos en el jardín, en las
mesas colocadas directamente sobre el césped, para luego comenzar los paseos
del día que eran cuatro.
En primer lugar viajamos en ómnibus
hasta el Templo de los monos donde subimos unos cuantos escalones para llegar a
la cima de una colina con gran vista a la ciudad. Arriba hay una especie de
pagoda construida hace mucho tiempo con pertenencias de los maestros budas adentro.
Tanto en el camino hacia arriba como en la cima vimos mucha gente pidiendo
dinero, mucha pobreza y suciedad. Hay cuerdas colgadas por los aires en donde
ponen montones de banderas con escrituras sagradas budistas. Había mucha gente
porque era sábado y es el día de descanso aquí; aprovechan para visitar los
templos, rezar y agradecer a sus dioses. Se llama templo de los monos porque
está lleno de dichos animalitos sueltos por todos lados.
A continuación viajamos hasta la
plaza Durbar y estuvimos en la casa donde vive la princesa Kumari de Kathmandú.
Dicha princesa representa a la encarnación humana de la diosa madre hindú Durga
y se eligen varias para todo el país. El proceso de selección de la princesa
Kumari es muy antiguo y tiene varias etapas; para siquiera ser tomada en cuenta
primero debe cumplir una serie de requerimientos y una vez elegida permanecerá
como tal desde los tres años de edad hasta su primera menstruación. Vive en una
casa aislada de su familia, solo acompañada por cuidadores y no puede salir de
la misma excepto trece veces al año en las fechas de las festividades. Sus
padres pueden visitarla durante el día pero no pueden pasar la noche ahí.
Ser seleccionada es un honor para
la familia y un beneficio económico importante porque cobran una mensualidad
por el resto de sus vidas. De todos modos, es prácticamente una prisionera
durante todos esos años ya que vive bajo protocolo estricto todo el tiempo.
Tiene educación escolar a domicilio durante la tarde y por momentos se asoma en
las ventanas de la casa y así se muestra a la gente. Está prohibido sacarle
fotos y no siempre se logra verla, pero nosotros pudimos hacerlo. No parecía para
nada una niña feliz.
Al salir de la casa recorrimos la
zona de la plaza en donde se encuentra un templo que se conoce como Templo de
los Hippies porque en los años sesenta se juntaban en las escaleras del mismo y
fumaban marihuana. También hay una calle conocida como calle de los hippies en
donde actualmente hay varios puestos ambulantes donde se venden artesanías.
Vimos varias vacas sueltas porque aquí son animales sagrados al igual que en
India por lo que circulan libremente y no son molestadas. Algunas personas se
acercan a ellas, las tocan y se tocan la frente en lo que entiendo es como un
saludo a los dioses.
Al mediodía viajamos hasta otra
plaza en donde había varios restaurantes y tiendas, recorrimos y descansamos.
Estuvimos ahí poco más de una hora para refrescarnos del calor y luego seguimos
viaje hasta la última visita del día, las cremaciones en Pashupatinah.
En este lugar hay once pilares de
cemento con un pequeño techo puestos uno al lado del otro, ubicados entre casas
y un río cuyo nombre no recuerdo. En esos pilares, cuando fallece una persona,
se hace la cremación del cuerpo horas después; se coloca sobre una pila de
madera y se tapa con paja para luego ser encendido, por el hijo mayor si quien
falleció es el padre de la familia o por el hijo menor si es la madre.
Alrededor
se juntan parientes y amigos para presenciar el acto que dura unas cuatro horas
y cuando termina lavan el piso del pilar con agua que sacan en baldes del
mencionado río, tirando cenizas y restos al mismo.
Ver esto fue bastante fuerte, ya
que cuando llegamos había un par de fuegos encendidos, lo que significaba que
había cremaciones en proceso. El río está MUY contaminado, repleto de basura,
ofrendas y cenizas. El olor era bastante fuerte aunque no tanto comparado con
otros lugares de la ciudad. Ellos están muy acostumbrados a todo el proceso que
es lo normal para todo fallecimiento.
Finalmente volvimos al hotel donde
teníamos tiempo libre y nosotros optamos por salir a recorrer la ciudad una vez
más. Caminamos mucho en busca de algún supermercado pero no encontramos
ninguno. No obstante, descubrimos una panadería donde vendían torta de brownie,
gelletitas artesanales, medialunas y demás por lo que decidimos darnos un
gustito.
Aprendimos otra curiosidad sobre
este país, algo que nos llamaba mucho la atención. Aquí se ve mucho a hombres
caminando por la calle agarrados de la mano o abrazados, tal como si fueran pareja.
Nuestra primera impresión fue de que eran homosexuales y que aquí era muy
normal mostrarse públicamente, pero resulta que no es así. En Nepal es normal
que los hombres cuando son amigos se agarren de la mano y caminen así por las
calles; lo mismo las mujeres aunque no se ven tantas. Es al contrario más
extraño ver a las parejas haciendo esto porque eso sí lo ven como algo raro. ¿Qué
tal?
Por la noche cenamos nuevamente en
el patio interno del hotel mientras presenciábamos un montón de danzas típicas
que de todas las que hemos visto hasta ahora, fue la que más me gustó. Con eso
finalizamos el día, preparamos la valija para viajar al día siguiente y nos
acostamos para descansar lo máximo posible.
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