lunes, 18 de junio de 2012

Día 68 - Paseo en canoas, safari en la jungla y elefantes

El día de hoy estaba repleto de actividades y todos eran muy prometedoras. Para hacer un cambio radical, dejar por un rato los templos y edificios históricos de lado, pasamos de lleno al turismo aventura para disfrutar de sin lugar a dudas, uno de los mejores días del viaje.

Para romper el hielo, caminamos hasta el mismo lugar a la orilla del río a donde habíamos ido el día anterior para intentar ver la puesta el sol y nos subimos en grupos de a nueve en unas modestas canoas. Impulsadas con una caña que se va clavando en el piso, igual que son impulsadas las góndolas en Venecia, paseamos cerca de una hora por este río donde con suerte se puede ver cocodrilos en las orillas.

Hay dos especies diferentes, unos más grandes que los otros y si bien estamos en su época de cría por lo que se hace difícil verlos, la suerte estuvo de nuestro lado. No fue de muy cerca, pero lo suficiente como para sacarle algunas fotos a uno que según nos dijeron son vegetarianos por lo que no corríamos peligro. También vimos un rinoceronte casi totalmente sumergido en el agua, reposando o vagueando de lo lindo. Otra linda foto para el álbum, je.



Tras terminar el recorrido llegamos al lugar donde comenzaba el paseo por la jungla. Caminamos durante otra hora en línea recta por un angosto camino que atraviesa la selva en busca de animales salvajes. Sólo pudimos ver ciervos, por un lado una manada con el macho y su cornamenta y por otro un macho solitario. Nos dijo el guía que los machos deben pelear y sólo el más fuerte queda en la manada y el otro, solitario, digamos que es futuro alimento de algún depredador más grande. Aunque no vimos leopardos o tigres el paseo estuvo genial.

Desembocamos en un criadero de elefantes, en donde estuvimos al lado de elefantes de pocos meses de edad. No hace falta decir que eran DIVINOS y mimosos. Se acercan para ser acariciados y si se les asoma por ejemplo una botella, abren la boca para que les des agua. El más chiquito hasta nos daba la pata y extendía la trompa para jugar. Un verdadero placer poder estar tan cerca de estos animales espectaculares. De todos modos, a todo esto recién era media mañana y todavía restaban muchísimas emociones por vivir.



Volvimos al hotel en camionetas 4 x 4 para que quien quisiera se cambiara antes de irnos al río a bañarnos con los elefantes. No era algo obligatorio pero no de ninguna manera me iba a perder de una oportunidad así. En grupos de dos o tres nos fuimos subiendo a los distintos elefantes que se agachaban en el río para facilitar nuestra tarea y una vez que estábamos arriba se paraba y nos tiraba agua con la trompa. Tras un ratito y previa orden de su adiestrador, se dejaba caer de costado al río tirando a sus jinetes de cabeza al agua. MUY DIVERTIDO! Unos genios los fantitos.



Al mediodía almorzamos en el hotel y luego tuvimos un tiempo libre para dormir siesta. Estábamos muertos por la madrugada e hicimos rendir esas horas hasta la última actividad del día. A las tres y media nos volvimos a encontrar en el hall del hotel y nos llevaron en camionetas hasta el punto de partida del paseo en elefante. Nos subimos desde unas torres al lomo de nuestros enormes amigos grises en grupos de a cuatro y dimos un largo paseo por la jungla una vez más.  Es increíble andar montado al elefante, tal como si fuera un caballo enorme pero que solo va al paso. Volvimos a ver ciervos y rinocerontes, pasamos por lagos y disfrutamos muchísimo de una experiencia inolvidable. Sin dudas una de las cosas que esperaba con más expectativa en los días previos y que no me decepcionó para nada.

Volvimos al hotel a las seis, justo a tiempo para darle otra oportunidad a la puesta del sol que fue otra vez un intento fallido gracias a las nubes. Igualmente no nos quejamos porque dado que estuvo nublado estos días, no tuvimos que sufrir los 45 grados de calor que hubo en los días previos a nuestra llegada a Chitwan. Nos quedamos conversando largo y tendido para recién al rato volver a prepararnos para la cena.

Para rematar tuvimos una demostración de una danza típica de una tribu del lugar que estuvo genial y en la que terminamos bailando junto a ellos. Sin lugar a dudas un gran día que concluyó con mucha satisfacción, lleno de aventura y que ubicó a Nepal en el podio de los países del viaje hasta ahora.

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