jueves, 14 de junio de 2012

Día 58 – Último día de vacaciones y fiesta en la playa.


Pareció mentira despertarse y no sentir el ruido del viento o la lluvia proveniente desde afuera. ¡Estaba soleado! O al menos bastante más de lo que había estado hasta ahora.

Nos levantamos tarde y nos encontramos con que nuestros amigos se iban a hacer el tour que nosotros habíamos abandonado y ellos no habían hecho en su momento. Nos quedamos solitos en el hotel y era nuestra última jornada de vacaciones, así que decidimos tomarlo con mucha calma y hacer un poco de todo. Yo quería hacer el resto del tour que tenía pendiente pero a Ro no le interesaba volver a un barco y solo no me quise ir. Por lo que me contaron después, no me perdí de nada.

Perdimos gran parte de la mañana entre el desayuno y las averiguaciones de los tours que al final no hice. Casi al mediodía decidimos cumplir con una cuenta pendiente y alquilamos un kayak para pasear por la bahía. Estuvo muy entretenido y fue un sano y cansador ejercicio. Avanzamos bastante hacia el mar hasta que el viento nos forzó a dar la vuelta y movernos en paralelo a la costa. Una hora de remo al sol y luego a la piscina.

Por la tarde volvimos al restaurante del centro donde tantas veces nos partimos la boca esta semana y disfrutamos de un exquisito almuerzo. Yo comí macarrones con salsa de carne y queso que eran una delicia y Ro probó los ñoquis de tres quesos. Todo acompañado con licuado de frutilla. La verdad que pese al mal tiempo fueron unas vacaciones para el estómago; que lindo poder sentarse en un restaurante  y pedir cualquier comida sin tener miedo a que sea picante o algo dentro de lo que se caracteriza como incomible. Vamos a extrañar este lujito.

Rato después caminamos por el centro una última vez y fuimos hasta la playa. No era la gran cosa pero estaba cerca del hotel y nos sirvió para sacarnos el calor. Cuando nos aburrimos volvimos a la piscina que estaba solo a unos metros de distancia hasta quedar pasados por agua.

Por la noche volvimos al restaurante donde habíamos quedado de encontrarnos con el resto de los compañeros para la última cena de despedida ya que nos iríamos al día siguiente. Me despedí de las milanesas con puré, probablemente hasta volver a casa dentro de varios meses. Conversamos durante un largo rato y como frutilla de la torta decidimos volver a los boliches de la playa.

Cuando llegamos estaban haciendo un show con fuego que estaba muy bueno el cual duró largo rato. Bailamos hasta pasada la medianoche y decidimos volver a dormir un poco ya que tendríamos que despertarnos muy temprano la mañana siguiente. Estuvo MUY divertido y fue la despedida perfecta. Nos quedaron solo un par de horas para descansar y recuperarnos.

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