Nos despertamos con el
inconfundible ruido del viento huracanado y la lluvia. Un verdadero temporal.
Ya desde ese momento sabíamos que iba a ser un día largo y aburrido. No hay
lluvia ni temporal que nos separe de la comida, así que fuimos igualmente hasta
el restaurante del hotel a desayunar, sin apuro y con bastante apetito.
Después de esperar un rato, la
lluvia no aflojaba, y era tanto el aburrimiento que me fui con unas compañeras
al gimnasio del hotel e hicimos un poco de ejercicio. Imaginen lo que sería
para llegar a tal extremo. Uno de nosotros no aguantó más y se tiró a la
piscina, así como estaba el día, con temporal y todo.
Tele, siesta, computadora, ipad,
música, de todo un poco para matar el tiempo hasta que a media tarde aflojó y
nos fuimos al centro en busca de un almuerzomeriendacena que nos salvara.
Pensando que era cuestión de tiempo antes que se largara otra vez a llover,
queríamos cubrir en una sola comida las necesidades de todo un día. De todos
modos la lluvia no volvió por lo que recorrimos un rato antes de volver al
hotel por la noche.
Caminamos por la bahía sin agua, la misma que habíamos visto varias veces desde la piscina del hotel o incluso desde el viewpoint días antes. Es impresionante como baja la marea y permite caminar bastantes metros dentro de lo que por la mañana es puro mar. Incluso estuvimos junto a los barcos que por la tarde dejan de flotar y pasan a reposar sobre la arena.
Caminamos por la bahía sin agua, la misma que habíamos visto varias veces desde la piscina del hotel o incluso desde el viewpoint días antes. Es impresionante como baja la marea y permite caminar bastantes metros dentro de lo que por la mañana es puro mar. Incluso estuvimos junto a los barcos que por la tarde dejan de flotar y pasan a reposar sobre la arena.
Para concluir una jornada poco
rendidora, vimos una película que había bajado en algún hotel del mundo por ahí
y con eso redondeamos la fecha. Como dice el viejo dicho “con esto y un
bizcocho, hasta mañana a las ocho”.
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