Apenas pasada la medianoche sonó el
despertador para interrumpir mi siestita. Es que teníamos todo arreglado y nos
íbamos a juntar en uno de los cuartos para brindar apoyo a la celeste del alma
y en teoría disfrutar del partido. A través de una comunicación mediante skype
a la casa de una de las compañeras, teníamos la imagen, aunque después Ro
encontró que lo transmitían en uno de los canales del hotel. Si bien estaban
corridos imagen y sonido, vimos el partido con el relato de Rodrigo Romano y
los comentarios de JC. ¡Casi como estar en casa! Lástima el mal partido, el
pésimo resultado y la calentura posterior. Me hubiera quedado durmiendo nomás…
Un par de hora más de sueño y luego
madrugamos, una vez más, para trasladarnos hasta el puerto donde tomaríamos el
ferry que nos llevaría a Phi-Phi. Este lugar es una isla muy conocida y de las
principales de Tailandia, donde hay muy buenas playas para hacer snorkeling y
buceo. Además, es famosa porque aquí se filmó la película “la playa” de
Leonardo Di Caprio hace algunos años.
El viaje estuvo bastante movimiento
de olas pero no nos afectó mucho porque dormimos casi todo el trayecto. El
hotel donde nos alojamos está a pocos metros del puerto y allí nos estaba
esperando el resto del grupo que había viajado antes. Es un hotel muy grande
con una piscina inmensa. Hacia el frente del mismo se puede ver el puerto y los
barquitos y en el “fondo” la piscina y la playa con una vista espectacular de
la bahía.
La isla está plagada de
restaurantes, pequeños comercios donde venden ropa o recuerdos, y casas que ofrecen excursiones a playas más
alejadas o incluso posibilidades de bucear entre los tiburones y las tortugas
gigantes. No existen las calles grandes como hay en toda ciudad, sino que sólo
hay callecitas por donde circulan únicamente peatones o bicicletas. No hay autos
ni motos contaminando, ya sea el humo del combustible quemado o con el ruido de
sus motores. ¡Es aire puro!
Luego de dejar las cosas salimos a
recorrer el centro pero con la intención real de almorzar. Teníamos un par de
recomendaciones hechas por compañeros que han viajado años anteriores, así que
utilizamos una de ellas. Disfrutamos una sabrosa pasta para saciar el apetito.
Tras un poco más de recorrida, le dimos una oportunidad a la piscina del hotel.
Por la tardecita se desató una
tormenta impresionante que encorvaba los troncos de las palmeras, pero por
suerte no duró demasiado. Cambiamos el restaurante para la cena y esta vez
comimos milanesas de pollo con puré de papas. ¡Al fin comida!
Nos dijeron que en la nochecita se
pone bueno en la zona de la playa cercana al hotel, ya que varios pubs ponen
música (electrónica en su mayoría) y la gente se junta a bailar en la arena.
Incluso algunos (los más pasados) se tiran en el agua de la playa cada tanto
para refrescarse y vuelven a la pista para un rato más de punchi punchi.
Nosotros fuimos parte de la joda de
esa noche. Bailoteamos un rato descalzos en la arena, rodeados de uruguayos. Es
que el grupo sigue creciendo e invadimos cada lugar que visitamos. En uno de
los pubs, a los efectos de darle color a la noche, bañan una cuerda en algo
inflamable y la hacen girar para que quien tenga ganas se acerque y salte un
ratito. Era genial ver a mucha gente borracha intentando saltar la cuerda de
fuego. Nosotros nos abstuvimos.
Tras tanta actividad, volvimos al
hotel pasada la medianoche para descansar, sabiendo que todavía nos quedan un
montón de días más en las vacaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario